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martes, 16 de noviembre de 2010

Resistir en Hibueras por Efrén D. Falcón

A somarse por la ventana de la política hondureña, con la mente clara y sin prejuicios, puede dejarte una profunda desazón, o una sensación de desamparo y desesperanza que después será difícil de borrar.

Es peligroso ser objetivo, e intentar asumir esa realidad más bien perversa, porque nadie resulta ileso ante la evidencia abrumadora de que tenemos cuerda y materia prima para cien años más de iniquidad. Sin duda, esa debe ser la causa que orilla a mucha gente decente y bien intencionada a agachar la cabeza y dedicarse a intentar seguir su vida, alejados de las hostilidades políticas y apartados de esa especie de circo trágico.


El circo y la revolución pacífica
La perpetración del golpe de Estado de 2009 es la hazaña cumbre de la política hondureña. La galería de políticos y personajes que hicieron posible la fementida “sucesión constitucional”, cuya finalidad primordial era mantener los privilegios absurdos del statu quo y consolidar el papel nacional de prostituta barata para la política del Departamento de Estado estadounidense, deja un testimonio escalofriante de los extremos a que una sociedad ―penetrada culturalmente, ignorante de su realidad y permisiva hasta la autoflagelación― puede dejarse llevar, con un estoicismo que colinda con el retraso mental.

Por supuesto, la militarización del país, la conculcación de los derechos ciudadanos, el cierre de medios de comunicación [para fortalecer el cerco mediático], la sangre derramada, el uso de la fuerza desmedida por parte de la policía, entre otros desafueros que nos convirtieron en vergüenza mundial, detonaron una oleada de indignación popular que parecía configurar el inicio de una revolución pacífica que podría cambiar para siempre la historia del país. Pero poco a poco todo se ha ido desvaneciendo, y de entre el desastre que dejó la asonada de junio ’09 ha ido emergiendo ―sacudiéndose el polvo de sus disfraces y retocando su maquillaje― la pléyade de payasos, saltimbanquis y prestidigitadores que conforman el universo circense de nuestra política. Están enteritos, muy animados, sin mácula; y antes de lo que una persona sensata podría haber imaginado, las campañas políticas arrancaron desbocadas, y no hay quien las detenga.


La Resistencia y el FNRP
El heterogéneo universo de la Resistencia ―mal representada por un excluyente y desorientado FNRP― de alguna manera mantiene las esperanzas de cambio, y sueña con una nueva Constitución [casi mágica] y con la venida [casi mesiánica] del expresidente extrañado ilegalmente del país. Sin darse cuenta que sin la obtención del poder político real no es posible convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, y que Zelaya Rosales va a volver a Honduras hasta que a la Embajada se le antoje. Pero el FNRP todavía debate si debe participar en la sucia política vernácula ―sin ninguna garantía de un proceso transparente―, si debe auto convocarse a una “constituyente” popular y originaria, o, por increíble que parezca, si debe esperar las condiciones para una imposible lucha armada. No se da cuenta que para desmontar el golpe de Estado, primero es preciso legalizarlo.
Una cosa es cierta, mientras el FNRP no se democratice, a todo nivel, la esperanza del cambio que todos los hondureños ansiamos, y requerimos con urgencia, se diluirá entre izquierdas rancias y anquilosadas, derechas recalcitrantes y luchas de poder destructivas. El sistema imperante ha probado, sin dejar ningún resquicio de duda, que es incapaz de sacar al país de su estado histórico ―empobrecido, dependiente e infame―. Eso no va a cambiar. Los aires de cambio que desató Mel Zelaya, fueron manipulados para asustar a una clase media ignorante que creyó que nos iban a invadir los come niños e iban a resucitar los bolcheviques para engullir de un bocado a la empresa privada, cuando en realidad lo que estaba en peligro era la hegemonía de los grupos de poder ―que gracias al golpe prevalecen y siguen enriqueciéndose sin estorbos―, y la entrega del país a la voluntad omnímoda del país más poderoso del mundo [que después de “dirigirnos”, “alimentarnos” y “usarnos”, durante todo un siglo, parece convenirle que sigamos como estamos].


Evolución o involución
El debate y el enfrentamiento civilizado son necesarios y deseables al interior del FNRP, pero no pueden ser eternos. Deben servir como portal de acceso a la imprescindible democratización de esa organización, permitiendo su evolución y crecimiento, porque su meta urgente debe ser aglutinar a toda la Resistencia. De otro modo, el nacimiento de otras organizaciones y/o la formación de un Frente Amplio opositor al sistema imperante serán inevitables, y el papel del FNRP se volverá secundario. Las fuerzas políticas y sociales no están supeditadas a organizaciones ni a individuos, y la historia muestra, que como el agua, siempre encuentran una salida. Solo unidos tendremos la fortaleza necesaria para tomar el poder político del país [aunque la lucha sea desigual en una arena electoral minada]. Si los caballeros que dirigen localmente el FNRP no pueden comprender esta realidad, mejor sería que anuncien públicamente que su propósito es permanecer en su lucha estéril por los siglos de los siglos, descalificándose, canibalizándose e involucionando perennemente, mientras el circo de allá afuera sigue presentando su admirable espectáculo. «No es fácil adaptarse ni abrirse al cambio ―evolucionar―, por eso las especies extintas superan en número a las que sobreviven.» Amén

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