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viernes, 15 de octubre de 2010

DEL DIALOGO AL CAMBIO PACIFICO

La democracia busca mantener y promover la dignidad humana expresada en las libertades y los derechos fundamentales del individuo; garantizar la justicia social; facilitar el desarrollo económico y social de la colectividad; reforzar la cohesión de la sociedad; impulsar la tranquilidad nacional y crear un clima propicio para la paz internacional. Ese es el objetivo social a alcanzar con un modo de gobierno democrático que se ha de aplicar exclusivamente a ello.
La ciudadanía tiene que asumir y activar la democracia como un derecho fundamental que debe ejercerse en condiciones de libertad, igualdad, transparencia y responsabilidad, con el debido respeto a la pluralidad de opiniones y sobreponiendo los valores de la comunidad local y de la comunidad nacional.

Honduras, como Estado democrático, debe asegurar que sus poderes públicos e instituciones de control, estén siempre comprometidos con la unidad nacional y el progreso social y, hacia ese objetivo, ordenar la actividad del Estado; lograr el cumplimiento de los deberes y de la responsabilidades de los servidores públicos; hacer efectiva la participación activa de la ciudadanía en los asuntos públicos; practicar la ética, honestidad y transparencia; y favorecer, en suma, la buena gobernabilidad.

En esa perspectiva, la iniciativa presidencial de realizar un diálogo nacional, anunciado desde el comienzo del actual Gobierno constitucional, es un paso decisivo y acertado en el camino de la democratización que conduce hacia el cambio pacífico en función de las necesidades y aspiraciones del pueblo, en su conjunto. Si la falta de voluntad o capacidad de diálogo fue la que produjo la crisis política, ese vacío necesitaba urgentemente ser llenado por un diálogo democrático pacificador con la potencialidad de traer la solución nacional que radica en hacer prevalecer el bien común y las aspiraciones colectivas de la hondureñidad.

Por eso, el nuevo diálogo es indispensable para resguardar el respeto de la diversidad de posiciones (dando a cada una de las posiciones su correspondiente y legítimo valor) y concertar las coincidencias esenciales como fuente de ideas reflexionadas que vitalizan democráticamente la pacífica convivencia social y el progreso social; y para hacer conciencia en cuanto a que la Constitución de la República es instrumento racional al servicio de un fin social, por lo que no es un simple instrumento jurídico de aplicación fría y automática, ni es tampoco mero instrumento político de aplicación incierta y sujeta a las cambiantes opiniones de personas, grupos o sectores determinados.

Con ese espíritu, como ciudadano y escritor, he expresado opinión durante todos los años pasados, en forma más reciente desde enero 2007 hasta la fecha actual, presentando ideas y propuestas concretas a favor del diálogo positivo y resultados constructivos, en artículos divulgados en este medio de comunicación social, entre ellos los siguientes: “El diálogo democrático”; “Soberanía y diálogo nacional”; “Urge nuevo diálogo político”;“Interés Nacional y Diálogo Eficaz; “Los responsables”; “Régimen democrático eficaz”; “ Cambio cierto y positivo”; “Cambio y Plan de Nación”; “Todo sea por Honduras; “Ideología de la Constitución; “Crisis, unidad y Constitución; “Ciudadanía”; “Reflexión ciudadana”; “Propuesta para una Rectificación Nacional”; “Transición democrática”; “Autodeterminación”; “Crisis y legitimidad”; “Definición Política; “Legitimidad internacional”; “ Política interior y exterior”.

El seguimiento dado a la crisis, a la situación actual y a las iniciativas presidenciales en curso, permite esperar que el recién iniciado diálogo cívico, más allá de la crisis coyuntural, atenderá lo estructural, para lo cual hemos sugerido, desde hace algunos años, que sus resultados se plasmen en un pacto político con valor económico, social, cultural y de seguridad; y al cual puede llegarse mediante consensos y arreglos éticos que son los únicos que garantizarán una solución durable y la erradicación progresiva y cierta de las causas del desasosiego nacional.

Hoy tenemos mejores condiciones que en el pasado reciente, al contar con una Visión de País al 2038 y un Plan de Nación al 2022 que este diálogo puede y debe completar, incluyendo sus resultados como parte esencial del esperado Plan Nacional de Desarrollo (2011–2015) para guiar el funcionamiento eficaz de la administración pública, en su acción interna y externa, con participación activa de sociedad civil incluyendo al sector privado, con un Presupuesto General de la República que sea instrumento de gestión y control de la eficacia de ese Plan, y con una Política Integral Anticorrupción que sea adoptada y aplicada como política de Estado.

Contribuyamos a que el diálogo cristalice de manera transparente y equitativa, como un nuevo trato, en beneficio del bienestar concreto del pueblo y de una historia nueva y positiva sobre la transformación de Honduras por la ciudadanía.

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