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domingo, 8 de mayo de 2011

Derechos Humanos y acuerdos políticos ¿a qué jugamos?


Nuestra Palabra, Radio Porgreso, 7 de mayo de 2011

Los últimos hechos vinculados a la crisis política dejan más preguntas y dudas que respuestas, y un sabor más agrio que dulce. Uno de esos hechos tiene que ver con las negociaciones o reuniones, primero entre los dos presidentes de América del sur y el titular del ejecutivo hondureño, y luego entre el ex presidente Zelaya Rosales junto con otros altos dirigentes del FNRP con el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías como evento continuador de la primera ronda de presidentes.

Sin meternos en valorar si las decisiones son positivas y negativas para el país, esas reuniones dejan el sabor a acuerdos que los políticos en Honduras son expertos en tomar, siguiendo el estricto criterio y la lógica de decisiones de cúpulas, sobre la base de que en ellas reside el pensar y sentir de todos los sectores involucrados, en este caso en la resistencia.

En cualquier caso, los temas de esas reuniones han priorizado las salidas y cálculos políticos dejando en segundos y últimos planos la demanda de un proceso judicial a quienes rompieron el orden constitucional y han violentado los derechos humanos de la ciudadanía en oposición al golpe de Estado. No es que no aparezca en los puntos tratados. Pero todo lo que tiene que ver con los derechos humanos se presenta como relleno entre los primordiales puntos políticos vinculados a la figura de Zelaya Rosales y al reconocimiento político por parte del sector continuador del golpe del FNRP como una fuerza política legal.


Otro hecho de esta semana ha sido la decisión de la Corte de Apelaciones de declarar improcedentes los juicios que se le seguían al ex presidente Manuel Zelaya. Antes de dicha decisión hubo una gran presión de ambos lados en contra de los integrantes de dicha corte. Esta decisión viene a ratificar lo que siempre ha sido la Corte Suprema de Justicia: administra la justicia a partir de decisiones políticas que se toman fuera del sistema de justicia, y lo jurídico se acaba convirtiendo en un factor que define quiénes son los que en Honduras tienen y ejercen el poder.

Estos hechos nos llevan una conclusión: los diversos sectores de poder tanto dentro del país como desde la comunidad internacional entienden que la crisis hondureña se puede administrar a partir de decisiones y cálculos políticos sin importar la dignidad y la efectiva vigencia de los derechos humanos. Aquí no importa tanto si se violan los derechos humanos, si se ponen en marcha procesos para hacer justicia a las víctimas de represiones o si la policía, militares y funcionarios públicos cumplen con las leyes. Aquí lo que importa es si se asegura que regrese Mel Zelaya para que así Honduras reingrese a la OEA.

Este es el punto. Lo demás, eso que se llama respeto a los derechos humanos, se dice y se repite, pero vale como un perro en misa. Y mientras esas sean las prioridades en nuestro país, podrá regresar Zelaya Rosales, podremos tener un poderoso movimiento político electoral llamado FNRP, pero todo a costa de que dirigencias de un lado y de otro del actual conflicto hondureño se sigan arropando bajo la tenebrosa sombra del impenetrable muro de la impunidad catracha.

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