Las necedades más grandes de este gobierno del Partido
Nacional se iniciaron en la campaña electoral pasada cuando Don Pepe Lobo decía
que este tendría como idea central el “humanismo cristiano” y que además seria
la administración del trabajo y la seguridad.
El tiempo transcurrido testimonia, que todo era
mentira y que las promesas no eran más que “agua de borrajas”.
Lo primero de todo, el humanismo cristiano en ningún
momento se ha puesto en práctica. La barbarie, el salvajismo y la contrariedad
que son inhumanas, fueron las acciones que se tomaron contra los hondureños que
han recibido gases lacrimógenos, toletazos, aporreadas, torturas y asesinatos
sin ton ni son, cuando este protesta, con razón, en contra de las medidas anti
populares y dictatoriales del gobierno anti democrático que dirige Pepe Lobo.
Humanismo es generar empleo, desarrollar la
democracia, respetar las leyes, darle paz y tranquilidad al pueblo y crear
premisas adecuadas para el desarrollo económico.
Nada de lo anterior ha recibido la hondureñidad de este
gobierno demagogo. El cristianismo, tampoco es un concepto vacuo, por el
contrario, es la práctica de la solidaridad del bien común y del respeto a la
vida del hombre o mujer.
En lo relacionado con el trabajo, Don Pepe Lobo ha
fallado en toda la dimensión, pues el desempleo arroja cifras espeluznantes
pues existen aproximadamente dos millones de desempleados por lo que nuestros
compatriotas emigran a otras latitudes como Estados Unidos, España y Canadá,
para poder conseguir empleo y enviar las remesas a sus familiares.
La política laboral es incorrecta, pues el invento del
mandatario y de Juan Orlando Hernández, Presidente del Congreso, acerca del
“trabajo temporal” solo fue “llamarada de tusa” pues hasta el mismo Felicito Ávila,
Ministro del Trabajo, ha expresado su inconformidad pues el tal proyecto no
funciona porque ha beneficiado a pocos trabajadores.
Por los resultados y por lo que vemos a diario, es que
decimos que no hay trabajo y que por ello la crisis se ha vuelto más profunda y
dura.
El otro aspecto del slogan presidencial, es el de la
seguridad. Ningún ciudadano que posea cuatro dedos de frente, puede creer que
el gobierno de los nacionalistas ha resuelto este complicado problema.
Por el contrario, se agudizo de tal manera que estamos
indefensos hasta en nuestra propia casa.
Las autoridades de seguridad han fracasado en toda la
línea, por lo que urge el cambio por otras más sensatas, juiciosas, capaces y
que no tengan intereses políticos que los desvían de sus verdaderas funciones.
Las actuales, se han empantanado y las medidas que
presentan, lejos de resolver el problema de la delincuencia más bien lo
aumentan y profundizan.
Hasta la saciedad se les ha dicho, que deben depurar
la policía de agentes infiltrados por el Crimen Organizado y hacen oídos sordos
a tal reclamo.
Por ahí debe empezar una política integral de
seguridad, depurando la policía. Por esa razón, es que la empresa privada se
opone a la Tasa de Seguridad, de 1,500 millones de lempiras, porque la policía
es corrupta y nadie garantiza el uso transparente de tanto dinero que el pueblo
está seguro que lo utilizaran en la campaña electoral del señor Ministro de
Seguridad.
Las medidas de aumentar el número de años las penas de
los imputados, el gasto inoficioso de miles de millones de lempiras en cárceles
de alta seguridad, las pantallas de televisión en las calles de las principales
ciudades, son medidas de relumbrón que no solucionan el problema del crimen. Al
contrario, sabemos que hoy las muertes y atentados, han llegado a la misma
policía y hoy si están preocupados, porque se les quema el pellejo.
Urge poner en manos de técnicos y especialistas la Policía
Nacional para solucionar el problema, primero, hay que empezar haciendo cambios
tal y como han sido con la destitución del Ministro y Vice Ministro de
Seguridad porque fracasaron en sus funciones y, segundo, hacer una depuración
científica de la policía para seguir en el camino correcto de establecer una
política integral del tema que nos ocupa. De nada sirvieron las propuestas equivocadas
de Oscar Álvarez y Armando Caledonio, pues hoy tenemos
una tasa de 86 homicidios por cada 100 mil habitantes. El crimen del sicariato
cuenta ya con 3,602 muertos. Con estas cifras, ¿para qué continuar con las
actuales autoridades?
e-mail: eduardodavidardon@hotmail.com
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