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lunes, 3 de octubre de 2011

Urge observatorio de derechos humanos en la zona EN EL AGUAN ASESINA A OTRA CAMPESINA


Hoy fue sepultada en el Aguán Mirna Emelda Fiallos asesinada por sicarios al servicio de terratenientes que ocupan esa zona asaltada, mientras el ejército convertido en tropas de ocupación siembra el terror matando a campesinos y destruyendo casas, cultivos y escuelas.
La nueva víctima luchaba con la resistencia trabajando en las fincas pertenecientes a Coapalma en la aldea la Prieta, en Tocoa, Colón. El crimen sucedió esta semana cuando viajaba en un vehículo con su esposo German Castro, herido de bala por matones a sueldo, actualmente se recupera, ojalá sobreviva.
En Honduras ya la vida no vale nada porque los responsables de conducir el Estado deciden cuando una persona hay que eliminar, tienen licencia para matar a quien les antoja, al estilo de la película el agente 007 con James Bond.
Tal ensañamiento con los campesinos en el Aguán es porque un anciano, convertido en el hombre más rico de Centro América, junto a extranjeros que han robado tierras en el sector, tiene una sed de más riqueza, cuando en el mejor de los casos estuviera disfrutando a sus nietos.
Miguel Facussé cuando se vaya al infierno el único tuco de tierra que llevará es el que le depositen en su tumba, pero lo que hace, no tiene madre al dejar huerfanos y viudas que provoca dolor y desamparo a miles de familias por la pérdida de sus seres queridos.
Pero lo más ridículo y denigrante es como las Fuerzas Armadas, con los matones de segurida, interviene la zona para proteger a los terratenientes asesinos. En su justificación repiten, como loros en desbandada, hay guerrilleros, es gente enferma sicológicamente, requieren de tratamiento siquiátrico
El propio director del Instituto Nacional Agrario (INA), César Ham, expresó que los campesinos en el Aguán se dedican únicamente a producir la tierra y que es falso lo de los guerrilleros.
Cuando un ejército se convierte al servicio de familias asesinas a largo, mediano o largo plazo, produce el peligro de su extinción, los ejemplos están a la vista, caso concreto con lo sucedido a la Guardia Nacional del dictador Anastasio Somoza en Nicaragua.
Antes del golpe de Estado, las Fuerzas Armadas era una institución que mantenía algún margen de respeto entre la ciudadanía, con el cuartelazo en el 2009 a los jefes militares no les importa el lodo que chispea en toda la entidad castrense.
Acaso los 30 millones de lempiras que recibieron de la oligarquía por quebrantar el orden institucional no les permite safarse de sus garras e intereses, no piensan en los futuros oficiales que quedarán en el aire al desaparecer el instituto armado, aunque los actuales resolvieron ya sus problemas hasta su tercera generación, lo que uno hace malo en la vida hay consecuencias tarde o temprano.
Han llegado a situaciones inimaginables, el ejército en el Aguán, ha destruido champas de humildes campesinos y escuelas, en el caso de la comunidad de Rigores, si no les gusta la educación, dejen por lo menos que los niños aprendan a leer y escribir, no sean bárbaros.
Urge tener en la zona un observatorio permanente de Derechos Humanos, pero las organizaciones encargadas a esos menesteres le temen, porque cuando han viajado por el sector los matones, con armas de grueso calibre, les amenazan.
Una oficina de Derechos Humanos en el Aguán es más que necesaria, igual como los verdaderos periodistas cubren acontecimientos internacionales de guerras y desastres naturales, es cierto peligra la vida, pero ante la adversidad primero el deber, no hay excusas.

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