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lunes, 14 de marzo de 2011

Cincuenta años del INA " Aníbal Delgado Fiallos "

En la convulsionada sociedad hondureña, el Instituto Nacional Agrario (INA), desde su fundación el 10 de marzo de 1961, ha sido ángel y demonio: baluarte de la paz o causa de la anarquía social.

La lucha campesina por la tierra adquiere vivas manifestaciones después de la Huelga de 1954 cuando miles de obreros agrícolas despedidos por las transnacionales bananeras buscaban una parcela para asentar sus familias e iniciar formas nuevas de ganarse la vida.

La Ley de Reforma Agraria del doctor Villeda Morales, una respuesta democrática a una demanda social, abrió esperanzas, constituyó una herramienta de lucha para liquidar viejas injusticias y dio legitimidad a las exigencias campesinas de tierra y libertad; paralelamente esto suscitaba la protesta indignada de las antiguas clases terratenientes y sus apoderados políticos.


El nombre del Instituto Nacional Agrario (INA), ejecutor de la Reforma Agraria , comenzó a sonar como una sinfonía de ilusiones en los oídos de unos, los campesinos sin tierra, y como retumbo de borrasca en los oídos de otros, los señores del latifundio improductivo.

Ligado a la Reforma Agraria con fundición vital, el Instituto Nacional Agrario ha experimentado las glorias y fracasos de aquella: resplandece cuando el experimento reformista navega con velas desplegadas; y cuando este languidece bajo los mandobles del atraso, la digna institución apenas sobrevive.

Su mejor momento fue breve, cuando en el marco de la Ley de Reforma Agraria de 1974 acometió, bajo dirección y asesoría acertadas, la tarea de transformar la estructura agraria del país, entregar la tierra, organizar, capacitar y dotar de asistencia técnica y crediticia a los campesinos.

Su peor momento fue cuando la Ley de Modernización Agrícola de 1991 lo somete al Ministerio de Agricultura, limita su programación y ejecución presupuestaria y reduce sus funciones a la de una ventanilla de titulación de tierras; sus limitaciones y niveles de subordinación desde un sometimiento total hasta una recuperación importante de sus funciones como Secretaría de Estado, han dependido desde entonces de la iniciativa de sus ministros-directores.

En el debate mundial por el desarrollo económico y social la reforma agraria sigue estimándose como programa fundamental para lograr la felicidad de los pueblos sumidos en la pobreza; a ver cuando nuestros gobernantes se percatan de ello y lanzan con toda fortaleza una acción transformadora del agro; con ello el Instituto Nacional Agrario volverá a ser la Secretaría de Estado bandera del gabinete de gobierno.

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