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martes, 23 de noviembre de 2010

El perdón y la crisis hegemónica de la Mara del 28/6 por Julio Escoto

Ha corrido agua bajo el puente… Hasta hace pocos meses, mientras ejercía dominio directo el fascismo catracho y proliferaban los toques de queda de 30 horas, así como la represión militar en las calles, la soberbia exhibida por los actores de aquella triste aventura –que nació errada– era descomunal. Ocupaban las radios y pantallas de televisión a diario y a veces más con desplantes olímpicos, daban chuscas exposiciones en inglés, discursaban sobre ética desde los mismos púlpitos donde habían bendecido la traición, duplicaban ocultamente La Gaceta para otorgarse beneficios contrarios a la ley, saqueaban al erario y creaban y esparcían odio con su cháchara seudo constitucional. Ello para no citar, por extenso, encarcelamientos, tortura y asesinato.

Hoy la tesitura es opuesta, es la del divino maestro del Gólgota, amaos unos con otros, perdonémonos y hallemos la reconciliación… ¿qué ha acontecido para atmósfera tan bruscamente distinta como trascendental?

Debe describírsele con sencillos términos de análisis político: ha sucedido un fuerte viraje en la correlación de fuerzas y aquel predominio de lenguajes exclusivos de que hizo gala el sector golpista, imponiéndose por medio de su poderosa cadena mediática, se roturó y dio paso al cambio más profundo e intenso que jamás haya ocurrido a Honduras desde –profética casualidad– el año 1911, y que es la modificación de las percepciones subjetivas en torno a la realidad, las que surgen hoy propicias a transformaciones políticas y económicas. De pronto la gente dejó de ser el sujeto pasivo y acomodado de siempre, bobo pueblo, para asumir (empezar a asumir) alguna escala de protagonismo dentro del esquema nativo. Fue como la revelación, el despertar, honda toma de conciencia como de Segismundo, el personaje del drama "La vida es sueño", que al verse libre de inmerecidas prisiones reflexiona con intensidad y dolor sobre su existencia y futuro, reconoce a sus sátrapas y amigos, identifica a la lealtad y al perjurio, se promete jamás caer nuevamente en el peor vicio que ataca a personas y naciones: la indolencia, que es sinónimo de abulia e irresponsabilidad histórica.

¿Por qué los ayer sanguinarios y prepotentes visten togas humildes? ¿Qué es este amor ahora tan confeccionado y derretido por lo que antes despreciaban? ¿Es que la chusma dejó de serlo?... Evidentemente sí, abandonó su pasividad de engañada y colonizada y aspira a asumir control de su nación, hasta entonces olvidada de que la tuviera. Ha habido pues una crisis de hegemonía y va a escenificarse pronto la batalla de retoma de dominio entre quienes ven peligrar no solo sus intereses materiales sino, quizás peor, sus matrices ideológicas de dominación y expolio, y unas amplias masas todavía no condensadas ni dirigidas, carentes de brillante vanguardia, dudosas e indecisas del próximo paso a dar, oscilantes entre qué adoptar, si las gramáticas de la guerra o de la no violencia, si perdonar, castigar o vengar el oprobio sufrido. A gruesas paletadas tales son las texturas de la coyuntura política hondureña de hoy.

Se busca, por ende, desactivarle a esa chusma la ambición, obstaculizarle nacer y menos estructurarse. Previo al discurso duramente represivo –para el que preparan ya sus fuerzas la derecha y el abusado Pentágono– debe fingírsele amor, palabras adulatorias y gestos de hipócrita conciliación. Debe activarse en todos los frentes afectivos (escuela, iglesia, Estado) la madre de las campañas psicológicas de ablandamiento espiritual, de forma que abandone las pretensiones. Lo que tácticamente no va mal, la Mara 28 tiene derecho a intentar adormecer al pueblo otra vez, a ver si bruto se deja.

Solo que no luce el panorama así. Ha ocurrido obviamente una severa fractura social, más profunda entre más torpemente actúan conservadores y gobierno, tanto cómplices como rehenes del militarismo, de partidos políticos desgastados y de corrupción. De lo que nadie debe dudar es que vivimos, y mejor aún, estamos por vivir momentos inéditamente interesantes.

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