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viernes, 19 de agosto de 2011

¡Un rifle para defender la democracia! " Juan Antonio Martínez H "

“La democracia por su misma esencia filosófica e ideológica tiene enconados y gratuitos enemigos que luchan por desestabilizarla para instaurar gobiernos de fuerza”. Horacio Elvir Rojas.

Aquella mañana del 12 de julio de 1959 me desperté sobresaltado por el intenso tiroteo que se escuchaba en la cercanías del Estadio Nacional de Tegucigalpa, cerca donde yo vivía, temporalmente, mientras culminaba mis estudios de magisterio en la Escuela Normal de Varones. Junto a mi compañero de habitación nos levantamos abruptamente para dirigirnos a husmear lo que sucedía tan cerca de nuestra casa de habitación.

Al acercarnos al lugar de la refriega se incrementó nuestra confusión, pues no entendíamos lo que estaba sucediendo con ese montón de hombres disparando sus rifles desde los altos del coloso deportivo hacia el centro de la capital donde, además de la Casa Presidencial, se ubicaban el Congreso Nacional, el Banco Central de Honduras y, muy cerca, el Puente Mallol que une Comayagüela con Tegucigalpa. Mi amigo se regresó a casa y yo me quedé curioseando en los alrededores de Radio Deportes, una emisora muy cercana al Estadio Nacional donde se agrupaba otro grupo de personas.


Me percaté que del interior de la Radio se emitían proclamas sazonadas con música marcial apoyando no sé qué, en el momento que llegaba un vehículo de paila, repleto de hombres jóvenes armados y un montón de viejos rifles tirados en el piso. Todos los jóvenes llevaban en sus brazos un gafete que se leía FEUH, entendiendo al momento que se trataba de estudiantes universitarios. El joven que dirigía la operación, según se oía llamarlo entre sus seguidores, era Jorge Arturo Reina, presidente de los universitarios.

El mismo Reina se encargó de repartir los viejos rifles, que según me enteré después, eran producto de la toma por parte de los estudiantes, del cuartel de policía del barrio “El Guanacaste”. Yo seguía impávido contemplando la escena, cuando de pronto, Jorge Arturo lanzó uno de los vetustos rifles sobre mi endeble humanidad al tiempo que me decía: “…es para que defiendan la democracia”. Como pude gané el arma lanzada, me la tercié al hombro y me encaminé al barrio Morazán donde vivía, solo para apantallar a mis amigos, porque de armas yo no sabía ni un pito.

Con el tiempo comprendí que aquel episodio de mi vida de estudiante correspondía a una reacción genuina del pueblo capitalino en defensa del gobierno popular y democrático de Ramón Villeda Morales ante la intentona golpista del coronel Armando Velásquez Cerrato, quien, con el apoyo de las dictaduras de Nicaragua y Guatemala de ese entonces, y, con el auxilio de una radio clandestina, había mantenido una campaña de descrédito contra el régimen liberal, que en la fecha mencionada buscaba derrocar con la complicidad de la Policía Nacional las autoridades militares de Comayagua y La Paz, la Escuela Militar “Francisco Morazán” y algunos dirigentes del Partido Nacional.

Supe después, que el coronel Armando Velásquez había entrado subrepticiamente, vestido de mujer, al cuartel general de la Policía Nacional que se ubicaba atrás de Hondutel, muy cerca de la Casa Presidencial donde residía el presidente Villeda Morales y su familia, para comenzar desde allí, la fallidla rebelión. No esperaban los golpistas la heroica resistencia de los constitucionalistas como El Indio Sánchez Reyes, Alfredo Mejía Lara, Federico Mejía Rodezno, Manuel A. Hidalgo, Manuelito Aguilar, Agustín Milla Selva, Roberto Reina, Horacio Elvir Rojas, Oscar Raúl Matute, Gustavo Zúñiga Guerrero, Rigoberto Díaz Flores, Mario Hernán Ramírez, Céleo Ramos, Tomás Fuentes Venegas, Ademo Paz Arita, y otros más que escapan a la memoria.

Por otro lado, los valientes universitarios: Jorge Arturo Reina, Carlos Falk, Arturo Morales Fuñes, Armado Acles Sierra, Hunter Planas, Eduardo David Ardón y otros tantos héroes anónimos que expusieron sus vidas en aras de la constitucionalidad y en defensa de la democracia y las libertades públicas.

Como corolario de aquella fracasada intentona golpista debo decir que AVC salió derrotado y las instalaciones de la Policía Nacional fueron consumidas por el fuego, perdiéndose importante documentación histórica y valiosas pinturas, pero quedando para la posteridad el ejemplo heroico de una generación que supo responder con valentía el llamado de la Patria.

juan_antonio_martinez_hernandez@hotmail.com

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