La tarea del Frente
Amplio de Resistencia Nacional, o el Frente Nacional de Resistencia Popular,
como quedó bien claro en la Asamblea Extraordinaria de ayer sábado 17 de
septiembre, es sumamente compleja, no por los requisitos que el gobierno de la oligarquía
quiera manipular para evitar su inscripción, o por la pantomima de descalificar
firmas por miles que seguramente ya está bien planificada, sino por el camino
tortuoso que se vislumbra para sus militantes y dirigentes. La estrategia de “limpieza
ideológica” al estilo Uribe, está en marcha, sin signos de que esta política cambiara
de ningún modo y cuenta con el apoyo sin tapujos del imperio (algunos dicen que
le echamos la culpa de todo a estos señores, ¿será posible que existan otros
culpables después de un siglo de lo mismo?.
Por otro lado, se tiene
que producir en corto tiempo un planteamiento concreto para el pueblo en términos
del cambio que nos proponemos llevar adelante en el país. Los eslóganes de la
derecha, trillados y sin fundamento, son su mejor arma, por lo que imponer una
agenda de verdadera transformación es esencial dentro del programa de trabajo
del frente en los próximos meses. En pocas palabras, tendremos que defendernos
de los sicarios de todo tipo, al tiempo que impulsamos la creatividad de todos
nuestros colectivos para proponer; estamos, sin duda alguna, en el laberinto
donde ocurre el doloroso parto de la nueva Honduras.
De inmediato se plantean
acciones que nos orientan a una lucha más organizada por la defensa de los
derechos de miles de hondureños y hondureñas que han estado sometidos a enorme presión
por las políticas neoliberales, produciendo una verdadera guerra entre el régimen,
lacayo de los grupos facticos y la sociedad misma. La movilización parece una
de las armas más efectivas con que contamos, pero debería tratarse de ir
escalando los niveles en las mismas, después de todo, el descontento si es
creciente, y nuestra indefensión es ostensible, en todos los ámbitos de la vida
cotidiana. La impunidad es tremenda, acosa en todas las direcciones, incluso a
aquellos que no intervienen abiertamente en la lucha; por ejemplo los bancos
hacen un festín dejando en la calle a numerosas familias, mientras se niegan
sin empacho a impulsar la economía nacional; los tribunales condenan al pobre a
pagar interese de usura, y a las personas decentes se les persigue como si
fueran animales de presa.
El poder judicial es poco
menos que una porqueriza donde se revuelcan los jueces para cometer todo tipo
de fechorías. Este seudo poder del Estado, podrido desde sus cimientos, solo podrá
corregirse mediante un inicio desde el “punto cero”, desde la Asamblea Nacional
Constituyente, como parte del proceso de refundación de la patria. Está claro
que los incontables recursos que se han invertido en modernizar los aparatos de
justicia no han servido de nada. Si nos sometemos a la idea sistémica de que
todo se mide por sus resultados, los órganos administradores de justicia de
Honduras deberían ya estar en el cesto de la basura. Hoy, todo el andamiaje
legal del país está dirigido a perseguir políticamente a los opositores al régimen,
y al golpe de Estado Militar, mientras se cometen las arbitrariedades más
variadas e inimaginables contra toda la sociedad. Literalmente, no existe
justicia en Honduras, y en su lugar se ha posicionado la irracionalidad más
extrema que se haya conocido.
Ante tal estado de cosas,
se ha aprobado la recolección de firmas para presentar al Congreso una
solicitud para que lleve a cabo un plebiscito que consulte al pueblo si desea
que se derogue la amnistía que protege a todos los delincuentes (materiales e
intelectuales) que consumaron el golpe
de Estado Militar del 28 de junio de 2009, así como a los responsables de la comisión
de crímenes contra la humanidad, y violaciones a los derechos humanos. La lucha
civil del pueblo avanzando en busca justicia se da en momentos en que el Jefe
del estado Mayor Conjunto, y participante del secuestro y expatriación del
presidente constitucional de la República, ha dicho que los eventos en el Bajo
Aguan son una “emboscada hecha por guerrilleros” contra el ejército.
