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domingo, 17 de julio de 2011

LA CUARTA URNA UN ABORTO DE ARTURO CORRALES PARA MEL ZELAYA‏

Zelaya, sino que fue de otros sectores y el


decidió asumirla: “Mel dijo que la cuarta urna no


era una idea de él, que la cuarta urna se la habían


propuesto a él, en una reunión, en un grupo de los


poderosos y que Corrales —Corrales nunca los desmintió—,


porque él sabía que era cierto, que él lo


había propuesto, lo había propuesto por la necesidad


de cambiar, porque es evidente que la Constitución,


primero, había sido violada infinidad de veces; segundo,


es un mar de conflictos y de contradicciones;


tercero, es un documento que pretende regir hasta el


último acto de la vida nacional; cuarto, existen disposiciones


que son absolutamente inaplicables a las


alturas que vivimos nosotros”.


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Para Carlos Kattán Salem la idea de reformar o


cambiar lo constitución de Manuel Zelaya, está ya


se había planteada por un grupo de ciudadanos de


todos los partidos políticos:


63 “Empezaron todos los


acontecimientos que en Honduras ya conocemos,


como el cambio de una actitud política, de una


mentalidad, de buscar la Cuarta Urna y todo lo que


conlleva. Hago este preámbulo porque esto si fue un


plan, plan bien concebido, desafortunadamente no


podemos negar, que como usted lo dijo, en Honduras


habían inquietudes políticas porque muchos


grupos no se saben expresar, no han tenido opción


de expresarse y de poder participar políticamente. Y,


yo siempre he sido un crítico y por ejemplo, mucha


gente le atribuye al presidente Zelaya, como el


que puso sobre la mesa la plataforma de reformar la


constitución, de convocar a diálogos y no es cierto.


En el 2004, un grupo de sampedranos de todos los


partidos, verdad, de todos los partidos lanzamos “ La


proclama de San Pedro Sula” y hubo una conferencia


de prensa aquí en un hotel, donde estuvo Juan Ramón


Martínez, estuvo el exministro de Cultura del


Partido Liberal, Pastor, estuvo Carlos Urbizo, estuve


yo, estuvieron gente de la UD, del PINU, de la DC,


de todos los Partidos, gente que sin sectarismo políticos,


estábamos preocupados por la situación del País


y que habíamos llegado a la conclusión que el Sistema


Político Hondureño estaba “colapsado” y que no


había los mecanismos de expresión necesarios para


que el pueblo hondureño pudiera tener válvulas de


escape, opciones electorales genuinas y dentro de las

cosas, pues se propusieron “diálogos, cambios Cons-

titución, de reformar la Constitución”, nunca hablamos

de los pétreos, se habló y se llegó a la conclusión

que el problema de la crisis política de Honduras,

es la Ley Electoral, una Ley perversa, excluyente…”.

En el resto de los partidos surgieron diversas propuestas

similares, ya que para muchos de los entrevistados,

la popularidad de la cuarta urna entroncaba

con el deseo de mayores espacios de participación de

la población, debido al alto nivel de decepción con

la política. La posibilidad de instalar una asamblea

constituyente significaba la oportunidad de participar

en la definición del futuro y de las reglas de la

sociedad hondureña, más allá del resultado final que

tuviera esa asamblea. De esta forma: “Al inicio, la

mayor parte de la gente reaccionó con estupor, no sabían

qué hacer, los partidos empiezan a ver qué es lo

que está ocurriendo y no había pasado ni dos meses,

en mayo, el Partido Nacional ve que es popular (las

encuestas lo revelan) y se propone una idea similar,

una urna constitucional; la UD propone mejor la

constituyente en septiembre”.



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Sin embargo, las diferentes propuestas no logran

converger en una propuesta única apoyada por todos

los partidos y, sobre todo, apoyada de forma conjunta

desde el PLH, como se pone de manifiesto en

la información recabada en las entrevistas: “Sí creo

que hubiera tenido éxito si lo hubiera hecho con el

partido, porque él a quien utilizó fue a los ministros,

los mandó a los distintos departamentos, pero

de alguna manera nos pidió apoyo. En el caso mío,

el ministro que llegó a mi departamento me llamó,

no el presidente Zelaya, no quiso involucrarnos…

No había forma de un diálogo, nosotros habíamos

logrado que don Roberto, don Elvin y el presidente

Zelaya se reunieran previo al golpe en dos ocasiones

y no se pusieron de acuerdo, no fueron capaces”.


