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lunes, 8 de noviembre de 2010

Carta pública al Sr. Insulza por EDWIN FRANCISCO HERRERA PAZ

Estimado Sr. Insulza:

Le escribo en la ocasión de renovarle mi atento saludo. El año pasado, el ex presidente de Honduras Manuel Zelaya Rosales intentó realizar una consulta al pueblo de manera ilegal. El señor Zelaya argumentaba que el pueblo tenía el derecho de decidir si deseaba una asamblea general constituyente con el fin de reformar la Constitución. Una gran proporción de la población creyó –a mi parecer acertadamente- que el objetivo del entonces presidente era reformar los artículos pétreos que le permitirían reelegirse como presidente emulando a su aliado Hugo Rafael Chávez Frías. Verá, señor Insulza; tal vez usted nos juzgue tomando como modelo su país Chile, un modelo de desarrollo en América Latina. Créame cuando le digo que Honduras es diferente.

En Honduras no deseamos la reelección de los presidentes, no por egoísmo, o porque nuestros ex presidentes hayan hecho pésimas y absolutamente catastróficas actuaciones -aunque sin duda algunos han exhibido conductas reprochables-, sino porque con cada nueva elección presidencial la esperanza retorna al pueblo. La esperanza de que algún día llegue a la presidencia aquél que pueda poner fin a nuestra chueca y retorcida sociedad; aquel que pueda poner al fin orden en los asuntos públicos. Que combata con mano firme la corrupción y que al mismo tiempo impulse la educación, la salud y la ciencia.

Le aseguro señor Insulza, que de llegar algún día un presidente así, no necesitará de cuartas urnas o de consultas ilegales. El mismo pueblo lo llevará en hombros a la casa presidencial. Pero si en algo debo darle crédito al ex presidente Zelaya y a la resistencia, es que tenían toda la razón del mundo. En Honduras sí existe algo parecido a una oligarquía, que no solamente ostenta el poder económico sino también el político y el mediático, que hace lo que quiere y cuando le viene en gana, y que mueve los hilos del gobierno “a discreción,” a su propia conveniencia económica sin importar el daño que ocasione a la sociedad.

Una oligarquía para la cual no existe nada parecido a lo que se denomina “responsabilidad social”. Que ve con indolencia suprema los desmanes, excesos, abusos y apatía de los gobernantes mientras estos bailen al son de la música que les tocan.

Tal vez no me ha entendido bien, señor Insulza. Estamos hablando de un pueblo históricamente abatido por el hambre y la miseria, en el que muchísimas familias viven con menos de 100 dólares mensuales, y al que la crisis económica actual no ha golpeado tanto, no porque tenga una economía sólida, sino porque está tan acostumbrado a vivir en una permanente recesión, que un poco más apenas se siente.

Hablamos de una sociedad abusada desde muchos puntos de vista; que raras veces observa sus aportaciones en forma de impuestos convertirse en obras al servicio de todos debido a que se despilfarra en la vida sibarita de los gobernantes y de los miles de paracaidistas que forman parte de la burocracia. Porque Honduras es un país en el que el gobierno es el mayor empleador, y los gobernantes lejos de considerar disminuir el aparataje burocrático, lo expanden creando nuevos ministerios y dependencias parásitas que chupan, cual sanguijuela, la sangre de nuestras finanzas. Hablamos de un lugar en el que los políticos utilizan como slogan a los pobres, no para ayudarles a salir de esa pobreza sino para mantenerlos en ella y así, de esa forma, no perder el slogan.

En mi país, señor Insulza, son tantos los alimentos que escapan a un adecuado control, que los médicos no sabemos en realidad qué recomendarles a nuestros pacientes. Son tantos y tan desconocidos los carcinógenos en nuestras comidas que es virtualmente imposible siquiera intentar diseñar un estudio para determinar las causas ambientales de, para el caso, el cáncer de mama.

Hablamos de un país sin salud pública efectiva ni medicina especializada para el pobre. Aquel en el que el promedio de los hombres a los que se les diagnostica cáncer de próstata deben resignarse a morir después de esperar largos años en fila para una eventual cirugía -que nunca llega- en un hospital público. Donde estos mismos hospitales no cuentan con una ampolla de analgésico para un paciente recién operado que tiene que sufrir estoicamente los terribles dolores postoperatorios.

