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domingo, 15 de mayo de 2011

El regreso de Mel


Editorial, Diario Tiempo

El ex-presidente José Manuel (Mel) Zelaya Rosales da por seguro su pronto regreso a Honduras, su patria, de repente al comienzo de junio próximo, en vísperas de la asamblea general de la OEA en San Salvador.

Esa decisión del ex–presidente derrocado abre un nuevo capítulo en su historial político, pues le confiere un nuevo rol a su liderazgo, de acuerdo con los cambios operados en la nación hondureña a consecuencia del quiebre institucional.

Es evidente que la repatriación del ex-presidente Zelaya Rosales está vinculada a lo que ocurra en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre la situación de Honduras, cuya reinstalación depende, a su vez, del cumplimiento de determinados pasos para resolver la crisis política.
Por el momento, lo único claro en ese proceso es la anulación de los juicios políticos contra el mandatario depuesto, en vez del sobreseimiento. Como se trata de una salida política, siempre se supondrán segundas intenciones. Sin embargo, en política también juegan los valores entendidos.

Llegado a este punto, podría decirse que, en lo que concierne a la situación personal, de alguna manera el fallo de la Corte de Apelaciones ad hoc, con las declaraciones colaterales del Ministerio Público, queda solventada.

Pero, desde la perspectiva del saneamiento institucional, para decirlo de alguna manera, y del necesario aprovechamiento de la lección histórica del golpe de Estado 28-J, es imprescindible un resultado positivo de la mediación de Colombia y Venezuela.

Ese resultado positivo se refiere, por supuesto, a los otros puntos incluidos en la propuesta de acuerdo, que incluye la cuestión de los derechos humanos, la situación de los perseguidos políticos y, sobre todo, el llamamiento al poder constituyente.

De suerte que, en esta perspectiva, el regreso de Mel no podría ser de mayor trascendencia política si no es parte de un proyecto de restauración institucional que permita por lo menos restañar el trauma y los estragos del rompimiento constitucional, e incluso aportar algún beneficio a la estabilidad institucional latinoamericana.

Entendemos que esa percepción es la que ha espacio a la mediación suramericana, y que en la actualidad, con los acontecimientos en Oriente Medio y en el norte de África en procuración de la autodeterminación y de la democratización, permiten a América Latina dar un saludable ejemplo.

Esto es importante resaltarlo, pues los hondureños, los centroamericanos y los latinoamericanos, en general, no debemos perder de vista la necesidad de la evolución política hacia la democracia participativa y hacia la autodeterminación como la mejor ruta para la superación de las crisis, que hoy por hoy, requieren de una robusta institucionalidad política y estatal.

Mayo 14, 2011

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