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Tras la falta de un acuerdo ante la propuesta de

Zelaya o de una propuesta alternativa, los partidos,

excepto la UD, reaccionaron frente al proyecto de la

cuarta urna, aunque con fisuras en algunos casos. El

PNH se opuso, el PLH se dividió y en el PINU, si

bien la dirigencia estaba en contra, había un sector a

favor de la cuarta urna.

Con el fracaso de un potencial pacto, entonces

comenzó una fuerte oposición por parte de los sectores

reacios. Sin embargo, como recién se mencionaba,

esta oposición no era un bloque compacto, ya
que distintos sectores continuaron viendo atractivo

el proyecto de la cuarta urna. La división más importante

se daba dentro del PLH: “Es decir, pareciera

que en principio todo mundo estaba de acuerdo…

pero de una forma pactada, como habían sido la

tradición natural y de larga data de la democracia

hondureña: pactar, establecer las reglas del juego. El

PN propuso, la UD estaba de acuerdo, los liberales

estaban de acuerdo, sí, pero no este año, y Zelaya

dice: no. ¿Qué pasó para que eso no ocurriera? Es

claro que el presidente Zelaya no deseaba un proceso

donde él no tuviera un grado de control; o sea, el

proceso tenía sentido si él tenía control y podía tener

control en la medida que fuera lo más cercano a su

gestión”.


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Desde ese momento en el que fracasó el pacto

se bifurcaron claramente las explicaciones sobre el

propósito y los objetivos de la cuarta urna. Por un

lado, una visión relacionada con la participación y el

legado presidencial: “A mí lo que él me dijo (Zelaya)

es que lo que quería era dejar era un legado, como

lo había hecho Francisco Morazán. Pero, el tiempo

se le acortaba, le quedaban siete meses de Gobierno,

ya se iba. Sí creo que le faltó mayor ponderación,

mayor tranquilidad para dejar el legado que quería

dejar… Yo le pregunté al presidente Zelaya, dígame

la verdad, con la estima y el cariño que nos tenemos:

¿Ud. se quiere quedar? De lo que usted me responda

yo voy a decidir si lo apoyo o no lo apoyo. Y me dijo:

mirá, ustedes no han sido presidentes, no te voy a

negar que el poder es bonito y que uno puede levantarse

cualquier mañana y pensar, ¿me podré quedar?

Pero este país no aguanta. No aguanta que uno se

quede, o que uno dé un golpe de Estado. Mirá, primero

—me dice— la comunidad internacional nos

asfixiaría si damos un golpe de Estado, 15 días duraría

un Gobierno de facto. Ahí se equivocó, el de

Micheletti duró siete meses”.


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Por otro lado, entre los entrevistados existen

interpretaciones relacionadas con el peligro que

suponía la celebración de la consulta que servía al

objetivo de continuidad y de reeleccionismo del

presidente. El proyecto de la cuarta urna se percibió

como una forma de mantener el proyecto político de

Zelaya, no necesariamente a través de una reelección

(aunque Zelaya afirmó en declaraciones públicas que

la reelección sería tema de debate para la próxima

asamblea nacional constituyente), pero sí a través de
la convocatoria a una constituyente temprana que,

posiblemente, iba a recortar el siguiente período presidencial

y a facilitar, sino la reelección de Zelaya,

por lo menos la permanencia liberal en el poder. Por

eso principalmente fueron los representantes del Partido

Nacional los que se oponen a la idea y también

un sector del PLH que veía amenazado el estatus del

partido. Además, en el contexto internacional, Zelaya

ya era un participante pleno en las reuniones del

ALBA: “Y era evidente que en la mayoría de los países

cercanos o pertenecientes al ALBA, los procesos

constituyentes habían sido una manera de renovar

el liderazgo, aunque en esos casos se hizo a mediano

plazo”.


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De esta manera se generó un proceso de oposición

a la cuarta urna donde se combinó un movimiento

desde la sociedad civil con la defensa de

su postura desde el punto de vista constitucional y

legal. A partir de aquí se planteó y se recurrió ante

distintas instituciones la legalidad o ilegalidad de la

consulta, algo que evidenciaba la oposición al proyecto

de Zelaya por parte de la mayoría de las instituciones

y la indiferencia de Zelaya a la posición de
estas instituciones.

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