Liberalismo en crisis por Arturo Rendón Pineda

El rodismo murió con Modesto Rodas Alvarado, al morir este, muchos rodistas fueron abandonando los principios que dieron vida al movimiento. El surgimiento de “nuevos líderes” y lideresas coludidos con algunos militantes “de la vieja guardia”, se fueron acomodando a los caprichos del mandamás de turno, para no perder privilegios a los que muchos de ellos aún permanecen aferrados, convirtiéndose, en eternos vividores del erario público. Surgieron oportunistas y tránsfugas que abandonaron la línea honorable del rodismo.



Muchas entrevistas nuestras publicadas en su oportunidad, dieron cuenta de los ataques que nos tocó enfrentar, y que doy a conocer en el presente escrito, para dejar constancia de que siendo miembro de la cúpula del gobierno de Suazo en la época de los 80s, fui su principal crítico, ya que nunca compartí muchos de los sucesos que ensombrecieron ese gobierno. No me importó enrostrar calumnias, desprecios y hasta amenazas a mi integridad personal y la de mi familia por parte de algunos de “mis correligionarios”, muchos producto del oportunismo, ya que jamás contribuyeron con su aporte en los tiempos difíciles de la dictadura en que nos tocó actuar a riesgo de nuestra vida, para ayudar en la construcción del andamiaje político que un día culminó con el retorno de la democracia a Honduras, en la lejana década de los años 50s.


Siendo quien escribe designado a la Presidencia con el Dr. Roberto Suazo Córdova, ambos miembros del movimiento rodista, fui su más acérrimo crítico. Desde el inicio de su gobierno hubo sobrados motivos de discrepancia entre nosotros, y la prensa de aquel entonces dio testimonio de ello:


Diario La Tribuna 24 de febrero de 1984, “ANTE LA CRISIS LIBERAL”…:“El designado a la Presidencia de la República, Dr. Arturo Rendón Pineda, hizo ayer un planteamiento al presidente Roberto Suazo Córdova, en el que lo excitó a que reoriente su gobierno, “porque a estas alturas en que la corrupción ha llegado a alcanzar proporciones de escándalo, afecta peligrosamente la imagen de nuestro país, la confianza del pueblo hondureño y provoca la condena internacional”. Rendón Pineda le pidió además al mandatario: “Que descienda a los estratos de la humildad donde lo pueda abrazar el pueblo hondureño”, y en conclusión, le indicó que: “Ha llegado la hora propicia de las grandes rectificaciones”. “Creo que la sinceridad de mis actuaciones políticas, como el modesto planteamiento de mis reclamos, deben ser conocidas por todos mis conciudadanos, particularmente, aquellos que en la pasada contienda electoral me favorecieron en las urnas con sus votos, porque es al pueblo, después de Dios, el único a quien debemos pleno acatamiento”.


[….]. “Esta crisis en el liberalismo, particularmente dentro del movimiento rodista, que se ha venido incubando desde hace más de dos años, no debe continuar, porque preocupa a los países vecinos, pues el oasis de paz que aparenta ser Honduras, podría convertirse en un eslabón más en la cadena de fuego que abraza a Centroamérica…[…]-Rendón terminó diciendo: “Señor Presidente, que Dios le bendiga y lo ilumine para que reoriente sus pasos a fin de que con mano firme y segura, empuñe las riendas de la nación bajo la inspirada protección del Altísimo, por los luminosos caminos de la reconciliación, la paz y el progreso. El pueblo aún espera mucho de usted Doctor Suazo Córdova, y usted, todavía está a tiempo de hacer mucho por el pueblo que lo eligió y que creyó en Roberto Suazo Córdova. Esperamos que por el bien de Honduras, ¡no nos defraude!”…. (fin de la cita)


