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miércoles, 8 de diciembre de 2010

El regreso de Mel


a visita, en cierto modo inesperada, del subsecretario de Estado de los Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, ha puesto en primer plano el tema de la repatriación del ex-presidente José Manuel (Mel) Zelaya Rosales, dentro del propósito de la reconciliación nacional.

Las especulaciones sobre la visita de este alto funcionario clave en las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica han abundado, principalmente debido al escándalo de dimensión mundial ahora apodado Wikigate y a las expectativas en torno al zipizape entre Costa Rica y Nicaragua en la frontera fluvial del San Juan, que pudiera, en mala hora, inmiscuir a Honduras en intrigas.

Sin embargo, las declaraciones del subsecretario de Estado Valenzuela a la prensa ha despejado ese mar de conjeturas y ha situado, a nuestro modo de ver con mucha claridad y determinación, las razones de su presencia aquí, que, en lo esencial, tienen que ver con la reafirmación de la confianza del Departamento de Estado en el embajador Llorens y la misión diplomática norteamericana acreditada en nuestro país, así como la preocupación por “la situación que vive Honduras”.

Esa situación se refiere a los derechos humanos, la corrupción, la impunidad y, como indicamos arriba, a lo relacionado con el retorno del ex-presidente derrocado con el golpe de Estado del 28 de junio/09 y que mantiene a Honduras marginada en la Organización de Estados Americanos (OEA).

El doctor Valenzuela, no obstante que reconoce los esfuerzos del gobierno del presidente Lobo Sosa para superar “el legado de la polarización política” del golpe de Estado y “para fortalecer el respeto a los estándares de derechos humanos y la protección de todos los hondureños”, también “comparte con la comunidad internacional su preocupación respecto a la situación de los derechos humanos y la impunidad en Honduras”.

Esta “preocupación”, que en lenguaje diplomático es palabra fuerte, toca el plexo solar del Poder Judicial y la impartición de justicia, así como del Ministerio Público, la policía, y, en general, de los organismos de seguridad del Estado.

“El asesinato de periodistas —señala el doctor Valenzuela— y otros abusos deben ser resueltos y los responsables de los abusos a los derechos humanos deben ser capturados y castigados”.

“De igual manera —agrega—, la aplicación de medidas enérgicas contra la corrupción enviará una señal positiva a los inversionistas y abrirá las puertas para la creación de empleos, para la prosperidad, y para iniciar y restaurar la confianza de la ciudadanía en las instituciones del Estado”.
El subsecretario de Estado de los Estados Unidos indica, asimismo, que “La reconciliación nacional avanzará aún más cuando Honduras sea capaz de resolver el asunto del retorno del ex–presidente Zelaya para que el país pueda recobrar su lugar en la OEA”.

La posición de Estados Unidos, manifestada sin rodeos, es similar a la del resto del mundo para contribuir a la solución de la crisis política y social hondureña que, a decir verdad, no ha encontrado salida y que vulnera la legitimidad institucional y la del régimen político, determinando inevitablemente un proceso de desestabilización y disolución política, económica y social.

DIARIO TIEMPO

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