Carta al pueblo " Oscar Fernando Sierra Ordoñez "

Señores y señoras, ciudadanos y ciudadanas, abramos los ojos, afinemos los oídos, analicemos el discurso repleto de falacias del supuesto presi, el de loma, quien desea enganchar a la caperucita del pueblo con privatizar la manzana codiciosa de la educación pública, dejar que nosotros, los pobres, gravitemos más en las esferas de los marginados, quedándonos sin la posibilidad de tener oportunidades sociales, de obtener derecho a brincar en este país desquebrajado por las cúpulas de mega poderosos. No señores, no permitamos que el sistema educativo público sea manoseado por la burguesía.

La educación popular es una puerta abierta al mundo decaído de los desposeídos ¿Quiénes son los que van a la escuela con un bocado untado al cielo de su boca en las áreas rurales? ¿Quiénes son los que han educado a los seres humanos que ahora son abogados, doctores, agrónomos? Todos ellos pasaron por las manos de un educador, que envejece tras el vendaval polvoriento de la tiza o de una pizarra quebrantada por el tiempo, del profesor que ha escalado cerros, montañas, caminos desdibujados tierra adentro, que durante décadas ganó sueldos miserables y raquíticos. Hoy se preguntan quiénes son los que han levantado pedestales de conocimientos a nivel formal y epistémico en este país, gobernado por políticos ignorantes, por un presidente títere y mentiroso, volcados contra el pueblo.

Señores y señoras, no nos hagamos de la vista gorda, sintamos el dolor, la angustia de los docentes que están al filo de la navaja del estatuto del docente, convertido en la piedra estorbada en los zapatos de los demagogos con cara de angelitos del averno. La lucha de establecer derechos docentes, respecto de este instrumento jurídico del estatuto, ha sido una ardua tarea dialéctica de luchas dentro de los marasmos goberniles de presidentes anteriores, una gesta que ha derramado sudor y sangre. Ahora son combatidos con saña de ácidos de dióxidos venenosos para colmar el orden y protección a los ricachos de esta patria hurtada. Mediomundo habla de diálogo, creo que es un cuento. Pienso en el fantasioso gobierno, nada pasa para ellos, las decisiones tomadas en la derogación del reglamento del docente va, y no se pone de rodilla en ese arrebato cometido a finales del año anterior, bajo la manga de la camisa del mandrake presidente congresil, quien burburutea canciones de mentiras en la pantalla defectuosa de la TV, más no saben que uno ya se despabiló de las historias chinas de sus discursos ad hominen.

Señores y señoras, no le crean ni una tan sola sílaba a los policazgos y cacicazgos de estas Honduras, nos quieren privatizar la conciencia, la respiración, las palabras, hasta nuestros actos, como lo expresa Michael Foucault: “El ser humano está sujetado al poder y a la autoridad a través de códigos de control elaborados por políticos”. Señores y señoras, no se dejen arrastrar por el tsunami de palabrejas de los vasallos de Pepito, el de los cuentos, diría el de los chistes, porque nos hace reír con las órdenes superiores que dio para toletear, perseguir y gasear a los docentes y periodistas.

Canallada espeluznante, las calles de Tegus parecen Bagdad. ¿Se imagina, honorable lector, cuánto cuesta cada bomba lacrimógena?, con ese gasto se podrían comprar lápices, cuadernos para los niños pobres de las áreas marginadas, imagínese un policía pegándole a una mujer frente a la cámaras de un canal de televisión independiente, eso se le llama cobardía, deberían ir a combatir el crimen (en mayúscula) a los barrios bajos de las principales ciudades. ¡Señores y señoras!, me despido con non grato honor, porque esto de hurgar a los poderes del Estado “E Pericola”, me decía un italiano admirador de Gramci y Lombroso, por lo tanto, no retiro lo dicho, me mantengo firme al pie de la lucha magisterial que no le tendrá miedo al corruptanic de Pepito.

Nos levantaremos con la bandera del ganex, aunque los campesinos, los intelectuales y los maestros les tienen en la miracospica pero eso no nos quita el sueño, lucharemos por la escuela pública que nos heredaron los grandes pedagogos, como Paulo Freire Makarenko y Vygorstki.