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viernes, 14 de octubre de 2011

Del Movimiento Social al Partido Político " Marco Burgos "

La conformación de un partido político está muy lejos de referirse únicamente al trámite de su inscripción aun cuando éste sea un paso necesario para su participación legal en la lucha por el poder político.

El Presidente Mujica de Uruguay, recientemente en una entrevista nos contaba a los lectores que él entregaba el 50% de su salario al partido y lo justificaba afirmando que el partido le había dado, a lo largo de su vida, todo lo que él tenía; se refería a la protección de su propia vida, a las amistades y compañeros y compañeras más queridas, incluyendo a su esposa, a su educación y formación política y por supuesto, al reconocimiento del pueblo Uruguayo que lo hizo su Presidente y que le confía el destino de su organización social después de más de 50 años de lucha.

Esta afirmación del Presidente Mujica, para nada debe ser entendida como un “alarde”, sino más bien debe obligarnos a meditar sobre la profunda “simbiosis” o “integración” entre la vida personal y las aspiraciones humanas de un individuo y los objetivos sociales de una comunidad.

La pregunta, o para hablar en términos formales, el problema a discutir es ¿Cómo lograr una organización y una integración de esta naturaleza? y más precisamente ¿Cómo hacer para que nuestro partido “Libre y Refundacionista”, pase de la mera “indignación social” con banderas enraizadas en la injusticia y la pobreza a una “conducción social” comprometida y sostenida?

La propuesta de estos apuntes, pasa por tocar tres puntos que pienso deberían contribuir a construir un Partido que se meta en la vida de las personas y a través del cual las personas se sientan orientadas para lograr la efectiva mejora de las condiciones de vida de las grandes mayorías del país:

  • En primer lugar necesitamos una estructura gerencial formal. Esto quiere decir que el Partido debería edificarse alrededor de gerencias o comités coordinadores(as) que trabajen alrededor de un plan de trabajo con objetivos específicos y metas temporales definidas de acuerdo con las decisiones políticas de la Asamblea o del Comité Coordinador. Es evidente que para ello necesitamos gerentes(as) profesionales en cada puesto con funciones bien claras a quienes deberíamos exigir resultados en el cumplimiento de sus metas, las cuales deberían ser revisadas y evaluadas de manera constante por el comité coordinador y por la sociedad en general. Evidentemente este proceso requiere una “profesionalización” del partido y una formalización de las jerarquías, sistemas de toma de decisiones, sistemas de comunicación, mecanismos de recolección de recursos financieros y de todo tipo; pero sobre todo del establecimiento de las condiciones éticas y valores dentro de los cuales el Partido debe construirse y que se han repetido a lo largo de cientos de reuniones a lo largo de éstos dos últimos años; todos queremos: amplia participación, democracia interna profunda, participación igualitaria de género, visión de bienestar general a partir de principios socialistas y comunitarios, convivencia y recuperación del medio ambiente, soberanía alimentaria, visibilización y amplia participación de grupos tradicionalmente marginados como jóvenes, niños, discapacitados, ancianos, grupos étnicos, grupos de la diversidad sexual no tradicional, etc.

  • Un segundo aspecto sobre el que tenemos que trabajar profundamente es el de construcción de “confianza mutua”. No se trata solamente de aprender a elegir o colocar correctamente a nuestros(as) coordinadores y representantes, sino que debemos “crear un ambiente de confianza, apoyo mutuo y de crecimiento continuo de la unidad e identidad de grupo”. El Partido “Libre”, debe ser el más trabajador, el más honesto, el que promueva más valores, el que defina una posición clara y coherente en todos los temas de interés; debe ser el partido que permita la mayor apertura y participación, debe ser el menos discriminatorio, el que abra más oportunidades, el que logre mayor participación y el que facilite la participación sobre todo de los hasta ahora han tenido más dificultades para participar; el Partido “Libre”, debe de ser el que más cuadros forme, el más transparente, el que rinda cuentas de todos sus actos, el que oriente mejor a la población, el que logre aglutinar a las mayorías y en el que más se renueven las personas en los cargos y los puestos.

La construcción de la confianza se logra únicamente con la dedicación, el esfuerzo, la transparencia y la verdad. Por supuesto que la construcción de esta confianza mutua, requiere que todas las personas que formen parte del partido puedan sentirse identificados con él; no sólo con sus colores, su música o su bandera, sino sobre todo con sus espacios, con sus valores, con su mística de trabajo y con los resultados del trabajo. Los simpatizantes, deben tener sus espacios, deberes y derechos, los colaboradores los suyos y los miembros o militantes los suyos.

  • Un tercer aspecto, muy relacionado con los otros dos, es el de la necesidad imperante de establecer estrategias comunes y aprender que en éste punto es en dónde se encuentran las mayores diferencias entre los miembros de un partido. Es relativamente sencillo decir qué queremos, pero no es muy sencillo definir una forma específica de trabajar para alcanzar lo que queremos. Profundizar en el “contenido” de esta temática es un factor determinante de la unidad política de un grupo. La estrategia requiere una construcción de mucha discusión que considere los factores y elementos más prácticos y realistas posibles. La mayoría de las propuestas estratégicas son teóricamente coherentes pero completamente irrealizables o muy poco factibles. Tener plena conciencia de las capacidades, medios o recursos que tenemos o que tienen los adversarios, las condiciones, las oportunidades y las tendencias, requiere de una mezcla de todos los sentidos, la observación, la experiencia, el coraje y la persistencia voluntariosa.

Ojala en el próximo futuro podamos gozar de una Honduras refundada y reconstruida sobre nuestros propios hombros y de acuerdo con nuestra propia voluntad y aspiraciones. Una Honduras en la que tengamos nuevos y nuevas próceres que nos hayan dejado sus ideas, sus valores, sus orientaciones, sus ejemplos laboriosos a seguir para el logro de lo más bellamente anhelado, y que esos hombre y mujeres sean parte de los que hoy construyen nuestro Partido “Libre y Refundacionista”, la institución que ésta naciendo de la semilla del movimiento social más hermoso de la historia del país: el Frente Nacional de Resistencia Popular.


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