Un país en donde el infarto cardíaco es sinónimo de una muerte segura para más del 99% de los que lo sufren; donde las carretas tiradas por caballo ya casi igualan en número a los vehículos automotores; donde existe la más absoluta impunidad a los delitos de cuello blanco, excepto si el funcionario afecta los intereses de “más arriba”; donde ningún funcionario público se mueve si no se le ofrece una “mordida”, donde la corrupción pública y privada es la norma y no la excepción; donde aquellos quiebrabancos que han dejado en la ruina a cientos o quizá miles de familias hondureñas honradas aparecen a diario en las revistas de sociedad como los magnánimos y excelsos señores que son; donde es más probable morir asesinado por algún malandrín al que le gustó su celular que de alguna enfermedad; donde el ciudadano común ve cómo se le pasa la vida sin la más mínima esperanza de prosperar; donde ese mismo ciudadano regresa deportado de Estados Unidos y lo da todo para intentarlo una vez más, y una vez más, y una vez más, y una vez más, con tal de mantener la ilusión de un futuro en el que su pesadilla eterna sea substituida por el sueño americano.

Muchos comprendemos que Manuel Zelaya Rosales algo o tal vez mucha razón tenía, y que los delitos de corrupción que se le imputan, aunque reales, son sólo una sombra de los escandalosos desfalcos de los que los hondureños hemos sido testigos en otras administraciones. Enormes, o más bien monstruosos desvíos de los dineros del pueblo para los que el castigo ha sido desplazado por un absoluto y sepulcral silencio, porque aquí el “olvido” se compra a diario.

En fin, espero que haya captado correctamente el mensaje, porque Honduras no es ni siquiera la sombra de su país Chile. Le aseguro que aquí, en una situación similar a la acontecida en Chile recientemente, en lugar de rescatar a los mineros se les hubiera terminado de sepultar para que así no quedara rastro de la negligencia. Sin embargo lo llamativo, lo que realmente llama la atención, es que a pesar de eso, a pesar de la pobreza, la inseguridad, la corrupción, la ausencia de servicios de salud y educación y el resto de miserias que aquejan a nuestra tierra, la mayoría de los Hondureños no reprobamos del todo la destitución del ex presidente.

Porque aún hay muchos hondureños dignos, y si hay algo que nos enciende los ánimos es que un extranjero nos insulte en nuestro propio territorio. Porque los hondureños vimos en Manuel Zelaya Rosales un “espejo” de Hugo Chávez; presentimos que el camino que tomaría Honduras sería semejante al de la Venezuela actual en donde existe un hombre que se autoproclama unificador y redentor de las Américas, cuando sus actos más bien corresponden a los de un psuedodictador enamorado del poder. Y fue entonces que nos invadió el pánico. Un pánico derivado de hechos reales, pero con una gran dosis de fantasía alimentada por los medios de comunicación tradicional. Nos invadió el pánico de no poder, quizá por mucho tiempo, optar por esa dosis de esperanza renovadora que se encarna en forma de elecciones libres y que nos permite decir: tal vez esta vez sí. Tal vez esta vez…

¿Y usted qué hizo, señor Insulza? Llegó a Honduras, permaneció por tres días, y sin más miramientos, o como decimos en Honduras, sin “tocarse los hígados,” regresó a la OEA e indujo a los representantes del concierto de países miembros a que castigasen a este pueblo con el desdén, con el olvido, con la ley del hielo, con el destierro. A este país, acostumbrado a vivir de la dádiva de los otros, lo condenó al aislamiento. Con ello castigaba duramente a la gente de este rinconcito del mundo sin siquiera comprenderla, porque usted no es de por aquí ni nos conoce, señor Insulza, para hacer las veces de dios y venir a castigarnos, y más aun cuando su castigo no dañó a las personas responsables de la destitución de Zelaya, sino a los estratos más pobres de nuestro país.

