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martes, 15 de marzo de 2011

En la mirada de la ultraderecha

Hemos escuchado la lectura de la fuerte denuncia del compañero Carlos H. Reyes que nos ilustra de manera detallada, con nombres y apellidos la lista de miembros del sindicato de la STIBYS, incluyéndolo a él, que están siendo perseguidos, amenazados e incluso eliminados físicamente por sicarios encargados de sembrar el terror, amedrentar y debilitar la resistencia popular.

También escuchamos la acusación irresponsable e intencionada en uno de los medios golpistas en contra de los compañeros y compañeras del COPINH, mencionando específicamente a la compañera Berta Cáceres y Salvador Zúniga. Al COPINH se le señala como responsable de incendiar un centro escolar.

Igual suerte corren los compañeros y compañeras del Aguan donde sus habitantes y dirigentes viven en constante zozobra debido a la persecución y desalojos a que son sometidos por la policía y sicarios pagados por uno de los amos de Honduras, Miguel Facusé. Luchar por la tierra que les pertenece es el delito que vuelve peligrosos y peligrosas a mujeres y hombres de esa zona del país, pero además, su vinculación con el movimiento nacional de resistencia popular los convierte en piezas claves para ser eliminados.

Tanto la STIBYS como el COPINH y los campesinos y campesinas integrantes del MUCA y otras organizaciones del Aguan representan una fuerza tradicionalmente beligerante y siempre dispuesta a llevar a la práctica las estrategias de presión para alcanzar los objetivos que se proponen por sus intereses como organización o para el bien de las grandes mayorías de la población. Ante los ojos de aquellos que están atentos para mantener un estado de sumisión y pasividad, estas organizaciones y sobre todo sus dirigentes más reconocidos, representan un peligro, por ello, se empeñan en desacreditarlos, perseguirlos y callarlos.

Estas organizaciones también son piezas fundamentales en el movimiento nacional de resistencia popular y es evidente las acciones encaminadas a dividir y debilitar el Frente Nacional de Resistencia Popular atacando, sobre todo, aquellas personas y organizaciones más comprometidas y decididas a hacer realidad las transformaciones que nuestro país necesita para lograr el bienestar de las mayorías marginadas y explotadas.

Otro blanco de la represión son las radios comunitarias que según la oligarquía deben ser calladas, pues decir la verdad también es un delito que pone en peligro los grandes intereses de esta clase criminal y parasitaria que se ha adueñado de nuestro país.

El Movimiento Nueva Democracia se solidariza con todas y todos estos valientes compañeros y compañeras y se une al clamor de justicia y cese a la represión, persecución y muerte para con quienes luchan por un mundo y una Honduras mejor.

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