Las declaraciones del
general y beato, no son casuales; hace muchos meses venimos advirtiendo que se
estaban produciendo las condiciones para, mediante la invención de una
insurgencia armada, justificar arrestos, torturas, persecución y asesinato de
miembros de la resistencia nacional. El patrón se ha seguido al pie de la
letra, y antes de que termine el 2011, ya se cuenta con un escenario para
aumentar las ejecuciones de nuestros miembros. Informes de buena fuente nos
indican que en cualquier momento nos mostraran mapas conteniendo los supuestos “puntos
ciegos” desde donde ingresan las armas procedentes de Nicaragua. Todo esto
obedece a un plan mayor, coordinado por el departamento de defensa de los
Estados Unidos de América.
Mientras esto sucede, los
“juececitos” y “magistraditos”, hacen su papel de sirvientes y someten a
Enrique Flores a una situación extrema, en la que ellos sostienen a la victima
de los pies, amenazándola con dejarla caer al caldero hirviente cuando ellos
quieran. Las Fuerzas Armadas, el Ministerio Publico, el Comisionado de los Derechos
Humanos, la Procuraduría General de la Republica, la podrida policía criminal,
todos están involucrados en este crimen, contra el cual el pueblo ahora se
movilizará, y solicitará que se juzgue y condene a todos los payasos de este trágico
circo montado por los asesinos de siempre, que baña de sangres, sufrimiento y
miseria a las grandes mayorías de Honduras.
Es previsible que en los días
y meses siguientes, se multipliquen los crímenes, ante lo que nuestra única salida
es multiplicar la fuerza de nuestra respuesta; caer en paranoia por la acción de
estos asesinos sería un gravísimo error que nos condenaría a un siglo más de
oscuridad, y al reinado del terror, fundamentado en falsos preceptos y promesas
de riqueza.
Pero la tarea de luchar
por nuestros principios es únicamente una parte de la responsabilidad que
tenemos enfrente; el reto de revertir todas las atrocidades cometidas por el régimen
post golpista, y además profundizar un proceso de verdadera transformación es
ahora ineludible. Los ejes principales de este planteamiento, postulados en la
asamblea del frente, son colosales: a) Soberanía Alimentaria; b) Soberanía Energética;
c) Soberanía sobre los Recursos Naturales; y d) Soberanía Popular requieren de
trabajo dedicado, constante y permanente. Salir de la maldita pobreza solo es
posible si somos capaces de imaginarnos hoy como será el mundo que
construiremos. Deberíamos agregar que tanto la Educación como la Salud, son
sectores en los que el Estado, y el pueblo deben ejercer soberanía plena.
Los años que siguen nos
llevan a buscar mecanismos que nos permitan que todos los hondureños tengan garantizadas
la salud y educación con la más alta calidad, y que en este campo el mercado no
será un determinante cualitativo. Acceso universal al saber, y a la salud, esas
son misiones fundamentales. Las condiciones de vida de todos los hogares deben
garantizarse en el más corto plazo, mientras se recobran los recursos robados,
se nacionaliza la producción energética, y se crea independencia en la importación
de derivados del petróleo. Además, se debe establecer un marco regulador para
garantizar la estabilidad del trabajo, y que el mismo dignifique a los
individuos, permitiéndoles llevar una vida decorosa, y que sean capaces de
crear patrimonio y bienestar para sus familias.
Las fracasadas tesis de
mercado, que siguen siendo aplicadas en nuestro país, mientras lo hacen
pedacitos, deben ser reemplazadas de inmediato por una visión más productiva,
tendiente al desarrollo y al impulso del movimiento interno de mercancías locales,
para satisfacción de las necesidades de las mayorías. Además debe estudiarse la
posibilidad de desdolarizar, de una vez por todas, la economía nacional, al
tiempo que se multiplican los vínculos con otras economías, manteniendo los
principios de autodeterminación, e integración con el resto del continente.
Los temas que se deben
abordar de inmediato son muchos, en este modesto trabajo apenas tocamos las
tareas fundamentales, y las amenazas que se ciernen sobre nosotros. La lucha
pues, recién acaba de comenzar.
Ricardo Salgado
18/septiembre/2011
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