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martes, 9 de agosto de 2011

Ciudades modelo " Pedro Serrano García "

Proyecto del Gobierno

En el diario Tiempo del sábado 30 de julio, p. 12, Fredy Perdomo nos da a conocer con mucha claridad lo que pretende el Gobierno con la ley que regula el Estatuto Constitucional de las Regiones y Ciudades Modelo.
Con las Regiones Especiales de Desarrollo (RED) se pretende no tanto el progreso integral del país, sino promocionar grandes negocios. Desgraciadamente éstas favorecerán al capital transnacional, al capital oligárquico y al capital del crimen organizado. Mientras, las mayorías ciudadanas y campesinas seguirán subsistiendo en la pobreza.
Asimismo, las RED, si son atractivas para las empresas transnacionales y financieras, se irán formando en el marco de la corrupción e impunidad que impere en las clases poderosas y políticas de Honduras.

Identidad de las RED
Las regiones y ciudades modelos, según lo muestra objetivamente Fredy Perdomo, se podrán fundar en territorios sin gentes. También en urbes pobladas, previo el consentimiento de la ciudadanía en plebiscito.
Las RED tendrán personalidad jurídica, administración pública, propio fuero jurisdiccional y emitirán sus leyes y normas. Estarán capacitadas para hacer sus presupuestos, recaudar y administrar impuestos y tasas, hacer contratos, contratar las deudas externas e internas (aunque con el aval del Estado). Contarán con un gobernador y un Consejo Normativo. Tendrán un régimen financiero independiente y sólo transferirán recursos al Estado cuando la población de la RED así lo decida.
La ley que regula las RED, expresa que éstas habrán de sujetarse a la Constitución en temas relacionados, entre otros, con la soberanía y defensa nacional, debiendo ser aprobados definitivamente por el Congreso. Pero en la práctica, según nos lo muestra la historia, el capital transnacional, financiero y oligárquico ha funcionado con toda impunidad sometiendo a las autoridades del Estado hondureño. Las ciudades modelo serán como pequeños Estados dentro del Estado hondureño.

Pueblos en desarrollo
Frente a un gobierno del capital, la ciudadanía hondureña se merece un gobierno del pueblo, que vele por sus necesidades y aspiraciones. Estimo que las Regiones Especiales en Desarrollo ahondarán más la brecha entre los enriquecidos y los empobrecidos y Honduras, perderá la escasa soberanía que Estados Unidos y sus multinacionales la permiten.
El verdadero desarrollo integral de la nación ha de estar basado en un plan nacional de educación de calidad capaz de formar hombres y mujeres técnicamente muy cualificados. Necesitamos un ser humano hondureño nuevo. Es vital un desarrollo agrícola, industrial y financiero propio y controlado por nuestras autoridades; una recuperación de la soberanía nacional sobre nuestros recursos naturales mineros, agrícolas, industriales y financieros; sin que falte un plan nacional de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). Por último, la vuelta de nuestros “cerebros”, es decir, de nuestros técnicos y mano de obra emigrada, para levantar este país a la cima del progreso desde la fosa del subdesarrollo. Hay que ir avanzando en la implantación del Estado de Bienestar.
Aunque históricamente la clase poderosa de Honduras en su afán de ganancia fácil, siempre ha sido servil con el gran capital transnacional, principalmente el norteamericano, casi regalando las tierras y los recursos naturales, se necesita un nuevo Plan de Nación que saque a Honduras de la situación de Estado fallido y democracia de baja calidad, donde reina la corrupción y la impunidad, la violencia delincuencial y el empobrecimiento.

Otra Honduras es posible
Una nueva Honduras, una refundación del Estado, un desarrollo integral del país, no será posible con la clase dirigente actual, corta de miras, servil con los poderosos del extranjero, mientras es opresora y represora de su propio pueblo.
Se necesita una nueva clase dirigente, ética, solidaria, bien formada, honrada, tenaz, patriótica y heroica, capaz ponerse al frente de la marcha popular hacia la implantación de un Estado solidario contra el Estado capitalista y una democracia popular contra la democracia oligárquica.
Basados en la utopía del Reino de Dios que reveló Jesús, el obrero de Nazaret, así como en la construcción de la Civilización del Amor a la que nos animó El Concilio Vaticano II, los cristianos y cristianas debemos superar la espiritualidad evasiva de la realidad y comprometernos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para hacer posible el bien común del pueblo hondureño.

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