Pero usted no es Dios, señor Insulza. Solo un hombre que fue golpeado y no pierde la oportunidad de la revancha, de venganza simbólica contra alguien que también jugó en su tiempo el papel de un dios redentor, y que en el proceso de “arreglar” a Chile y librarlo de las garras del comunismo arruinó muchas vidas.

Por eso, lo perdono por el daño infligido a mi pueblo. Porque creo que mientras recorría las calles de Tegucigalpa para dar su veredicto, bombardeaban su mente los destellos y sonidos y el racataca de metralla de aquel fatídico día, casualmente 11 de septiembre, cuando las Fuerzas Armadas y de Carabineros dirigidas por el general Augusto Pinochet daban el tiro de gracia al gobierno y a la misma humanidad de su amigo Salvador Allende. ¡Y vea qué caminos más extraños y retorcidos los del destino! En su cerebro se confundieron los nombres Pinochet y Micheleti, ¿o sería Pinocheti y Michelet? Y en esa confusa maraña de ideas, usted vio en “el golpe de estado en Honduras” el peor de los pecados.

Pero no se preocupe señor Insulza. Los hondureños olvidamos pronto. Ya nos tienen acostumbrados nuestros propios políticos.

Me suscribo de usted no sin antes renovarle las muestras de mi más alta consideración y estima...

Blog: http://lahondurasvaliente.blogspot.com

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Dr.Edwin-Francisco Herrera-paz
Proffesor of Physiology, Immunology and Human Genetics, Universidad Católica de Honduras
San Pedro Sula, Cortés.

Respetable Dr. No me atreveria a responder su articulo si no fuera por su incongruente posicion al senalar el vicio de "pediguenos" que endilga a la generalidad del pueblo Hondureno. Usted se equivoca de palmo a palmo al irse por la ramas en tratar el problema de Honduras OBVIANDO que la actual crisis en nuestro pais se ha profundizado por el GOLPE DE ESTADO ocurrido el 28 Junio 2009,lo que parece usted NO VIO. Usted senala al presidente Zelaya como culpable de ""algunos delitos de corrupcion"" ""de querer perpetrarse en el poder como Hugo Chavez"" lo que es falso ya que s pueblo lo reelije, en fin repite exactamente matrices de opinion propias de los golpistas y sobre todo Democratas Cristianos (ya en desuso por cierto como partidos) si Dr. esos oportunistas,SI, de esos que se enquistan en cualquier gobierno que sea con tal de medrar del erario nacional. Justifica usted al ocultar el golpe de Estado que la presencia del Sr.Insulza fue por la grave violacion a la imperfecta Dmocracia ensayada por Mel Zelaya que queria justamente dar protagonismo a su pueblo con la activacion del plesbiscito. Es decir que usted se va por la ramas y no por el tronco sobre la lucha del pueblo y trata de culpabilizar a la OEA de los problemas. vaya vaya vaya y no sera que usted es de aquellitos que viendo la explosion social a las puertas decide adopta una posicion gallo gallina y afianzarse en que ""De los arrepentidos se sirve Dios"" y por eso se brinda en su opinion como ni chicha ni limonaa? Vea,los pediguenos NO SOMOS LA GENERALIDAD DEL PUEBLO sino aquellos que estando en el poder PIDEN AYUDA por la pobreza endemica producida por ellos mismos y una vez que la ayuda llega se APROPIAN DE ELLA. Espero le quede claro. Atte..R2-D2 Chat FNRPI

Edwin Francisco Herrera Paz dijo...

Estimadísimo amigo de Suiza: Los hondureños sí somos bastante pidiches. Saludos.

Anónimo dijo...

Cuando leo ese artículo me dan ganas de llorar. Eso Dr. la verdad aunque duela es amiga verdadera. Yo no soy politica, ni soy pobre, ni rica, simplemente clase media de la que trabaja todo el dia para ganarse limpiamente las tortillas, por lo tanto no me parcializo con nadie. Manuel Zelaya, tenía buena intención y mucha gente lo quería, pero vino Hugo Chávez a ofender y claro está, el indito lempira se nos subió. Ese fue el mal. Por lo demás si Hugo Chávez nos quería dar su plata, pues en-hora buena, ya tenemos el mote de pidiches, que más da. Me gusta su artículo. A unos le va a molestar, pero yyy?No tenemos mordaza aún. Lo felicito Dr. Otro sí. Lo envío anónimo porque no manejo muy bien este aparato, usted sabe...la tecnología.

