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miércoles, 27 de julio de 2011

Para penco no se estudia " Roberto Quesada "

Sólo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez”.--Pío Baroja.

El fanatismo conduce a la locura, hecho que se confirma una vez más con la reciente masacre realizada por el ultraderechista y antimusulman, el tristemente celebre Anders Brevik en un país del que casi nunca se tienen malas noticias Noruega. Esto ha sacudido los cimientos de este país y ya se considera este hecho violento como el peor desde la segunda guerra mundial en ese país.

Desgraciadamente este tipo de fanáticos no solo existen en los países convulsionados sino en cualquier parte del mundo, en cualquier vecindario. A veces actúan solos como el Unabomber en los Estados Unidos o como el de este reciente hecho criminal, otras, como en el caso de Hitler, son respaldados por la locura colectiva. A la gente no le gusta pensar, rehúye a pensar, a meditar, por eso con capaces de ciegamente seguir a cualquier desquiciado como estos.

Honduras no es la excepción en cuanto al fanatismo, por el contrario, es uno de los países en donde mas ha echadlo raíces, existe un ultrafanatismo de cierto sector económico que por años ha controlado los gobiernos. Y son tan fanáticos que fueron capaces de asestar un golpe de Estado militar, aun cuando estaban conscientes de que era un hecho abominable y criminal que costaría vidas humanas, tanto los asesinados como quienes mueren y morirán por daños colaterales al haber saqueado al país y dejarlo mas miserable de lo que ya históricamente ha estado.

Alguien me decía que Micheletti era una especie de este tipo de asesinos fanáticos. En la platica yo les contradigo –y yo ya parecía abogado defensor de Micheletti-- , aunque se disgusten, y les explico que Micheletti, sin perdonarle sus responsabilidades, que si las tiene, fue también victima. Victima de su ambición, de querer llegar a ser presidente a como fuera, cuando perdió las internas también perdió la razón. Se sintió viejo y abandonado por el carro de la historia que lo llevaría a coronar la cúspide de su sueño: llegar a ser presidente.

Es aquí que los verdaderos fanáticos, que según ellos no sabemos quienes son porque actúan desde las sombras (porque para cobardes no hay como estos fanáticos, solo son valientes armados y en manada), vieron a Micheletti como el mandadero perfecto para que encabezara el golpe de Estado.

Calcularon su ambición desmedida, la vejez burlándose en su rostro de que no habría otra oportunidad para correr como precandidato, su vanidad de no saber perder, y estaba en el puesto clave como presidente del congreso, pues, como dicen en radio Uno, para qué más: el candidato perfecto para encabezar el golpe. Es probable que no lo tuvieran que rogar mucho.

Cuando anduvo Micheletti en campaña, tuve que hablar algunas veces con el amigo periodista Romulo Matamoros, quien, por cierto, siempre que estaba con Micheletti me decía te voy a pasar a Micheletti para que lo saludés. Y así nos saludábamos, entre bromas. Unos meses del golpe, llamé a una persona, escuché una voz al fondo que reconocí. Le pedi que me pasara a micheletti, y me contestó: “El no se llama Micheletti sino Señor Don Roberto micheletti Presidente del Congreso Nacional…” Creí que era una broma, pero no, era muy en serio, sin duda, ya desde entonces le estaban haciendo el lavado cerebral preparándolo para el golpe de Estado.

Recuerdo que le hice el comentario al entonces embajador en la ONU, Jorge Arturo Reina. Nos reímos, nos mofamos del asunto “Dígame doctor”, “cuidadito se le olvida llamarme ingeniero”, “Licenciado, no se le olvide, licenciado”. ¿Quién para sospechar que detrás de todo eso ya venía el nuevo Micheletti?

Vi una entrevista reciente en Cholusat Sur, Canal 36, que le hiciera el periodista César Silva a Micheletti. Se ve golpeado Micheletti, en dos años se ha ganado veinte, preocupado por más que intente disimularlo. Aunque le aseguró a las cámaras que no le tiene miedo a nada. No es cierto, es más fanfarronería que otra cosa. Me acuerdo que en unos potreros cerca de Olanchito, Micheletti y mi tío Popito (Q.E.P.D), estaban haciendo tiros al blanco, a un árbol, probando dos pistolas que recién había adquirido. De otro lado sonaron tres disparos y Micheletti salió en desbandada, se cruzó por un cerco de alambre de púa que le desgarró una guayabera blanca que andaba. Y mi tío mientras se reía le gritaba Roberto para dónde vas, son los muchachos del otro lado que me están saludando y mi tio les respondió con otros tres tiros al aire ante el rostro de un aterrado Micheletti.

En la entrevista en mención Micheletti se enojó, ¿y quién no con la pregunta que le hizo Silva? En primer lugar no solo es por el apodo sino por quien se lo puso. Y es que es para estallar en risa cuando le pregunta algo así como si le molesta que le llamen Goriletti, y él le responde “¿Y a vos te molesta que te digan penco?” Sin el objetivo del periodista era sacarlo de sus casillas, sí que lo logró, el ex presidente (del congreso) iba rojo de la rabia aunque trató de disfrazarla con una mueca que quiso parecer sonrisa, cuando el periodista remato:”¿Y usted es penco?”.

Me llama un periodista argentino para preguntarme que quiere decir “penco” en hondureño. En realidad que no sé cómo explicárselo pues tengo un primo que le gustaba que las mujeres le llamaran “penco”. El lo asumía como si le dijeran ingenioso, con un poquito de picardía y a la vez creativo. Le digo al amigo que dicho de un hombre a otro suena fatal, quien le dice penco a otro es visto como ‘amariconado’, (con el respeto a gays y lesbianas), afeminado. Mientras si acusan a alguien de decir pencadas, es equivalente a decir tonterías, cosas sin fundamento. Encontré en el diccionario: “Persona tosca, rústica o torpe: además de ser penco, es vago”. Pero no me suena que va a tono con el decir catracho. Quizá quien mejor pueda definirlo sea el periodista Javier Aguilera, quien ha creado una Universidad de los Pencos (aunque hay un dicho que reza: para penco no se estudia).

Volviendo a lo del fanatismo en el contexto de la entrevista, Micheletti es claro en que “ha cometido errores” (errorazo eso del golpe de Estado, tanto así que cualquier día de estos será requerido por la justicia internacional), pero asegura que él no lo hizo solo sino que “existen personas, hombres y mujeres, que están involucrados en esto”. Estos son los fanáticos que lo manejaron a él, quizá con su consentimiento, como marioneta. Y estos fanáticos ultraderechistas, tal como el asesino de Oslo, continúan cegando vidas humanas de periodistas, campesinos y toda persona que consideren que les estorba en su afán de mantener eternamente al pueblo hondureño pisoteado para arrancarles hasta el último centavo de sudor y sangre de su insaciable voracidad.


Nueva York NY 24junio 2011

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