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domingo, 24 de abril de 2011

En el FNRP no debe prevalecer la desconfianza, I parte " Oscar Amaya Armijo "




I

Ahora resulta que personas parapetadas tras la fachada de la diversidad atacan a la conducción del Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP con la misma virulencia con que lo hiciera un destacado miembro de la oligarquía. La idea es erosionar la personalidad de los dirigentes, desprestigiarlos frente a la militancia; crear desaliento para aislar la conducción de las masas. Es una táctica de las clases dominantes para socavar la unidad del frente y desmovilizarlo ante el ímpetu inusitado que ha alcanzado en los últimos meses. Fomentan la desconfianza para deslegitimizar la dirigencia que fue electa en largos procesos asamblearios. En el frente la minoría no se somete a los dictados de la mayoría, por ello socavan la precaria democracia interna y la necesaria unidad de acción que debe prevalecer para el cumplimiento de los acuerdos tomados en la Asamblea Nacional del 26 de febrero.



II

Por supuesto que debatir es necesario, pero en el marco de las instancias correspondientes, lo mismo que ejercer la crítica y la autocritica como mecanismo válido para combatir y cambiar los errores cometidos en la lucha; pero cuando la crítica se realiza al margen de la organización, se convierte en chismografía liberal o diatriba. Los debates en cuestión no buscan señalar errores para que la conducción del frente reflexione y cambie su conducta, pretenden hacerle creer a la militancia que la conducción al negociar la crisis política, bajo la mediación del presidente Hugo Chávez, traicionan, los objetivos previstos en la gran Asamblea Nacional del 26 de febrero y, por tanto niegan la negociación como escenario de lucha, más bien la consideran una trampa. ¿Por qué temer negociar con los representantes perversos de la oligarquía? ¿Es que acaso no debemos enfrentar a los representantes oligárquicos en sus propios terrenos? ¿No poseemos entre la militancia negociadores inteligentes, creativos, sagaces para enfrentar a los canallas que hoy desgobiernan Honduras? Si la derecha recalcitrante del continente llama al FNRP a negociar sus planteamientos políticos, y tomar acuerdos, es porque la oligarquía y su ejército y policía mercenarios, no ha podido sacar de las calles a la resistencia, aún utilizando la más grande y salvaje represión de la historia hondureña. La negociación es una conquista del FNRP y lleva implícito su reconocimiento como fuerza política y social.



III

Un error craso del FNRP es la inexistencia del centralismo democrático, nadie acepta una conducción única; el frente está dividido en “entidades” sociales autónomas que defienden sus propios nichos organizativos, escudados en una diversidad que se ha convertido en el talón de Aquiles de esta organización. La oligarquía se aprovecha de esta situación y promueve el diversionismo organizativo e ideológico, profundizando la división para liquidar por dentro las estructuras del FNRP y evitar de esta manera los grandes objetivos propuestos en la Asamblea nacional del 26 de febrero. Debe dársele a la conducción del frente la libertad de ejecutar aquellos acuerdos que median entre una asamblea y otra, para que se vuelva más flexible su accionar ante la velocidad con que trascurre la dinámica de la lucha política y social y, a la vez, que esta misma conducción consulte en aquellos casos supremos en que los acuerdos tomados en asambleas, en su cumplimiento, puedan variar ante la contundencia con que a veces actúa la realidad que circunda. Esta práctica de centralismo y democracia interna podría convertirse en un mecanismo apropiado para mejorar las relaciones personales y de grupos y evitar la erosión que causa el diversionismo. Es entendido que cuando se practica la democracia interna, la minoría se somete a la mayoría, y de aquí solo queda el cumplimiento de las tareas por encima de las diferencias que puedan existir. Por supuesto, y nadie lo puede negar, esta es la única forma de detener la táctica conspirativa que ejerce la oligarquía desde el interior del frente para desarticularlo.

IV

Es cierto, nadie negará que las negociaciones en Caracas y la propuesta de 4 puntos para comenzar a paliar la crisis política que se vive, se enmarcan en los limites que impone, en estos momentos, el desarticulado estado de derecho burgués en Honduras, por la impronta del golpe de Estado, perpetrado en junio del 2009 y, a la vez, tampoco se plantea que estas discusiones sean la panacea para la solución de aquella crisis. Es un proceso que debe culminar con la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y originaria para que discuta una nueva Constitución de la Republica que contenga la legislación necesaria para la transformación que requiere el país. Pero este propósito no es fácil, pues debe lucharse desde ahora para garantizar una mayoría de representantes del FNRP en esa instancia para que aquella constitución que se apruebe busque la trasformación de Honduras en un país incluyente y equitativo; por el contrario, si la oligarquía obtiene la mayoría, el país continuara en la injusticia y la exclusión. Obviamente que esta situación, en el fondo, apunta, a someterse a los juegos planteados en el marco de la democracia promovida por el capitalismo; en este sentido, el FNRP debe aprovechar la tradición electorera del pueblo hondureño y transitar esta vía de acceso al poder sin absolutizarla. ¿Por qué debemos temerle a la oligarquía en el campo electoral? ¿Es que acaso debe haber exclusividad de escenarios para combatir a los bandidos oligárquicos? Por supuesto, en estos momentos nadie está pretendiendo con ello establecer el socialismo por decreto como apuntan algunos en sus opiniones. El caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros países sudamericanos, en estos momentos, lo que se han planteado, por la vía electoral, son transformaciones democráticas y revolucionarias con miras hacia el socialismo. La otra vía es la insurreccional, apuntalada en la actual Constitución de la Republica, pero este sendero implica la configuración de un ejército revolucionario que tardaría muchos años en configurarse, tanto sus cuadros de estado mayor como los oficiales y militantes para una guerra irregular o regular según sea el caso. Esa vía, la lucha armada, está allí y quien la ha venido ejecutando desde siempre es la oligarquía amparada en un ejército de mercenarios que le ha servido de brazo armado. Esta vía no se descarta, pero en este momento en el FNRP no se vislumbra más que como denuncia hecha por los corifeos oligárquicos para satanizar las luchas populares y reprimirlas con saña. A esta objetividad que impone la dinámica de la lucha actual en Honduras es a la que deben someterse los militantes del FNRP, sin absolutizar las vías de acceso al poder, actuando con inteligencia, sagacidad en cada trinchera, fortaleciendo la unidad interna y las alianzas, evitando el revolucionarismo pequeño burgués, el que puede hacer fracasar este intento de democratizar el país. (CONTINUARA)

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