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viernes, 15 de octubre de 2010

¡Vaya!… ¡Hay que ser abogado!

“La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”.-- George Orwell

A la mayoría de mortales, sin duda, la desesperación nos lleva a actuar mecánicamente, decir sandeces, estar irascibles, pendencieros, en fin, todo se hace menos darle uso al cerebro. Y últimamente así andan varios personajes de la vida política, más bien politiquera, hondureña.


Luis Rubí, fiscal general (más general que fiscal), ante la interrogante de un periodista de que si los hechos del 28 de junio del año pasado fueron golpe de Estado, y que así lo había reconocido el propio presidente Pepe Lobo, dijo que el presidente Lobo no era abogado… ¡Vaya respuesta tan genial! La nueva desde Honduras es que para saber u opinar sobre ciertas cosas tan obvias hay que ser, obligatoriamente, abogado.

A propósito de desesperación, un día antes de que Rubí nos ilustrara con tan filosófica frase, el empresario Adolfo Facussé, ante la impotencia de responder a una pregunta del periodista Luis Galdámez, Tras la Verdad (Radio Globo), la emprendió físicamente contra el comunicador, hecho que ha quedado registrado en las cámaras de Cholusat Sur, (Canal 36).

Claro, una respuesta como la de Rubí no es para tomársela en serio, por el contrario, sirve para relajarse, bromear un rato, y reafirmarnos una vez más que a estos héroes (¿herodes?) con pies de barro basta provocarlos un poquito para que, como el pez, mueran por la boca.

Imagínese que usted en un restaurante pide un café, siente que está muy frío y le dice al mesero. Y éste le responde: “¿Y es que es usted catador acaso para opinar si el café está frío o caliente? Bébaselo como se lo serví”. Igual que si usted camina por una calle y ve incendiándose un edificio y toma su celular y llama al Cuerpo de Bomberos para reportarlo y del otro lado le contesten: “¿Y es que usted es bombero para decir que es un incendio?”.

Tantos ejemplos más como si usted dice: “Hubieron varios muertos”, y alguien lo corrige: “Se dice hubo, no hubieron”. Y usted, en vez de agradecer, responde: “¿Y es que es usted profesor de español o de literatura?”. Es como que la madre le dijera a la hija: “Deberías de recortarte el pelo, tenés las puntas quemadas”. Y que la hija le respondiera: “¿Y es que vos sos estilista?”.

No, la respuesta de Rubí ni ofende ni enoja sino que llama a la risa. Tanto así que tanta gracia me causó que hoy escribiría sobre la excelente reflexión que hace mi colega Billy Peña sobre mi artículo “Si yo fuera ex presidente”. Billy, con toda razón, argumenta que en los Estados Unidos se sobreentiende y a los ex presidentes se les llama presidente sin el prefijo “ex”. Así es, pero, en Honduras, a raíz del golpe de Estado hay quienes temen a que uno elimine el prefijo “ex” porque ya ven a Mel saludando desde Casa de Gobierno.

Uno de los que más teme a este prefijo es Luis Rubí, es por eso que no pierde oportunidad para vociferar a todo pulmón que él lleva consigo a donde quiera que vaya la orden de captura del presidente (o “ex’, como mejor le suene a Billy) Zelaya. Y por eso es capaz de “descalificar” al propio presidente Lobo para que opine.

Por extensión Rubí nos descalifica a todos y todas quienes no somos abogados ni leguyelos para que afirmemos lo que todo el mundo sabe, que fue golpe de Estado. Por tanto lo reto a que contradiga al abogado Enrique Ortez Colindres, quien cantó, más claro que un gallo: “Lo ocurrido en Honduras fue golpe de Estado militar”. Pero mucho antes que Ortez Colindres, el 14 de mayo del año pasado, poquito más de un mes antes de que se asestara, lo había afirmado el también abogado Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh). Pavón fue más allá, incriminó al propio fiscal Luis Rubí como uno de los conspiradores del golpe de Estado, de contratar mercenarios y de intento de asesinato contra la vida del presidente Zelaya.

Uno no va por la vida preguntándole a las personas: “¿Es usted abogado?”. Si la respuesta es positiva, pues va la segunda: “¿Usted cree que lo sucedido en Honduras, en donde a punta de balas sacaron al presidente constitucional, en pijama, lo enviaron a Costa Rica…es golpe de Estado?”. Sería bastante divertido que cuando el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, calificó el golpe de Estado como tal y lo condenó, que algún embajador pidiera la palabra y le preguntara: “¿Es usted abogado?”.

Y al padre Miguel D’Escoto que en ese tiempo presidía la Asamblea General de la ONU: “¿Y es usted abogado?”. Y el embajador de los Estados Unidos en Honduras, Hugo Llorens, quien ha llamado el golpe por su nombre, ¿será abogado?

El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, que más allá de lo que la izquierda diga de él, yo me quedo con su obra y con la frase lapidaria al calificar los hechos en Honduras y llamarlo golpe de Estado, agregándole: “…una acción militar de una gran torpeza”. Es probable que Luis Rubí también lo descalifique puesto que no es abogado sino premio Nobel.

Al fiscal general Luis Rubí (más general que fiscal), habría que citarle, para que aprenda pues lo bueno se imita, la respuesta que el cantautor Juan Gabriel dio al periodista Fernando del Rincón cuando éste le increpó: “¿Eres gay?” Y Juanga con sonrisa picaresca respondió: “Lo obvio no se pregunta”.

Nueva York NY 14/10/10

robertoquesada@hotmail.com

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