Cualquier afecto, cualquier sentimiento, se nutre de apegos, poderes e inclinaciones.
Cuando no sentimos el apego, el afecto a la institución educativa que nos ha forjado como individuos, es que hemos perdido el norte de los buenos hombres; es nuestra Universidad Nacional Autónoma de Honduras la que nos ha dado las luces del conocimiento a la verdad, a la razón, al sentido de vivir con los altos conceptos democráticos, a los conceptos de la razón y la justicia, a la búsqueda incansable de los grandes valores de los hombres que han alcanzado la cúspide de sus pensamientos y han ilustrado a otros las virtudes del bien común, la paz y el respeto.
Cuando no nos importa nuestra institución, la universidad, símbolo de una nación, la que nos forjo como profesionales privilegiados y dignos, la que nos dio el enlace para desarrollar una vida de oportunidades y bienestar en muchas facetas, entonces somos seres apátridas, como el mal hijo que no lucha por su madre.
Porque la UNAH nos formó, a través de los impuestos del pueblo, debemos al menos retribuirle mediante su defensa, que se establece desde los peldaños de la honorabilidad, el respeto, y la responsabilidad de dar a otros, sin pensar en intereses mezquinos, propios de los hombres de bajo calibre.
Estamos en la universidad que ha sido mancillada desde hace mucho tiempo, pero nuestra responsabilidad histórica es hoy, que es el tiempo en la que podemos defenderla, o con nuestra actitud dejar que la ignominia se apodere para siempre de ella, dejando que caiga en el sueño profundo, donde cualquier mal nacido se dará el lujo de irrespetarla y seremos nosotros los responsables de esos atropellos, porque es la nueva generación la que sufrirá las consecuencias de lo que dejamos que se realice hoy, serán nuestros hijos los que preguntaran
por nuestra cobardía y nuestra culpa será infinita.
Nuestra actitud ante los atropellos cometidos por los oscurantistas del conocimiento, los que entran a la Universidad Autónoma invadiendo con bombas y armas de fuego, símbolos de la fuerza y violencia, negación a la razón y al conocimiento; entrando como si fuese el patio de su casa, enlodando lo que el Alma Mater representa como símbolo, por lo menos ante muchos de nosotros y las nuevas generaciones de pupilos que no han perdido el asombro, la valentía, la belleza y buscan aún entre los escombros de la ingenuidad, lo extraordinario que nos da la ciencia, el arte y la razón, por lo cual debemos luchar incansablemente en el idealismo, el imaginario, aun en los fuegos del fascismo que se instala; aun entre los peligros de las fieras que se alzan en todos los rincones de nuestra bien amada patria HONDURAS.
Aquí algo terrible pasa, el terror se ha impuesto, se ha instalado el miedo y la indiferencia en los docentes, trabajadores y muchos estudiantes que se concentran en realizar automáticamente sus actividades cotidianas sin que les importe nada más; ni el conocimiento, ni la ciencia que se establece desde las esferas de la dinamicidad y el intercambio de ideas, de la ciencia y el bienestar que solo se establece desde las ópticas de la libertad. Ningún bien del conocimiento procede de otro lugar que no sea la alegría de la verdad, de la fuente de ser libre.
Con las violaciones a los mismos derechos y las conquistas de los trabajadores, sin que nadie salga a defenderlos nos permite aseverar que algo terrible pasa; estamos ante hombres castrados de libertad y dignidad, porque ya no importa el contexto social en el que vivimos, sabiendo que la integridad es hija de la sabiduría y la verdad, y nada esta afuera, todo esta adentro de las esferas en las que vivimos y convivimos. Nuestro país esta sumido en la vil tiranía, en el absolutismo, de los que siempe han mancillado nuestro pueblo. La historia hará justicia y justamente seremos llamados ignorantes y cobardes si no asumimos el rol que nos corresponde en esta lucha.
Porque no defender los propios derechos, nos acerca a la aniquilación de nosotros mismos. O estamos lejos de los conceptos básicos de sobrevivencia, o cerca de ser esclavos, o cerca de la mismísima muerte. ¿Donde está el conocimiento que tiene el filo de un cuchillo, la artillería que hace temblar a los todopoderosos que se esconden en las murallas de los escudos de la nación?, ¿donde están los versos que hacen temblar el mas grande imperio, el análisis , la reflexión que hace que el universo gire su peso?.
En la UNAH en los últimos tiempos, como en todo nuestro país, se ha instalado el absolutismo en todas sus formas, nosotros docentes, estudiantes, trabajadores hemos estado en un sueño profundo. De las autoridades no esperemos más que opresión, ignorancia, y prepotencia; porque solo aquel que pertenece a algo lo defiende. Ya sabemos que las autoridades solo se protegen a sí mismos y a aquellos que los pusieron en los puestos que ostentan y han alquilado el alma a los todopoderosos, que no se sacian de las ansias de poder.
Pero nosotros estudiantes, docentes, trabajadores, los que pertenecemos al conjunto del pueblo, que sentimos nuestra a la Universidad, somos nosotros los llamados a defender, rescatar y a dar nueva vida a la UNAH. Nuestro vinculo y pertenencia procurará la existencia y el sentido de ser a la universidad, a la universalidad que construirá hombres y mujeres del conocimiento, de la ciencia y el arte, que son los eslabones que dan el gran salto al desarrollo de las virtudes de los seres humanos, el bienestar común, la justicia, la razón y la más alta democracia del futuro.
Rescatemos nuestra universidad.
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