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lunes, 8 de agosto de 2011

Por la unidad de maestros, alumnos y padres de familia, en la defensa de la educación pública en Honduras

Cuando la situación política parecía haberse calmado en Honduras, nuevamente se producen importantes luchas de los trabajadores, ahora con la movilización de un nuevo, numeroso y aguerrido contingente: los jóvenes estudiantes de secundaria.
Aprovechando el giro electoral de la dirección del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), el gobierno de Porfirio Lobo está desarrollando la más brutal ofensiva neoliberal contra la educación pública.

Al negarse a firmar y aceptar un miserable aumento de salarios de 900 lempiras, en momentos en que la flotación de esa moneda respecto al dólar significa una devaluación constante del salario real, los colegios magisteriales han puesto al desnudo la política de destrucción de la educación pública, que han venido aplicando de manera sistemática los gobiernos de turno, y de manera especial el gobierno de Lobo. La educación pública de Honduras, uno de los más preciados sueños del General Francisco Morazán, está siendo desmantelada aceleradamente: el presupuesto para la educación primaria y secundaria es raquítico, los colegios e institutos se están cayendo a pedazos, el mobiliario se deteriora constantemente y no es reemplazado, pero lo que más se deteriora es el factor humano, es decir, se deterioran de las condiciones de vida y de trabajo de los maestros, sin mencionar las precarias condiciones de vida y de estudio de los niños y jóvenes de Honduras.



El resultado es fatal para cualquier país, es un círculo vicioso con dirección al infierno.
El 6% del presupuesto que por mandato constitucional debe ser entregado a la universidad pública, está en peligro con el proyecto de la nueva Ley de Educación que pretende aprobar el Congreso Nacional, la cual desprotege a las universidades públicas y favorece a los consorcios privados. Pero una vez más se comprueba aquella ley de la vida que dice que nadie entrega fácilmente lo que tiene sin pelear. Ni el magisterio de Honduras, ni los estudiantes aceptan que el gobierno de Porfirio Lobo les coloque la soga al cuello. Esta ofensiva del gobierno contra la educación superior ha desatado fuerzas sociales que difícilmente puede contener.
Los estudiantes, quienes tradicionalmente han sido aliados pasivos de las luchas magisteriales, ahora han dado un paso al frente y son ellos quienes se enfrentan a las políticas destructivas del gobierno, desarrollando métodos revolucionaros de marchas, manifestaciones, asambleas y tomas de los centros de estudio.
Los colegios e institutos de Honduras se han transformado en un enorme caldero en ebullición. Y no podía ser de otra forma: esta es una lucha por el futuro de la juventud, que bajo estos gobiernos neoliberales no tiene más opción que ingresar en el contingente de los sectores marginales o formar parte de las maras. Pero detrás de los “cipotes” están sus madres y padres, que no están tranquilos y contentos al ver el desarrollo de los acontecimientos, sobre todo cuando el gobierno amenaza con desalojar y cerrar los centros de estudios tomados.
Esta lucha que actualmente se produce en Honduras es la misma que libran los estudiantes de Chile, que en las últimas semanas han desarrollado masivas movilizaciones por la defensa de la educación pública, la que está siendo amenazada en todas las latitudes por la crisis del sistema capitalista. Es la misma que libra el magisterio de Guatemala y de El Salvador, aunque en estos países hermanos no se produzca todavía la movilización de los estudiantes.
Como pocas veces en los últimos años, tenemos una combinación de factores favorables para derrotar la ofensiva neoliberal contra la educación pública en Honduras y en Centroamérica. Es necesario desarrollar la unidad de acción y de movilización entre maestros, alumnos y padres de familia. Los colegios e institutos deben servir como punto de reunión y coordinación entre estos tres sectores. Todos los problemas deben discutirse democráticamente. La unidad del magisterio, alumnos y padres de familia hará retroceder al gobierno. Debemos apoyar con todas nuestras fuerzas la rebelión estudiantil que sacude a Honduras, los jóvenes son el futuro de la humanidad. Ellos nos están enseñando que podemos luchar y triunfar.

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