Nadie duda que la educación es pilar fundamental del desarrollo, pero no es el único; “apostar a la educación” y olvidarnos de todo lo demás como lo vienen planteando los oyentes del señor Andrés Oppenheminer, es lo más ilógico que en materia de estrategia del desarrollo he podido escuchar.
Creo que el distinguido analista y corresponsal del Miami Herald no dijo semejante cosa, de repente es que estos de aquí no le entendieron o quizás oyeron la conferencia a medias, entre llamadas de celular y mensajitos.
Una reforma educativa por muy transformador que sea su espíritu, por sí sola es incapaz de apalancar el desarrollo; para que tal reforma logre este objetivo debe ser componente de un conjunto de reformas en otras áreas fundamentales de la vida del país. Estas reformas interactúan en el marco y con la lógica de un sistema y al poseer un claro espíritu transformador propician el progreso general.
Si esto no se hiciera y navegáramos hacia una reforma educativa fuera de contexto, como lo apuntan los líderes del Congreso, del Poder Ejecutivo y del Partido Liberal, lo que lograríamos sería continuar deformando los procesos sociales de la nación y remachando el atraso.
La mayoría de las economías asiáticas, Corea del Sur entre ellas, han logrado niveles espectaculares de crecimiento con un proceso de industrialización y de apertura al mercado externo cuya base de sustentación ha sido el desarrollo de la agricultura.
La fuerza de trabajo calificada, la alta competencia científico-técnica, el afán por inventar e innovar procesos en aquel país no han venido surgiendo de la nada o de la cabeza de los políticos, sino cuando el mismo proceso de desarrollo ha ido planteando al sistema educativo y al genio emprendedor tareas congruentes con su dinamismo; lo virtuoso en este circuito de retroalimentación es que tal sistema educativo ha podido responder.
He advertido que cuando hay interés en negar o posponer reformas estructurales los defensores del sistema se refugian en la educación; lo cierto es que si se está hablando en serio de un proceso de desarrollo, no se puede dejar de impulsar otras reformas sin las cuales la educativa se queda dando vueltas en el vacío como rueda suelta.
Reforma del Estado para lograr transparencia, eficiencia y competencia; reformas políticas para que la democracia prospere, y la fundamental: la reforma agraria, minera y forestal, base de una dinámica economía de exportación de productos con valor agregado, y de servicios, fuente de alimentos y empleo, generadora de equidad social y de un amplio mercado interno.
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