Después del golpe de Estado, ¿cuál Constitución? por Arturo Rendón Pineda

Como no somos abogados no nos atreveríamos a ser enfáticos en nuestras apreciaciones de índole legal en torno a lo ocurrido el 28 de J. 2010, por lo que me limitaré a recordar lo ocurrido después de los golpes de Estado de que fuimos testigos a partir de 1956.

Cada vez que ocurrió un golpe de Estado, que fueron varios, para volver al ordenamiento jurídico, fue necesario convocar a una Asamblea Nacional Contituyente. Por lo tanto, después del 28 de J., los organismos internacionales como la OEA y la ONU y todos los países del mundo, han coincidido en que lo ocurrido en Honduras fue un golpe de Estado. El propio Sr. Porfirio Lobo lo reconoció en España ante la prensa internacional, lo que motivó al Sr. Federico Alvarez en su artículo “Lo que hubo fue un golpe de Estado”, para que le advirtiera a Lobo lo siguiente: “Espero que el presidente Lobo haya hablado con plena conciencia de las consecuencias de lo que dijo… porque esas palabras se las va a cobrar la historia” (fin de la cita).


El Vaticano recientemente en un comunicado de prensa dijo al referirse a nuestro país: “Que hacía votos porque pronto se restableciera el Estado de Derecho en Honduras”. Por más que se trate de enredar el asunto, aquí se ha roto el hilo constitucional, y no nos explicamos porqué continúan discutiendo el artículo 5 de la Constitución post morten, pretendiendo reformar lo concerniente al plebiscito y el referéndum para convocar a una Constituyente condicionada a intereses cuando son los constituyentes quienes asumen la representación del soberano, y queda a criterio de los mismos la redacción de la nueva Constitución sin condicionamientos de ninguna clase.


Por lo tanto creo que seguir hablando de la reforma del artículo 5 es estar hablando en abstracto, puesto que la Constitución dejó de existir a partir del golpe de Estado y “la normalidad constitucional e institucional” solo se consigue mediante la acción del Poder Constituyente. Por lo tanto, yo creo que hay que abandonar toda clase de eufemismos y calificaciones absurdas como eso de la “sucesión constitucional”. No hay manera de que los responsables evadan su culpabilidad por el delito cometido, tarde o temprano habrá que proceder a aplicar las sanciones a los tres poderes del Estado que al romper el orden constitucional, desde luego han incurrido en grave delito que es imprescriptible… y ojo… ¡esas sanciones no podrán ser cubiertas por ninguna amnistía!


Al perder legitimidad, lo actuado desde el 28 de junio a la fecha es totalmente nulo, estoy seguro de que los infractores aunque quieran disfrazarlo jamás podrán justificarlo ante los ojos del mundo, y más temprano que tarde tendrán que dar cuenta de sus acciones.


En vista de las anteriores reflexiones, la conclusión de una inmensa mayoría de entendidos en la materia, a excepción de los golpistas desde luego, lo ocurrido el año pasado fue un golpe de Estado militar. Lo dijo Pepe Lobo, lo remachó su asesor principal Dr. Ortez Colindres y para colmo, lo acaba de declarar el Vaticano. Si el criterio unánime es de que el 28J hubo un golpe de Estado, obviamente la Constitución del 82 pasó a mejor vida, de manera que no hay que darle más vueltas al asunto discutiendo lo que es obvio.


Considero que es una necedad continuar alegando que no hubo golpe de Estado cuando la Constitución fue derribada ¡de un solo pencazo! como diría un general golpista especializado en golpes de Estado. Con las elecciones ilegítimas y cuestionadas del 29 de noviembre para lavar el pecado, no se ha lavado nada ni enmendado nada, y no podrá haber absolución y mucho menos perdón.


Si el señor Lobo quiere consolidar su gobierno sucedáneo del golpe tiene que armarse de valor para arrojar a los mercaderes que él mismo introdujo “en su templo”… y sobre todo… permitir que el soberano se dé el gobierno que quiera, a través de una Asamblea Nacional Constituyente, pero incluyente como debe ser para restablecer el orden, la paz y la verdadera democracia.

Santa Rosa de Copán, noviembre 2010