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jueves, 3 de marzo de 2011

FNRP con más oportunidades que nunca "Ollantay Itzamná"

Contra todo pronóstico de amenazas de división y disolución, la unidad en la diversidad se impuso en la última asamblea nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Muchos medios de (des)información masiva auguraban que este movimiento social no sobreviviría a su última asamblea nacional, en Tegucigalpa, el 26 y 27 de febrero, por las divergencias ideológicas internas, y el inoportuno debate electoral. Pero, no fue así. La vocación por la unidad en pro de los intereses refundacionales de Honduras posicionó al FNRP como el único sujeto sociopolítico capaz de inspirar confianza en el país.

De la asamblea nacional del Frente, todos los hondureños/as que asumieron la resistencia como una virtud para impulsar procesos de transformaciones estructurales en el país, salen más fortalecidos, y convencidos de que la opción electoralista hubiera sido un suicidio prematuro para el movimiento. No tanto por falta de votos, sino, sobre todo, porque aún no existen, dentro del movimiento, propuestas concretas y consensuadas para las transformaciones estructurales del país. Por eso, con mucha madurez y sabiduría los diferentes colectivos locales, municipales y departamentales del Frente expresaron el siguiente mensaje previo a la asamblea: “No es convirtiéndonos en un partido político que vamos a refundar el país. Elecciones sí, sólo si es para la Asamblea Constituyente Refundacional”. Y así fue.


Los más de 1400 delegados/as, en asamblea, ratificaron que el Frente sigue siendo un movimiento social amplio, más no una organización política. Esta sabia decisión tiene varias implicancias.

Primera. Deja desarmados a todos los detractores de la resistencia que acusaban a este movimiento como un nido de viejos/as políticos oportunistas que utilizaban a la resistencia como escalera para ascender al poder. Es verdad que el Frente también aglutina a dirigentes y militantes de viejos y nuevos partidos políticos, pero la evidencia es que ellos no mandan en el Frente. La multitudinaria insubordinación de las bases fue innegable cuando algunos dirigentes nacionales quisieron imponer sus visiones y ambiciones políticas en la asamblea.

Segunda. Con esta ratificación de la vocación social del Frente, varios “militantes” abandonarán el movimiento de la resistencia porque ven que sus aspiraciones políticas y personales inmediatistas son postergadas. Esto ya se vio en el desarrollo de la asamblea nacional del Frente, donde más de medio centenar de delegados/as ya no volvió para el segundo día de la reunión, porque el FNRP se negó a convertirse en partido político. En este sentido, esta sabia decisión del Frente sirve y servirá para desenmascarar y depurar a supuestos resistentes pro refundación en el seno del movimiento.

Tercera. La sensata opción de no convertir al Frente en una organización política, no sólo acrecienta la autoridad y credibilidad de este movimiento nacional. Esta definición sensata es una oportunidad para que este movimiento continúe creciendo y articulando sus bases hasta convertirse en una fuerza sociopolítica con hegemonía nacional sin precedentes en el país. Grandes bolsones de empobrecidos/as del país, que hasta ahora miraban a este movimiento con recelo o desconfianza, pueden sumarse a la resistencia como nuevos militantes o simpatizantes. Depende mucho del plan de trabajo que elabore e implemente el movimiento, tanto a nivel local, departamental y nacional.

Cuarta. Ahora, el FNRP tiene más posibilidades de ganar no sólo adeptos, sino aliados estratégicos tanto nacionales como internacionales. Muchas instituciones, como ONGs, iglesias, redes sociales, asociaciones o fundaciones, que sueñan con una nueva Honduras, ahora, deberían estar más dispuestas que antes a acompañar a este promisorio movimiento social amplio para la refundación del país. Esta sabia decisión del Frente confronta con sus ideales al cúmulo de ONGs, iglesias y fundaciones cuyas existencias se justifican en el sueño de una nueva Honduras. Ahora es el momento para que estas organizaciones e instituciones, en coherencia con sus principios fundacionales, apuesten por los ideales del FNRP. Por ahora, no hay motivos para seguir sospechando de las aspiraciones legítimas y justas de este movimiento.

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