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martes, 19 de julio de 2011

Gastar pólvora en zopilote " Luis Alexis Ramos "

Después de la tremenda crisis política, social y económica que ha vivido el país a partir de junio de 2009, el Gobierno de Honduras, siguiendo los lineamientos establecidos en los diferentes pactos firmados para devolver a la Patria una situación de tranquilidad y apego al Derecho, está convocando a los dirigentes de los grupos sociales para dialogar acerca de las reformas que consideran necesarias para enrumbar a Honduras.

Si mal no recordamos, a inicios de su régimen, el presidente Porfirio Lobo se reunió con diferentes representantes de la sociedad civil para hablar sobre temas encaminados a las reformas constitucionales y la Asamblea Nacional Constituyente; pero, de tales conversaciones, no salió nada que pudiera catalogarse como producto positivo o rescatable para realizar un cambio estructural.

Recordamos que en esas sesiones, el presidente Lobo, refiriéndose a los artículos constitucionales mal clasificados como pétreos, manifestó que nada estaba escrito en piedra, y que si era necesario hacer reformas para beneficio de la totalidad de los hondureños, habría que hacerlas; agregando que si el pueblo quiere una constituyente, hay que darle una constituyente
.

Honduras necesita de transformaciones sustanciales en su estructura administrativa, política, educativa, social, electoral y económica; pero, aparejada a esas innovaciones o cambios, debe ir la permuta de mentalidad de los hondureños, y mucho más de los que tienen, por suerte o privilegio, la dirección de los destinos del país.

Todos sabemos que la mayoría de los que aspiran a un elevado cargo de elección o nombramiento, llevan como finalidad exclusiva la de enriquecerse rápidamente a expensas del erario, sin importarles, y haciendo a un lado, las funciones que, por su posición de burócratas, deben desempeñar.

Es cierto que existen funcionarios rectos y responsables; pero son una minoría, cuya labor se ve nublada por la sombra perniciosa de los otros que hacen todo lo contrario y que, desgraciadamente, gozan de la protección de las cúpulas de los gobernantes o de los políticos marrulleros.

Pues bien, don Pepe Lobo, ha invitado a la mesa del diálogo a los representantes de los partidos políticos, los ya registrados legalmente y unos que hasta ahora oímos mencionar, porque se dice que están en proceso de formación; quienes hicieron propuestas variadas, hasta de reformas constitucionales y la instalación de la Constituyente; pero no formularon lineamientos para orientar a la nación, y los que se refirieron a los problemas que la aquejan no ofrecieron alternativas para su solución.

Más bien, alguien, quién sabe con qué fin, tratando de endulzarle los oídos al presidente, le propuso que, para realizar los cambios necesarios, debería permanecer dos años más al frente del Poder Ejecutivo; lo que él, diplomáticamente hizo a un lado, recordándole que el tiempo de su función está determinado por la Ley.

Hubo recomendaciones de todo tipo y color; el presidente del Central Ejecutivo del Partido Liberal dijo que se debe impulsar la transparencia y que no se cometan excesos en nombre de la liberad; Carlos Montoya expresó que se definan posiciones sobre la corrupción, la generación de empleo, la separación de sus cargos a los responsables del golpe de Estado y el combate contra la inseguridad.

Ricardo Álvarez propuso un nuevo pacto social de solidaridad que le dé respuesta al pueblo; apoyar la inversión con reglas claras y sin abusos. Salvador Nasralla formuló que se genere empleo, se combata a la corrupción y que se presenten nuevas caras que no vean la política como profesión, sino como medio de ayudar; que se despida al personal supernumerario y se apoye al campo.

Manuel Zelaya, mencionó que los artículos pétreos son una armazón que dejaron los constituyentes, por lo cual, sin miedo, se debe consultar al pueblo cuáles son sus necesidades; y Andrés Pavón, sin rodeos, propuso una asamblea nacional, por medio del plebiscito, para derogar los artículos de piedra en una cuarta urna que se instalaría en las próximas elecciones.

Hubo de todo. Y se continuará auscultando el pensar de otros grupos sociales para, al final, nombrar una comisión representada por cada agrupación para analizar las reformas propuestas. Ojalá que se le dé más cuerpo y más pensamiento a esto, que podría contribuir a la solución de los problemas de Honduras, siempre y cuando los cambios sean consolidados con la conciencia, la honradez y la dignidad de quienes se encargarán de realizarlos. De lo contrario, sería como arar en el mar; o, como dicen en el barrio, gastar pólvora en zopilote.

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