Anónimo dijo...

Pobre respuesta la del autor del articulo que no logra convencerme de tener su razon y es asi,cuando faltan argumentos tambien faltan las palabras.En cuanto a donde me ubica le dire que pienso volver a ese lugar para estar de nuevo en el Examen de la Vigencia de los Derechos Humanos en Honduras.Ojala para entonces tenga redactada una respuesta a mi observacion inicial. R2-D2

Anónimo dijo...

estimado DR.
SOY HONDUREÑA y me permito hacerle esta comentario pue veo que su comentario no es bien visto ya que usted figura en la minima parte del pueblo engañada que creyo en el cerco mediatico que puisron los medios mentirosos que tenemos como era la figura de hugo chavez creo que usted es de los que creyo que hugo chavez se comeria nuestros niños.MIRE SEÑOR DR el golpe de estado se dio porque los alargartado empresarios no les convenis que se diera el cmabio en honduras
pues ellos se heredan el poder como se heredan sus bienes familiares. el gobierno le condona milloes d enrgia que no pagan y nsotros los pobres con nuestros imppuestos se las pagamso sus grandes negocios no pagan impuestos sus franquisias le parece justo tanta desgulada a usted cunato siento su poca capacida de analicis dr. basta ya son 10 familias que se han adueñado de nuestras tierras y hay que sacalos del poder a esos lagartos creo que ya es suficiente.abra los ojos mi querido dr.

EFHP dijo...

Estimado Artuditu hondureño en Suiza: No le contesto, no porque carezca de argumentos, sino porque no me interesa convencerlo ya que convencer a un convencido es "gastar pólvora en zopilote." El artículo es lo suficientemente elocuente por sí mismo.

Estimada hondureña: Alagartados los hay en ambos bandos. La cualidad se ser "lagarto" no es privativo de un grupo social, laboral, o político determinado. Esos en Honduras abundan por todos lados. Lo de Chávez comiéndose a los niños estuvo muy bueno. Muy buena imaginación. Saludos.

Anónimo dijo...

Cómo esperamos que los extranjeros nos entiendan si ni los mismos hondureños nos entendemos.
Fuerzas extranjeras, de derecha y de izquierda, han propiciado extremismo y violencia, en un pueblo hondureño historicamente pacifico y aguantador. No les ha bastado con discriminarnos y maltratarnos, sino que ahora pretenden que nos matemos para hacernos banderas de sus luchas.
Para el caso, yo, para saber lo que pasa en situaciones que involucran politicos o figuras publicas, miro un rato Abriendo Brecha y despues Cholusat Sur, luego hago una ponderacion (promediando), ya que ambos tergivesan los hechos y los adaptan a sus particulares ideas e intereses.
No obstante, yo tolero todo tipo de ideas de la Resistencia, siempre que provengan de hondureños, pero imposiciones, insultos o exigencias de extranjeros... alli si es donde la mula bota a Genaro... Eso no lo soporto. Quizas algo que en mi influyo para que decidiera no apoyar a la Resistencia, fue el anuncio de Chavez de invadir Honduras. Asi que no solo el hecho de que no soy comunista y que los dirigentes insistentes discriminen a todo aquel que no sea izquierdista, sino que actuan muchas veces con evidente malinchismo, exaltando a todos los extranjeros en detrimento de los nacionales. Llegaron incluso a colocar en una de sus consignas que esperaban que Chavez invadiera y juzgara a Micheletti y a Romeo Vasquez. Eso no lo tolero. Si me dicen que esperan que el gobierno de Zelaya se restituya y que juzgue y condene a Micheletti, pues eso si lo aceptaria, pero someterse a la autoridad de extranjeros sobre nosotros, solo puede ser producto de una mentalidad esclavista, regresandonos a la epoca de la colonia. Carlos H. Reyes y una comitiva anduvo por España poniendo quejas, tras las elecciones, como si todavia no estuvieramos independizados. Malinchistas.

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