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miércoles, 4 de mayo de 2011

La OEA, Salvador y el business " Efrén D. Falcón "

“Hubo tiempos mejores. Jaja, no me hagás reir."
Maria Mercedes Chacón R.

Mientras en el mundo se casa fastuosamente el hijo mayor de Lady Di; matan a Osma Bin Laden, después de casi diez años de persecución; beatifican en tiempo récord a Karol Józef Wojtyła; la OTAN asalta con sus cruzados el petróleo Libio; crece el show mediático del fútbol europeo; y erradicar la pobreza sigue siendo un reto inalcanzable ―en tanto se destruye sistemáticamente el ecosistema―, en nuestro país parece que nada se mueve, y aunque universalmente lo único inmutable sea el cambio, tal efecto es tan lento y tan doloroso para los hondureños que un observador externo podría concluir, fácilmente, que todo sigue igual, sin más ni más. Algo totalmente cierto, por más que sea falso.

El nuestro es un país secuestrado por la injusticia, por la violencia y por el predominio infausto de un grupo de personajes apátridas y cruelmente ambiciosos. Panorama que se desenvuelve en nuestras tierras desde los tiempos en que fueron colonizadas brutalmente por la otrora España católica.

La OEA
Nuestro país participa en la geopolítica como mero títere, sin voz o voto reales, porque jamás nuestros políticos y dirigentes han tomado una posición congruente con su patria. Hoy, Venezuela, país que a diferencia nuestra tiene su propia agenda, intenta sacar algún partido del asunto. En realidad, hace días que la maquinaría estadounidense consiguió que una mayoría de países del continente aceptaran blanquear el golpe de Estado de 2009, y estuvieran dispuestos a reintegrar a Honduras en la OEA. No obstante, la oposición firme de la mayoría de los miembros de la UNASUR, especialmente, ha impedido que se llegue a consenso [práctica histórica en asambleas de la OEA]. Y la CELAC ―nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños―, pende ahora como una espada de Damocles, sobre la organización americana, atentando directamente contra la hegemonía estadounidense en el continente, pues su nueva beligerancia debilitaría definitivamente a la que ha sido la herramienta geopolítica continental norteamericana: la OEA.


Entonces, la próxima Asamblea General de la OEA [San Salvador, junio 5-7, 2011] podría convertirse en plataforma de lanzamiento de la CELAC, si es que Washington osara rehabilitar a su banana republik [o USS Honduras] sin consenso. Ahora, si el regreso de nuestro país a la OEA sucede de la mano de Santos y Chávez [en pleno consenso], Venezuela sellaría una victoria estratégica, si bien pírrica, del grupo de países que ha condenado con convicción lo ocurrido en Honduras, porque lo ven como una amenaza para sus propias democracias. Pero no será tan fácil repetir lo sucedido en SPS, en mayo de 2009, cuando la OEA ―por consenso― decidió levantar la suspensión de Cuba, ante la mirada impávida e impotente de Madame Hillary y los halcones.

Enfrentémoslo, Petrocaribe, que ante la realidad actual de precios inéditos podría antojarse como una alternativa, nos está haciendo ojitos de nuevo.

El caso Nasralla
El circo sin fin de la política vernácula. Probablemente Salvador Nasralla podría ser mejor presidente del ejecutivo que la mayoría de los candidatos que se vislumbran. El tipo tiene una probada ética de trabajo, parece ser congruente en el manejo de su imagen y sus negocios, y ha mostrado cierta claridad en sus ideas sobre la situación del país. Sin embargo, por más que despotrique contra el statu quo, sigue perteneciendo a él, y aunque pueda lograr algunos cambios en una hipotética presidencia, difícilmente serviría de pivote para romper la hegemonía de los grupos de poder de los que vive [muy bien entiendo] y con quienes ha trabajado durante casi toda su vida. A menos que ponga en riesgo todo lo que tiene para hacer lo que no pudo hacer Manuel Zelaya: democratizar el país, atacar de frente y con todo la impunidad y romper [o al menos disminuir] la nefasta influencia de los poderes fácticos. ¿Es esto posible? Quién sabe.

Honduras is open for business
Nadie puede oponerse a la inversión. La inversión genera fuentes de trabajo y dinamiza cualquier economía. Por desgracia, aunque los mejor preparados reciban con ansias esa dinamización que probablemente les dé oportunidad de crecimiento económico personal, la realidad es que para las mayorías mal educadas, y generalmente desnutridas, tales inversiones no son más que paliativos transitorios, y la desigualdad reinante no disminuye en realidad ni un ápice ―más bien tiende a aumentar―, como ya ha ocurrido antes en los gloriosos tiempos de Callejas, Maduro y Zelaya.

Desde que la mayor potencia del mundo nos dio permiso de tener “democracia”, a inicios de los años 80’s, nadie ha realizado un esfuerzo organizado, serio y sostenible para mejorar la educación del país [a pesar que Honduras gasta relativamente más en educación que los demás países de Centroamérica]. Para la salud pública es exactamente igual, como en las demás áreas. Todas han sido iniciativas demagógicas, pensadas para servir de alivio a la presión social, pero en el fondo todo sigue igual, por más que nos quieran vender la idea de que le país irá hacia un futuro mejor. Nada más falso. Si no logramos impulsar un cambio verdadero, como dice Lenchito, ¡estamos hule! «La promesa de cambio, traerá consigo a muchos falsos profetas.» Suerte, y amén.

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