Por Roberto Quesada
“…conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”-- Juan 8:32.
La cantidad de correos de lectores y lectoras que me llega de Honduras y otras partes es bastante, en su gran mayoría son solidarios y le animan a uno a continuar escribiendo (aprovecho para anunciar que desde ahora me tendrá los lunes y jueves en Diario Tiempo, periódico tan democrático que hasta los columnistas y “analistas” golpistas tienen cabida). No obstante, siempre llega uno que otro de desacuerdo, lo que es correcto cuando se vive en una democracia. Leo uno de alguien que trata de convencerme de que en Honduras existe total libertad de prensa, argumenta con educación y lo firma con su nombre. Luego abro otro que tiene un seudónimo (como suelen hacerlo los cobardes golpistas) alemán y tiene amenazas y rabia (babeante) y asegura que en Honduras no se violan los derechos humanos, incluidos el de la libertad de expresión. Aunque allí mismo amenaza a Diario Tiempo y dice que don Jaime Rosenthal y yo deberíamos de irnos a vivir a Cuba. Tampoco faltan los insultos raciales llamándonos judíos.En eso estaba cuando recibo llamada del periodista uruguayo Rubén Sánchez, quien me pide sintonizar Radio Globo o Cholusat Sur, pues en ese momento estaban allanado Cable color, compañía de satélites de Honduras. En efecto, allí estaban, fiscal y policías cumpliendo con una orden de no sé quién a la velocidad de la luz para sancionar por motivos no especificados a Cable color y Canal 11. El asunto se puso tenso e inmediatamente se hicieron presentes miembros de la organización Cien abogados contra el golpe de Estado (que ahora ya son más de quinientos). También llegó el ‘comisionado’ de los Derechos Humanos Andrés Pavón, y así fueron llegando otros líderes como Marvin Ponce con su brazo aún visiblemente afectado como muestra de la agresión de que fue víctima por las Fuerzas Armadas. Así son de obvias las violaciones a los derechos humanos y a la libertad de expresión en Honduras, que aunque alguien quisiera ser moderado en las críticas no podría, no se puede negar lo que el mismo gobierno de facto se encarga de poner a la luz pública nacional e internacional, que tiene a Honduras sometido con un régimen de terror, intimidación, que pretende hacer callar, desinformar y arrodillar al pueblo hondureño. Afortunadamente el pueblo hondureño ahora es otro, y ya no se deja engañar ni pisotear, inmediatamente llegaron a las instalaciones de Cable color y Canal 11. Y así esa heroica Resistencia hizo retroceder las pretensiones golpistas de cerrarles sus medios de comunicación.
También nosotros hicimos de inmediato lo que corresponde como buenos hondureños y seres humanos, denunciar ante la comunidad internacional este nuevo atropello contra la libertad de expresión. A la vez nos preparábamos para viajar a Boston, a un acto solidario con la resistencia, realizado por Proyecto hondureño, que preside Tito Meza, fundado en el 2000, miembro de la Alianza de Comunidades Latinoamericanas y el Caribe ( NALACC, por sus siglas en inglés) y que su misión fundamental es la defensa del inmigrante hondureño y latinoamericano, denominado Concierto Morazán vive.
Nos dirigimos a Chelsea, Boston, no lejos de la Universidad de Harvard, en donde estudiaron Barack Obama, Bill y Hillary Clinton, y en donde hace ya algunos años presenté mi novela The Ships (traducida por Hardie St. Martin, mismo que tradujo a Pablo Neruda). Me acompañaban los hermanos Jesús y Cristina Flores, integrantes de HondurasUsa Resistencia y llegamos al lugar en donde se realizaría el evento.
Aunque los artistas provenían de distintos países latinoamericanos, el grueso del público era hondureño. Muchachas, señoras, niños, ancianos, de todo. Inauguró el concierto el cantante hondureño garífuna Omar Suazo, quien interpretó hermosas canciones de su autoría en su natal lengua garífuna. Suazo se ganó la ovación del público y tuvo que cantar algo más a petición popular. Así fueron desfilando otros artistas: Sergio Reyes, Diego Luis Peña, Livio Arias, José Luis Meza. Por supuesto, la representación neoyorquina no podía quedarse atrás y motivado por la efervescencia cultural de esa noche di lectura a mi cuento Jevoar (parte de la colección de El desertor), fue hermosamente impresionante ver y sentir cómo mis compatriotas gozaron esa historia escrita en puro lenguaje coloquial catracho. Las carcajadas fueron tales que me contagiaron y tuve que interrumpir en varias ocasiones la lectura. Al finalizar, aparte de firmar libros tuve que responder por la ausencia de Lucy Pagoada y cargarle muchos saludos al escritor y amigo Billy Peña.
Dio cierre al concierto el cantautor uruguayo-americano Simon Ríos, quien interpretó varias de sus piezas y remató el punto final con su ya popular canción Golpe en Honduras (pueden escucharla entrando a (http://www.hondurasusaresistencia.com/ ), el público coreó con él su canción y los vivas a Honduras y Morazán no se hicieron esperar… Ah, y, por supuesto, no podían faltar los vivas a Mel, urge Mel, que regrese Mel.
Tito Meza, quien fungió como maestro de ceremonia, recordó las razones por la que nos encontrábamos allí, el golpe de Estado-Militar en Honduras, la violación a los derechos humanos, a la libertad de expresión… Todo esto me hizo recordar a los poquísimos que con educación tratan de persuadirme de que en Honduras no pasa nada, así mismo a los que con seudónimos alemanes me envían amenazas por denunciar las constantes violaciones a la libertad de expresión. Pensé que sería bueno repetir el concierto musical, poético y narrativo de esa noche e invitarlos para que sean testigos de cómo el pueblo hondureño también fuera de las fronteras patrias se integra a la resistencia y clama por la expulsión del poder a los golpistas, el regreso a la constitucionalidad y la restitución del presidente democráticamente electo Manuel Zelaya Rosales.Iba a hacerle la propuesta a Tito Meza cuando una pregunta me invadió, y como sabemos de dónde proceden esos correos, allí mismo me respondí: “No vale la pena invitarlos, es casi seguro que no tienen visa para Boston”.
Chelsea, Massachusetts
21 sep. 2009.
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