Lo urgente: un pacto social

Nuestra Palabra, Editorial Radio Progreso

Desde este espacio, hace varios meses venimos machacando hasta la saciedad en un pacto social. No un pacto social de cúpulas, porque eso no vale, sino con plena participación de los diversos sectores de la sociedad, a partir de unos consensos mínimos en los temas más críticos de interés nacional. Nuestra propuesta de un pacto social, no es por terquedad. Es porque los caminos de un lado y de otro han dejado de ser viables, y todo lo que se va haciendo redunda en profundización de la inestabilidad.


Uno de los puntos de partida de esta demanda, es reconocer que el país que tenemos en frente está marcado por la extrema precariedad institucional, por la calamidad económica y social; y por un pueblo que se desangra, en teoría, sin estar en guerra o en una guerra que no es suya.


La crisis es alarmante e insostenible. Los datos que aportan las diferentes instituciones que hacen análisis político y económico no son nada alentadores. Aún teniendo reserva en la cifras, preocupa saber que en el segundo semestre del año, 200 mil personas quedaran sin empleo, que el conflicto magisterial y agrario sigue intacto, o que el gobierno para inicio de este mes, ya se gastó el presupuesto del 2011. De igual forma preocupa que el país pague 13 mil millones de Lempiras al año por servicio de la deuda, que por la corrupción se pierden 12 mil millones al año, o que en Honduras la economía ilegal del crimen organizado mueva entre 3 mil y 4 mil millones de dólares. Estos datos son un soporte importante de esa precariedad institucional y esa calamidad económica de la que hablamos.
A estas precariedades y calamidades nacionales se suman la crisis económica internacional, que tiene un impacto directo en la economía nacional. Con la crisis, en especial la de EEUU, vienen menos turistas, vienen menos empresas de la maquila y las remesas siguen siendo el oxígeno que sostiene la precaria gobernabilidad actual.
El gobierno en vez de conducir la crisis a partir de negociar con honestidad los conflictos, más bien ha atizado el fuego aprobando una serie leyes que afectan los intereses de la mayorías, aumentando así el descontento social.
Frente a esta precariedad y calamidad nacional, no se ve ningún actor político, económico y social con capacidad de imponer su agenda y desde ahí liderar un proceso que nos lleve a la salida de la crisis o del pantano en el que nos hundimos. Esta realidad nos lleva a seguir insistiendo en la demanda de un pacto social, que tenga de base unos acuerdos mínimos en material agraria, en educación, en materia fiscal, en material electoral que permitan tomar impulso a todos los sectores para que en un segundo momento se avance a discutir otros temas como los planes de nación y visión de país o de la refundación de Honduras.
Esto implica un esfuerzo de todos los sectores políticos y económicos para ceder en sus posiciones en sus lógicas de grupo, para avanzar en reconocer la Honduras de las mayorías. La tarea está en hacer algo urgente – el pacto social-, sin olvidar lo importante, –Una Honduras con equidad social, con institucionalidad, con su gente segura y trabajando.