Asamblea Nacional Constituyente por Ernesto Alvarado Reina

No podemos permanecer indiferentes a los cambios, la coyuntura política actual marca ante la complejidad de problemas, una representación y una imagen de Honduras, reflejada por el temperamento y carácter de todos los hondureños, dando inicio a una nueva dimensión de prolongada estabilidad y bienestar.


Frente a la desfavorable actitud crítica, identificados con el presente y futuro de la nación, en forma de contribución invaluable, hay que elevar y conducir al país por nuevos horizontes de grandeza, determinación y profunda trayectoria moral.


Nuestra patria necesita de un auténtico espíritu luchador, generación de pasión creativa o imaginación positiva en un destino colectivo impregnado de propósitos de utilidad y servicio público.
La guía de inspiración en la búsqueda de una ocupación distinta preparada y robustecida en los marcos vitales de los conceptos políticos modernos, no ha desaparecido, sino que al contrario, se adhiere al rutilante forjamiento de aceptable consideración general. La bajeza política corroe los cimientos de la sociedad, en el libre desarrollo de Honduras. Empero, hay que frenarla mediante ideales y promesas a cumplirse dentro de un marco patriótico, reconocimiento de los importes nacionales y justicia proporcional, revelando un particular gesto, una honorable rectificación y una entrega invaluable para vencer las dificultades.


Envueltos en una indicación de genuina democracia, las fuerzas vivas y los que dirigen los organismos de gobierno deben en forma seria y responsable abrir avenidas de armonía, tranquilidad y desarrollo material y espiritual, concibiendo planteamientos que sin lugar a dudas, busquen nuevos espacios para la patria.
Establecidos los conceptos anteriores, es necesario señalar lo que significa una Asamblea Nacional Constituyente, tomando en cuenta el concepto doctrinario y práctico, anotamos que consiste en un cuerpo legislativo extraordinario elegido o convocado por el pueblo con la finalidad de establecer, implantar o reformar la Constitución Política de un determinado Estado. En términos generales, es una reunión de ciudadanos capaces, responsables e inteligentes de nombramiento popular, con un fin acordado de modificar o suprimir el texto constitucional.


En un recuente histórico Honduras, ha tenido ocho asambleas nacionales constituyentes, destacándose las del año de mil novecientos treinta y cinco (1935), que perpetuó en el poder al abogado: Tiburcio Carías Andino y la comprendida en el periodo del doctor Roberto Suazo Córdova, en los años de mil novecientos ochenta y uno al ochenta y dos (1981 y 1982) que pronunció y aprobó la actual Constitución de la República.
Un gobierno surgido de la voluntad popular libremente expresada en las urnas, en una contienda o disputa electoral, obedece los dictados del soberano a quien debe de consultarse sobre asuntos delicados o de inusitada trascendencia, sean de interés nacional o internacional.


Una discusión nacional se ha producido a raíz de ello; algunos son del criterio por destrabar el artículo cinco de la Carta Magna.- Para los partidos políticos tradicionales, hay que quitarle los candados, cortapisas, cercos o valladares que impiden la reforma.- Los liberales en resistencia son de opinión en la necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, misma que debe surgir de una verdadera reconciliación nacional que indudablemente pase por un diálogo, escuchando los criterios del pueblo, que es soberano en este tipo de decisiones.


En realidad, hay que poner al día los ordenamientos legales tomando en consideración el momento histórico que vivimos en este país, por eso las entidades políticas de sobresaliente respeto en Honduras, deben abarcar todos los aspectos que comprende la parte teórica y práctica del accionar gubernamental, a fin de concertar reformas elementales a las estructuras de poder, y por consiguiente, unir al pueblo hondureño. Conviene traer a colación el pensamiento vivo de Marco Tulio Cicerón cuando expreso: “Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres, la honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho”.
En definitiva, estimamos que la resolución de los problemas como la pobreza, la falta de salud e higiene, la carencia de empleo, la incultura, la poca instrucción, la inseguridad, la corrupción institucional y la gran cantidad de males generales, se combaten frontalmente con elevar el nivel de vida del pueblo, implementando políticas reales que llenen la necesidad de generar ocupación para todos, incentivos atrayentes a la inversión nacional o internacional, persiguiendo nuevos espacios de abierta consideración amplia, franca y capaz de disminuir las injusticias existentes, castigando con todo el peso de la ley a los culpables de la crisis, o bien a los sujetos se apropian o sustraen el dinero del pueblo y con delicado accionar del erario