La clase obrera organizada del país, a partir de la huelga de Mayo de 1954 contra la Tela Railroad Company, ha tenido periodos de auge y creciente combatividad en defensa de sus reivindicaciones más sentidas a la par con los criterios políticos e ideológicos que les corresponde como la clase más revolucionaria y avanzada de la sociedad hondureña.
Los caminos de Mayo del proletariado nacional, han sido escabrosos, empedrados y difíciles, pero a pesar de los avatares y de las trampas puestas por la burguesía reaccionaria y el imperialismo, se ha mantenido, aunque no en la unidad, organización y conciencia que tenían los dirigentes de antaño, que al morir no tuvieran la continuidad debida para enfrentar las luchas y dificultades de un mundo globalizado.
El sindicalismo hondureño avanzó en los años 70’s, cuando los militares irrumpieron en la vida nacional con gobiernos que aplicaron algunos cambios progresistas y cuando existía un partido revolucionario que aun con los errores históricos cometidos, orientaban correctamente a los trabajadores a comprender sus conquistas económicas políticas e ideológicas.
Esta dirigencia obrera, enfrentó a líderes sindicales de gran capacidad, energía y entrega que defendían los intereses de las transnacionales bananeras y a los terratenientes como Oscar Gale Varela, Celeo Gonzales, Víctor Artiles, y Reyes Rodríguez, mismos que fueron alumnos distinguidos de la ORIT.
Cuando irrumpen los gobiernos producto de los procesos electorales, con Suazo Córdova, los sindicatos entraron en un periodo de estancamiento y comienzan a debilitarse por la conducta oportunista, entreguista y al servicio de la patronal de muchos de sus más altos dirigentes.
Este impasse es aprovechado por los empresarios y patronos que dan pasos muy importantes en el sentido de eliminar muchas conquistas de los trabajadores y violar el Código de Trabajo, fundamentalmente en las maquilas en las que empresarios coreanos y los árabes del patio, convirtieron en papel mojado las leyes laborales del país.
Esta práctica anti laboral, se convirtió en un sistema, se deterioraron a más no poder las relaciones obrero-patronales, se abandonó la lucha ideológica y política, sólo se dedicaron a pelear contratos colectivos y pequeños aumentos de salario, castrándose de esta manera las verdaderas conquistas proletarias, sus derechos por una vida más digna, decorosa y mejor.
Por mucho tiempo entonces, los trabajadores con sus organizaciones han estado más que todo vegetando y haciendo huelgas por empresa, sin la correspondiente solidaridad de los demás sindicatos, así hemos visto protestas callejeras, con cincuenta, ochenta o cien trabajadores, demostrando de tal manera, una ostensible debilidad, que llama a la risa.
La actitud indiferente, fría, pacífica y tolerante, es la tónica de los trabajadores con sus sindicatos y centrales obreras en los últimos seis gobiernos que tuvimos los hondureños.
Tal situación de mediatización, no debe entenderse como si no existiera un sector sindical que siempre se mantuvo en lucha y logrando contratos colectivos de trabajo que benefician a sus afiliados.
Después del golpe de estado, a siete meses de la administración nacionalista dirigida por Pepe Lobo, se notan algunos cambios en la unidad y fortaleza del movimiento sindical hondureño.
La crisis económica se ha profundizado tanto que la actitud gubernamental es tan reaccionaria, lenta, llena de mediocridad, que los trabajadores ya se cansaron, por lo que empiezan a poner ultimátum a las decisiones equivocadas que perjudican sólo a los que producen beneficiando a los patronos.
Es lo que ocurre en los actuales momentos que las tres centrales obreras, CTH, CGT y la CUTH han llamado a la huelga general por la no aprobación del salario mínimo y en rechazo a la Ley de Empleo Temporal que promueve el presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández.
Según los acuerdos y resoluciones aprobadas por las tres centrales, el viernes 13 de agosto en SPS, paralizarán el país en los próximos días para exigir el aumento al salario mínimo y parar la aprobación en el Congreso Nacional de la Ley de Empleo Temporal que promueve el gobierno nacionalista a través del Poder Legislativo.
El secretario general de la Fesitranh, José Dolores Valenzuela, explicó después de esa reunión que “todos los trabajadores nos iremos a la huelga general, quedando pendiente la fecha de su realización”.
Hay que señalar que estos dirigentes de las centrales obreras, han sido exageradamente pasivos y tolerantes con los empresarios, que le han estado negando el aumento salarial a los trabajadores, el cual debió ser aprobado en el mes de enero del año en curso.
Recordemos que en el gobierno de Mel Zelaya, después de tantas largas puestas por los empresarios, éste tuvo que tomar la determinación de aprobarlo con Lps.5,500.00 en los centros urbanos.
La medida no gustó a los empresarios y se opusieron algunos a pagarlos y esa fue una de las causas del golpe del 28 de junio.
Micheletti tiró por la borda el salario mínimo de 5,500 y está todavía en discusión porque los empresarios sólo quieren pagar un pequeño porcentaje.
La situación se torna difícil y peligrosa para el gobierno porque se suman a la Huelga General, el FNRP y el Bloque Popular que daría mucha fuerza a los trabajadores.
Muy raramente han ocurrido huelgas generales en nuestro país; recordamos la de mayo de 1954 que fue el faro que iluminó la organización de los trabajadores; por lo demás, sólo se han concretado a amenazas y a medidas de presión para lograr objetivos económicos.
Es un hecho que a la huelga general de las tres centrales, se unirían los maestros y los estudiantes universitarios que también están en huelga, por lo que la situación puede caldearse y se formaría un polvorín de impredecibles consecuencias.
Al gobierno sólo le queda aprobar el salario mínimo al que le ha dado “mucha larga” y engavetar la Ley de Empleo Temporal para tranquilizar las aguas y volver a la paz que teníamos los hondureños antes del 28 de junio 2009.
Los empresarios más que en sus ganancias y patrimonio, deben pensar en el destino del país porque si piensan que un golpe a Pepe Lobo les sacará “las castañas del fuego” están muy equivocados porque hoy la situación es diferente en el aspecto nacional e internacional. Los problemas hay que solucionarlos dando la cara y no sólo estar pendiente de lo que dirá Papá Fondo. La opción está planteada: salario mínimo o huelga general.
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