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miércoles, 29 de junio de 2011

A dos años del golpe en Honduras

A los dos años de haber sido perpetrado el golpe de Estado —28 de Junio del
2009— una asamblea del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP),
presidida por el mandatario derrocado, José Manuel (Mel) Zelaya Rosales,
decide la creación de un Frente Amplio para participar en los procesos
político-electorales en nuestro país.

Puede decirse que el 28-J, como se denomina dicho golpe de Estado, ha dado
su primer fruto en la diversificación de la actividad política hondureña,
con la pretensión de transformar a fondo el sistema para implantar, mediante
la refundación del Estado, un nuevo modelo de democracia participativa.

La creación de este Frente Amplio, una organización inédita en Honduras, es
resultado de una inercia de cambio político-social contenida, pero que el
golpe de Estado hizo explotar y que ahora forma parte del anhelo consciente
de la población hondureña, desde diversas perspectivas.

El Frente Amplio creado por el FNRP es, naturalmente, la perspectiva más
consistente y aglutinante, aunque falta mucha elaboración conceptual y mucho
trabajo organizativo para llegar a ser, en la arena electoral, una realidad
efectiva. Por consiguiente, su visibilidad como fuerza política empieza y su
estructuración es, por el momento, incógnita.

Por las declaraciones de los altos dirigentes del FNRP, principalmente de su
coordinador general Zelaya Rosales, el Frente Amplio actuaría como brazo
político del FNRP, jugando este último como grupo de presión.

De suerte que el Frente Amplio sería el vehículo electoral para la toma del
poder, con la idea de retenerlo por lo menos 50 años para culminar la
refundación del Estado y perfeccionar el régimen democrático.

Cómo funcionará el Frente Amplio en la escena política actual todavía no se
sabe a ciencia cierta. La idea dominante sobre el particular es lo expresado
por el líder del FNRP, Zelaya Rosales, cuando plantea que se trata de una
aglutinación de simpatizantes de todos los partidos existentes y de las
varias ideologías, que, arropados por el frente, tendrán oportunidad de
participar en las competencias electorales, sin por ello abjurar su
militancia política.

Esta es una elaboración política inusual, vale decirlo, porque los partidos
políticos son “realidades autocráticas” que exigen militancia exclusiva y
disciplina. Algo parecido habría de practicarse en una fuerza política cuya
finalidad —igual a la de cualquier partido— es la toma del poder en el
Estado.

Como no tenemos experiencia en este tipo de inventos políticos, es muy
difícil por el momento aventurar opiniones. En América Latina hay varios
ejemplos de frentes amplios exitosos, que lograron sus objetivos, bajo
diferentes modelos, todos ellos, eso sí, conformados con coalición de
partidos con identidad propia y la adhesión vinculante de fuerzas sociales.

La formación de este Frente Amplio como brazo político del FNRP es, sin
duda, un importante acontecimiento político que, bien estructurado en
conformidad con la realidad hondureña y las tendencias latinoamericanas,
sería un factor decisivo para la democracia real,
participativa-representativa, y para la modernización del Estado.

Nace esta organización política, es justo decirlo, bajo el signo de la
necesidad de cambio y con vientos propicios.

*Junio 28, 2011*

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