Navega dentro del Blog en sus secciones

Cargando...

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cincuenta años de prisión al que cometa terrorismo por Eduardo David Ardón

Aprendimos de las ciencias sociales, que el terrorismo es una acción violenta contra edificios, instalaciones y seres humanos, que conllevan objetivos políticos, sean correctos o incorrectos y en las que hay perdida de vidas inocentes.
Por los intereses clasistas participantes en tales acciones, el terrorismo es de derecha o izquierda, de estado o de opositores organizados.


Debido a que los gobiernos representan los intereses de la burguesía o de derecha, generalmente solo persiguen y se refieren a través del poder mediático, a determinados actos violentos ejecutados por opositores, insurgentes u organizaciones que luchan contra el poder de los capitalistas o empresarios. Casi nunca, hay referencias al terrorismo que ejerce el estado a través de sus gobiernos, con todos los cuerpos coercitivos que estos dirigen para, según ellos, poner el orden y desarrollar con tranquilidad sus actividades encaminadas a la ganancia máxima.
El terrorismo de estado, se comete todos los días, fundamentalmente por los gobiernos despóticos y dictatoriales y los que resultan de golpes de estado, como el ocurrido en Honduras el 28 de Junio 2009.

El terrorismo, cometido por el ejército nacional y la policía, fue y ha sido salvaje por la cantidad de compatriotas reprimidos y muertos por colocarse en posiciones de resistencia contra el golpe de barracas contra el pueblo y la Constitución. Que sepamos ningún General, Oficial o Soldado ha sido encarcelado por los crímenes y el terrorismo implantado por los políticos y militares responsables directos del asalto de barracas.
Es decir, el terr
orismo de la derecha, no se persigue, ni mucho menos se condena, porque si fuera así, los policías y militares que participaron y participan en la represión brutal del pueblo, hace tiempo estarían contando los cuadritos de las ergástulas penitenciarias.

A la violencia contra las mayorías populares ejecutadas por la policía y el ejército, los defensores del gobierno no le llaman terrorismo, sino acciones para imponer el orden social que es subvertido por ellos mismos. A los que asesinan obreros y campesinos, los premian y les siguen tolerando las violaciones a los derechos humanos, porque defienden los intereses reaccionarios del capitalismo.
Precisamente, la violencia es la manifestación política más aguda y más representativa de la lucha de clases.

Los teóricos políticos y militares han dicho que la guerra es la continuación de la política por otros medios: Los violentos. Realmente la violencia, y la guerra como una de sus formas, es el medio esencial por el que se desenvuelve la política. Toda sociedad dividida en clases antagónicas y fundada en la propiedad privada y en la explotación del hombre por el hombre, se caracteriza por la violencia que ejerce el poder político sobre la población desposeída.
En el contexto de la lucha política, se distinguen dos aspectos de la violencia: Primero, la violencia del poder político; que es la forma en que se define el estado de sus enemigos políticos, es la contrapartida de la opresión económica.
Segundo, la violencia de las masas oprimidas; en palabras de Karl Marx, la violencia es la comadrona de la sociedad vieja que en su interior esta gravitada de otra nueva.
Si estudiamos profundamente la historia de las sociedades, nos enteramos que los movimientos populares, para quebrar el poder establecido, no tienen otra alternativa que hacerlo violentamente, no les queda mas remedio que ejercer una contra violencia.
Una sociedad dividida en clases como la nuestra, vive un estado latente o activo de guerra civil que se manifiesta de muchas maneras; la dialéctica de la violencia y contra violencia es extraordinariamente compleja y se ubica en torno de las instituciones sociales fundamentales: el estado, la propiedad, la justicia, la educación, la familia, etc.

La violencia es la lucha por conservar el orden institucional o la lucha por subvertirlo. Es evidente, que no todas las formas de violencia implican una actividad políticamente consciente; el ladrón que atenta contra el derecho de propiedad burgués no es consciente de que su acto conlleva implicaciones políticas; la violencia es un fenómeno político porque entraña siempre un conflicto en el seno de la estructura institucional que funciona como órgano de coherencia, control y poder de las clases sociales.

Estos dos aspectos de la violencia social deben analizarse en tres niveles diferentes:

a) La violencia generada por las contradicciones de un sistema socioeconómico clasista, que no adopta formas políticas conscientes, llevada a cabo en gran parte por capas de desclasados, tales como robos, fraudes, asaltos, pleitos, asesinatos, etc.
b) La violencia política más o menos consciente, emanada directa o indirectamente de la lucha de clases y que ocurre dentro de las fronteras de una nación (insurrecciones, represión policial, guerra civil, golpes de estado, asesinatos políticos, etc.)
c) La guerra entre estados que es la expresión a nivel internacional de la lucha de clases.
En este marco conceptual hay que ubicarse cuando se trata de hablar del terrorismo de estado y del revolucionario.
En el medio hondureño se llama terrorismo a cualquier acto violento. Por ello, llama la atención la aprobación de una ley en dos días, a puertas cerradas y a “matacaballos”.
Se trata de la Ley Contra el Terrorismo que castiga con cincuenta años de cárcel los que cometan estas acciones.
Concretamente, ese parto de los montes dice que los que financien la violencia serán condenados hasta en cuarenta años de reclusión, los que ejecuten el delito recibirán cincuenta años de encierro y los funcionarios que no la apliquen serán multados hasta con 500 salarios mínimos y denunciados ante el Ministerio Publico.
Para decretar esta ley reformaron el artículo 335 del Código Penal.
Estamos de acuerdo en que se penalice el terrorismo en cualquiera de sus formas y principalmente el de estado que actúa premeditada y selectivamente. Por ello, los golpistas, que cometieron terrorismo deben ser encarcelados desde el más encumbrado General hasta el Soldado más inexperto. Las leyes hay que decretarlas después de un estudio profundo de toda la sociedad y no porque se le ocurra a cualquier descabellado jefe policial.
Si no hay justicia para todos, no habrá paz para nadie.




e-mail: eduardodavidardon@hotmail.com

0 comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos sus comentarios sobre cada publicacion en el blog