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martes, 26 de abril de 2011

La próxima presidenta de Honduras " Roberto Quesada "


"No estudio por saber más, sino por ignorar menos." --Sor Juana Inés de la Cruz.

Es lo malo de tanta vacación, ya uno como que no quisiera regresar al castigo divino de trabajar, cuesta arrancar, por ejemplo, yo no encuentro como entrarle a este artículo con el cuidado de no herir susceptibilidades. Es que las cosas continúan crispadas en nuestro país, y si uno dice que apoya el diálogo Mel, Pepe, Juan, Hugo… Sin duda que se gana cuestionamientos y muchas veces, incluso, calumnias. Pero bueno, no queda de otra que cruzar el sendero aun cuando esté recargado de espinas, si Dios nos dio la misión de escribir, de opinar y generar opinión, pues no queda más que cumplir con esa misión.

Ya hay voces disonantes, como era de esperarse, en contra de que los hondureños busquemos el diálogo entre sí, pero pese a ello la mayoría de la población no quiere ver, muchos menos vivir, el país estancado. Los procesos de diálogo han funcionado aun entre nuestros vecinos: El Salvador, Nicaragua, Guatemala. Cuando estos países tuvieron los conflictos sociales armados en los 70’s y 80’s, debe de recordarse que en algunos casos, gracias al diálogo, se lograron treguas navideñas, o como cuando el Frente Sandinista se enfrentaba a la guardia somocista, hubo una tregua por inundaciones. Parece salido de la ficción pero no lo es, si estos vecinos en medio de cruentos combates pudieron lograr eso y más, ¿por qué no nosotros?

Esa minoría que se opone, una es la parte golpista que se ha tomado el caso Mel Zelaya más personal que otra cosa, que no velan por los intereses del pueblo hondureño sino por los propios, y tercos como yegua en celo, prefieren que Honduras caiga al barranco antes que ceder y que Mel regrese en donde siempre debió estar, su país. Por el otro lado, quienes critican a Mel Zelaya, a Juan Barahona, a Gilberto Ríos, son gente que se perdió en el tiempo, se quedó allá en otra época, y son incapaces de reinventarse y ver que el mundo de ahora es otro que hace 40, 30 años. Incluso líderes como Fidel Castro han hecho concesiones y han declarado que la misma política revolucionaria necesita oxigenarse, caminar de acuerdo a los nuevos tiempos.

Tanto la reunión de Cartagena de Indias como la de Caracas, son pasos importantes para buscarle una solución política a la crisis hondureña. Si somos realistas no existe otra salida: ¿Guerra civil? ¿Con qué? ¿Con un pueblo famélico, hambriento y hasta cierto punto todavía bastante apático por defender sus propios intereses? ¿Con quiénes? ¿Con dirigentes de ‘chat’ que por figurines son capaces de calumniarnos y hasta amenazarnos porque no pertenecemos a ninguna línea dura si no que nuestra lucha es lo que consideramos mejor para que Honduras salga del atolladero?
Por el lado de la ultraderecha qué piensan que puede ser la salida: ¿Represión y muerte? ¿Seguir matando, torturando, persiguiendo a hondureños que defienden un pedazo de tierra o que exigen mejor nivel de vida les llevará finalmente a la salida del conflicto? Falso, señores. Eso solo agudiza la crisis y los vuelve más asesinos de los que ya son (esto va para quienes sean, quienes no pues ni lo hagan para no serlo). No, esa no es la salida, ese es más bien un encierro entre torturadores y torturados.

La única salida es la política, en donde desgraciadamente, según los entendidos, los sentimientos no existen. No obstante, aun cuando se trate por los autosentimientos, debe quedar claro sobre el tapete de que sin justicia social es imposible la paz de nadie. No pueden decirme a mi dirigentes antidiálogo en Resistencia, que son felices, que tienen paz cuando aparece un campesino asesinado, torturado. Tampoco puede decir eso Miguel Facussé, por insensible que sea o lo presenten, que no le afecta, que no le molesta, que ya no solo en Honduras sino en muchas partes del mundo esté creciendo esa idea de que él y los suyos son monstruos que están detrás de toda esa barbarie. No conozco a don Miguel, pero sé que no es extraterrestre, y como humano y mortal al fin, de alguna manera debe afectarle toda esta situación.

Debemos de relajarnos y ver sin tanta pasión nuestra realidad como país, estar estancados nos perjudica a todos, y más a los más pobres. Me dice un lector hondureño, en un correo casi empapado en llanto, de Mataire, Lousiana, Esteban C., que él no quiere el diálogo porque teme que engañen a Mel y lo lleven para asesinarlo. En ese caso sería el haraquiri de todas y todos. Después de casi dos años de guerra consecutiva que hemos tenido en Honduras, un incidente de esos es casi seguro que la indiada a machete y palos es capaz de devorar el ejército y la policía. Así que ni pensarlo, es mejor jugar con decencia las reglas del juego.

Aquí debemos de confiar tanto en el presidente Pepe Lobo como en el presidente Mel Zelaya, ambos son tan hondureños como los tamales, y de ellos está dependiendo la estabilidad de Honduras. Sé que ambos son leídos, por tanto no creo que quieran cruzar por la historia del país como muertos en vida, sin pena ni gloria (aunque tengan pisto, el dinero es necesario para vivir pero no corona a nadie como estadista y mucho menos le garantiza la eternidad en las mentes de su pueblo), como uno más que estuvo en un sillón presidencial como ha habido tantos en el mundo y que solo se les recuerde como mal ejemplo de lo que no debe hacerse. Claro, para el éxito de este diálogo se requiere del apoyo de todas y todos. No es que nadie se confíe, pero tampoco exagerar el nivel de desconfianza de forma que al final no resulte nada porque se impuso el miedo a confiar unos en otros.

Mel debe de regresar a su país, hacer política, ¡vaya! ¿Dónde están esos ex presidentes? ¿Cuál es el miedo? Si creen que su mandato fue excepcional, divino, y que el pueblo hondureño los ama, pues parece que habrá chance para que vuelvan a repetir. Si tan buenos fueron, podrán derrotar a sus contemporáneos e incluso a esas nuevas figuras que han surgido y surgirán en el escenario político catracho.
Yo no concibo a un ex presidente miedoso, si llegó una vez, ¿por qué teme no poder hacerlo una segunda? Imagino que no es el miedo a las mujeres, porque no solo doña Xiomara sino muchas líderes populares ya andan por allí y que tienen capacidad, la tienen, ni lo duden. Y con ventaja: de ser mujer, de la clase popular y de que en Honduras las mujeres han sido más que los hombres en las calles. No es de sorprenderse que en condiciones de transparencia electoral, la próxima sea presidenta, claro, no de los grupos de poder sino surgida de la clase popular, del pueblo.

Como diría Marel Medina en Olanchito: ¿Quién dijo miedo?

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