Diario Tiempo del 30 de agosto de 1984: ARTURO RENDON: “DA VERGÜENZA QUE AUN SE USE EL ESLOGAN DE ‘LA REVOLUCION DEL TRABAJO Y LA HONESTIDAD’, SI VENIMOS CABALGANDO EN LA CRESTA DEL ESCANDALO Y LA INMORALIDAD”. “Me avergüenza pensar que el mensaje central de nuestra campaña política pre-electoral, lo enunciáramos con un eslogan que todavía sin pudor se usa con cínica frecuencia, cuando paradójicamente, no puede haber revolución cuando se marcha en retroceso, ni trabajo, cuando cerca de 300 mil hondureños carecen del mismo, mucho menos de honestidad, cuando en los últimos meses hemos venido cabalgando en la cresta del escándalo y la inmoralidad. ….en otro aparte agrega: “Comprendo perfectamente que por estar en desacuerdo con las anomalías que ocurren en este gobierno del cual también me considero co-responsable, aun y cuando no tenga ninguna participación en las decisiones del mismo, es que se nos ha marginado, y también por eso mismo que el Señor Presidente y sus falsos amigos, me están acusando de ser enemigo del presente régimen”. Arturo Rendón Pineda. (fin de la cita)
En el ser humano, hay una corrupción básica que se manifiesta en grado superlativo en los portadores de poder, y el presidente Suazo, no pudo escapar a ese precepto al pretender continuar en el poder después del término de su periodo constitucional el 27 de noviembre de 1986. Para ello, siendo como era Suazo un hombre hábil para la maniobra política, se le ocurrió argumentar una retorcida interpretación constitucional para demostrar que su elección y la de los diputados del Congreso, se había efectuado de acuerdo a las disposiciones de la Constitución de 1965.


Para implementar su proyecto reeleccionista, el Dr. Suazo contrató abogados y tinterillos para que buscaran la forma de justificar su maniobra. En esa oportunidad, el pueblo, y supuestamente la mayoría de diputados de todas las bancadas, estaban dispuestos a cumplir con su deber constitucional para atajar la intención continuista planeada por Suazo Córdova y sus compinches, se encontraban entre una lista de 10 diputados: Roberto Echenique Santos, Antonio Ardón Fuentes, Gustavo Simón Núñez, Roberto Micheletti Bain, entre otros firmantes de la moción.
A la hora de plantear en el Congreso la pretendida reelección, se armó una batalla verbal en que intervinieron la gran mayoría de los diputados de todos los partidos, oponiéndose al delito que se proponían cometer. Tuvieron participación destacada entre otros: Carlos Orbin Montoya y José Simón Azcona Hoyo, secundados por diputados nacionalistas encabezados por Nicolás Cruz Torres, quienes arremetieron en forma violenta para condenar el atentado que pretendían llevar a cabo por encargo del Presidente de la República, que en esa borrascosa sesión fue frenado en sus intenciones de violar la Constitución.


Los actuales dueños ilegítimos del Partido Liberal son los mismos golpistas de ayer, por lo tanto, no pueden seguir libremente al mando del partido para continuar con la feria de los privilegios que estos se atribuyen como derechos adquiridos. Si esto llegara a ocurrir y no se producen en los meses próximos las elecciones internas, podría acentuarse la división partidaria, que acabará por ahondar más las profundidades que hoy dividen las filas del partido, que antes fuera llamado con orgullo: “El partido de los hombres libres”.


Muchos pseudo liberales que “por sus altos méritos” aún permanecen adheridos a la ubre del estado en forma vitalicia, han logrado perpetuarse en el poder--; no es necesario escribir sus nombres--, basta mencionar que fueron artífices y cómplices del golpe de Estado militar, y por lo tanto, muy fáciles de identificar por su trayectoria como violadores de la Constitución que dicen defender. Ellos fueron quienes por desgracia llevaron al Partido Liberal a la humillante derrota del año 2001, y responsables de los trágicos sucesos del 28 J. que ha provocado el repudio mundial y el descrédito del liberalismo.


Estos individuos elevados a la categoría de héroes, que han violado por enésima vez la Constitución de la República ---“por esta única vez”---, han conculcado las libertades ciudadanas y causado la destrucción del partido que muy difícilmente podrá recuperar su pujanza y su prestigio, a causa de este atentado brutal contra la democracia, que ha venido a ser el tiro de gracia al moribundo Partido Liberal, enterrando con ello el viejo sueño de nuestros inmortales líderes, que hoy se retuercen bajo la dura losa de sus tumbas frías, ante una actitud indigna, que a los que abrazamos con fervor patriótico la causa del liberalismo, nos llena de vergüenza y nos agobia de dolor.