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lunes, 21 de septiembre de 2009

Odioso bozal por Billy Peña

No hay duda que el gobierno de facto ha sacado el bozal con la malévola intención de obstaculizar la libertad de expresión, sin ninguna vergüenza, en este país. La actitud autoritaria de la delincuencia oficial ha quedado comprobada con los daños ocasionados al equipo de transmisión de la televisora Cholusat (Canal 36), con amenazas gangsteriles a las emisoras Radio Globo y Radio Progreso y, el jueves pasado, con los actos de sabotaje a los que estuvieron expuestos el Canal 11 (Sotel), Cable Color y Diario TIEMPO. Este diario no circuló el viernes pasado causando una verdadera conmoción entre sus miles de lectores. Me extrañó mucho no encontrarlo en el patio, donde lo recojo diariamente a tempranas horas de la mañana. Poco después recibí varias llamadas telefónicas de personas que me preguntaban si había algún problema. Recibí llamadas de El Progreso, Puerto Cortés y Tela, sin embargo, tuvimos que responderles que ignorábamos lo que sucedía. Fue hasta más tarde que nos enteramos de la represión característica de regímenes dictatoriales. Ahora nos preguntamos cómo reaccionarán ante el atropello la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Comisión Interamericana para la Libertad de Expresión de la OEA, la Organización para América de Human Rights Watch y otras asociaciones dedicadas a velar por el respeto a las libertades a las que tenemos derecho todos los que vivimos y trabajamos bajo sistemas democráticos, constitucionales y republicanos. Lamentablemente, el gobierno de facto atropelló la libertad de expresión en nuestro país… y el mundo lo sabe. Sólo operan con seguridad los medios golpistas. Este gobierno no se da cuenta que con cada uno de sus actos represivos y autoritarios está cavando su propia tumba porque, con cada día que pasa, se profundizan el repudio y el rechazo que siente el pueblo —y el mundo— por el sistema inconstitucional.
En Centroamérica, donde con frecuencia se acusa a los periodistas de desestabilizar el status quo, dedicarse al periodismo puede resultar peligroso. Los poderosos y los personajes de gran influencia consideran agitadores a los comunicadores que escriben a favor de la democracia, la justicia social, el respeto a los derechos humanos y la transparencia de los gobiernos, rechazando la corrupción y el latrocinio. Los oligarcas que apenas representan el 10 por ciento de la población y controlan el 98 por ciento de las riquezas nacionales, consideran que los periodistas integran una conspiración socialista… es por eso que sacan el bozal y recurren al sabotaje para silenciar a los medios de comunicación democráticos, de verticalidad republicana. No les conviene que exista la libre prensa en la América Central, cuya población combinada es de aproximadamente 30 millones de personas pobres y la región, caracterizada por una economía putrefacta y por la violencia brutal, se tambalea peligrosamente al borde del abismo de la anarquía. Los gobiernos civiles, herederos de gobiernos militares delincuentes, siguen atrofiando los esfuerzos por lograr la igualdad social y utilizan el sabotaje y otros métodos de intimidación —en ocasiones silenciando— las voces activas que favorecen las reformas necesarias, y eso incluye a los periodistas y a los periódicos republicanos y democráticos, como Diario TIEMPO. Lamentablemente, los periodistas hondureños, paralizados de miedo, no se atreven a decir que todos los problemas del país se deben a una asquerosa combinación de voracidad, corrupción, negligencia e ineptitud gubernamental. También el pueblo —mareado de hambre— vive atemorizado, más ahora que está manoseado por un gobierno de facto. Se ha dicho que en Honduras no existe la libre prensa porque está a la venta. El periodista que valora su vida se vende, o bien, se expone a que lo aplaste un bus. Cuando llega el momento en que las presiones del gobierno manipulan al periodismo, todo está perdido. Un país carente de libertad de expresión se aletarga, se duerme pero se enfrenta a un explosivo despertar.
Pasan ocho años desde que consulté con el veterano periodista, diplomático y novelista franco-americano, W. E. Gutman, sobre la libre prensa. Gutman vivió en Tegucigalpa dos años mientras cubría a todos los países centroamericanos especializándose en temas sociales. Lo felicité por su conmovedor artículo titulado “Doña Nadie”, publicado en el periódico “Honduras This Week”, editado en inglés en Tegucigalpa. Pero Gutman tuvo que abandonar el país pues fue amenazado de muerte cuando escribió a favor de las etnias indígenas y denunció el asesinato del líder Cándido Amador. Sintió lástima por Honduras y su gente. Gutman, nacido en París, obtuvo su título en la Sorbona y ahora, retirado del periodismo, escribe libros y, de vez en cuando, artículos periodísticos. Religiosamente lee la edición digital de Diario TIEMPO.
Cada lector tendrá su propia opinión pero el periodista deberá dedicarse únicamente a escribir los hechos, libres de eufemismos. La Historia está escrita con hechos y con sangre. El que tenga miedo, entonces que se dedique a vender naranjas.
Septiembre 21, 2009

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