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lunes, 30 de mayo de 2011

Refundar Honduras "Eduardo David Ardón "


Refundar” nuestro país, es un concepto revolucionario utilizado a menudo y actualmente por los miembros del Frente Nacional de Resistencia Popular. Lo entendemos como cambiar la estructura de nuestra sociedad con la vista puesta en un futuro de transformaciones progresistas que haga a un lado el atraso, la ignorancia y la inequidad secular de que somos presas.
La tesis e idea del cambio es general, pues las elites y grupos de poder han utilizado para sus conveniencias, el supuesto gobierno de las mayorías, surgido de procesos electorales manipulados y orquestados por los mismos grupos oligárquicos.
En la actualidad existe una falsa impresión entre el poder real de una minoría, articulado con un gobierno de una supuesta mayoría electoral. La cuestión y el desafío es construir un poder y gobierno real de la mayoría con respeto de las minorías. Para ello es necesario limitar el poder de las elites, lo que crea luchas directas e inevitables.


El futuro de Honduras está en juego siempre tomando en cuenta de que el cambio y construcción real de una nueva sociedad, solo puede lograrlo el pueblo, hecho poder, a través del Frente Nacional de Resistencia Popular.
El proceso trata de que con un amplio sentido de la historia se construya un Frente Amplio que sería el instrumento para que las mayorías enfrenten y derroten políticamente al enemigo que es la oligarquía árabe criolla. Claro está, el FNRP está obligado a rescatar su esencia y asegurar su vigencia unitaria.

No es un secreto que en el FNRP existen contradicciones que se han exacerbado por la incapacidad de algunos dirigentes sindicales que piensan que la resistencia solo son ellos por su primacía como luchadores de muchos años, pero que olvidan que el FNRP es de todo el pueblo y su estrategia solo es una: refundar Honduras.
El FNRP no puede fortalecerse con una carencia de pensamiento transformador, creativo, incluyente, práctico y unificador de todos sus grupos internos.
La misión histórica del FNRP no es la lucha gremial, consiste más que todo en transformar nuestro país, crear una patria desarrollada, reestructurando el quehacer político, transformando la democracia, estableciendo un estado que sea benefactor del bien común que suprima a la empresa privada anti hondureña que esquilma los bienes nacionales. Lograr este objetivo, desde luego es complicado y, para ello, necesitamos dirigentes y militantes con madurez y sabiduría política que nos lleve a posiciones cimeras y de trascendencia, no caben en tal sentido, los intereses individuales, sino el interés del pueblo y de la nación hondureña.
La unidad de este movimiento solo puede lograrse en el debate de ideas, principios, valores y paralelamente garantizando una verdadera democracia interna en la que participen todos los integrantes de la oposición al golpismo.
Si la dirigencia del FNRP, asume como métodos de su práctica política el mangoneo o manipulación, la trampa, la baja querella, el dogmatismo, la imposición y la tolerancia de la mediocridad que son vicios de los dos partidos tradicionales, estaría cavando su propia tumba y seria un engaño total a la hondureñidad.
Estas conductas y comportamientos nos tienen hundidos en la ignorancia, atraso y pobreza extrema.

Por su parte, el reaccionarismo de la burguesía hondureña, no permite que busquemos nuevos caminos de desarrollo y transformación. Están empeñados en mantener las condiciones dictatoriales del golpe de estado, independientemente de quedar aislados del concierto internacional y de vivir en una profunda crisis interna por la carestía del c combustible, desempleo, falta de inversión para generar trabajo y los altos índices de la deuda pública e internacional.
El gobierno da “palos de ciego”, con medidas anti populares, que en lugar de resolver, complican la situación como el proyecto de la ciudad modelo, el trabajo temporal, incumplimiento de las leyes laborales, del salario mínimo y la aprobación de leyes anti constitucionales dizque para detener al crimen organizado en flagrante violación de los derechos democráticos y de libertad de los ciudadanos, tal es el caso de la violación de la privacidad telefónica que en este momento discute el Congreso Nacional. Al paso han salido abogados y jueces que señalan como improcedente dicha ley, aunque las autoridades del Ministerio Publico, esgrimen el erróneo argumento de que tal medida es contra los malos, es decir los delincuentes, como si estos también no gozaran de derechos conculcados en la Constitución.
Por todas estas condiciones reaccionarias y fascistas, es que la Resistencia Nacional plantes la tesis de Refundar Honduras, que nos sacaría indefectiblemente del “callejón sin salida” que en la actualidad nos encontramos.
Pero el tema de “refundación” también es complicado porque no se trata de realizar los cambios en el cambio de la corrupción, de un gobierno sucedáneo del golpe y con los políticos de los partidos tradicionales que perdieron ascendiente y credibilidad.
Nadie discute que necesitamos cambios. Pero estos no se realizaran si los dirigen los mismos sectores políticos que tienen la mayor responsabilidad en la exclusión social en la que se redujo a la sociedad hondureña.
Igualmente, los cambios no solo son en el aspecto político e institucional.
Los cambios profundos a que aspiramos suponen procesos de transformaciones institucionales, de actitudes, valores, mentalidades y formas de conducta. Concretamente, refundar significa cambiar instituciones y a las personas.

Seria de poca monta, solo cambiar instituciones, redactar una Constitución, pero, al mismo tiempo continuamos con las mismas prácticas antidemocráticas divorciadas de la ética y basadas en mezquindades. Para que sean profundos los cambios, serian políticos, sociales, éticos y culturales.
Concretamente, deben dirigirse a la formación de una nueva cultura política. En la práctica hemos tenido una cultura política patrimonial que ha producido caudillos separados de los intereses populares. Por esta cultura es que las elites se han considerado propietarias del estado y de todos sus recursos. Por esta razón, es que los excluidos consideran que las soluciones a nuestros males vendrán de los caudillos y que la obediencia a ellos garantiza dadivas y privilegios.
Ante esta cultura atrasada, es necesario crear una nueva cultura sustentada en una ciudadanía activa y movilizada. Esta cultura nos colocaría en situaciones de equidad y corresponsabilidad con los demás, sin que nadie se considere superior o inferior por causas étnicas, color, origen, religión y modo de pensar y sentir. Crear esta cultura nueva es el camino que nos lleva a la Refundación de Honduras.


e-mail: eduardodavidardon@hotmail.com

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