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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Según Lobo Sosa, los campesinos son guerrilleros.

Con un fuerte contingente, conformado por más de un centenar de efectivos de la policía y del ejército nacional, amanecieron las instalaciones del Instituto Nacional Agrario (INA) ubicadas en la comunidad de Sinaloa, jurisdicción de Tocoa, departamento de Colón. La denuncia de que en el interior de las oficinas estatales se almacenan armas de fuego para desestabilizar al gobierno, fue el detonante de la militarización.

De acuerdo a las denuncias emitidas en la zona, los militares, al mando de un oficial de apellido Villatoro, llegaron las seis de la mañana de este día; obligaron al guardia de seguridad a que les abriera el portón y tras decomisarle las llaves lo expulsaron por la fuerza.

Por fuentes extraoficiales se conoció que el operativo militar se deriva de una supuesta denuncia anónima de que al interior de las oficinas estatales se almacenan armas de fuego para desestabilizar al gobierno.

A las instalaciones del INA llegaron la fiscal del Ministerio Público, Arovi Reyes, 10 agentes de la Dirección Nacional de Investigación Criminal y el delegado regional del Comisionado Nacional de los Derechos Humano (CONADEH), quienes estarían llevando a cabo una inspección. El Delegado del CONADEH desistió de estar adentro, al comprobar que no había representación del INA.

Se denuncia la prohibición a la entrada de los medios de comunicación. Los periodistas son atendidos por un vocero policial, de nombre Alex Madrid. El operativo, denuncian, ha perjudicado a unas diez familias damnificadas por las inundaciones, que se encuentran albergadas en los predios. A ellos no se les ha permitido entrar ni salir a comprar alimentos.

El procurador agrario, Santos Sierra, calificó la acción como un acto de ilegalidad. Los empleados del INA se encuentran en las afueras del edificio y no se les permite entrar a cumplir con sus labores. Las entradas de varias fincas también han sido militarizadas y en la zona predomina el desplazamiento de patrullas y vehículos del ejército.

Campesinado ahora enfrenta otra acusación

Emanada del propio presidente de Honduras, los grupos de campesinos de la zona ahora tienen otra imputación. “Estamos afinando la información con las indicaciones de esto, pero están recibiendo entrenamiento en lucha armada, por eso iniciamos una operación masiva que va a durar el tiempo que sea necesario hasta que demos con todos los depósitos de armas que hay en la zona y que le pongamos fin a las muertes que han estado habiendo en los últimos meses”, dijo este martes en Consejo de Ministros.

Se destacó además que miembros de gremios organizados han establecido alianza estratégica con el narcotráfico de la zona para obtener protección, recursos económicos y armas para sus actividades. Lobo manifestó que los informes de inteligencia establecen que entre los grupos armados en la zona del Bajo Aguán, circulan al menos mil AK-47, igual número de fusiles M-16 y armas pesadas.

Asentamientos generadores de riqueza

Las tierras donde hoy se encuentran asentados los movimientos campesinos del Valle del Aguan, en la década de los ochenta pertenecieron al Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM), antes daban testimonio de muerte, hoy florecen para la vida. Ampliar el mercado de su producción es el principal objetivo de las más de 50 empresas asociativas afiliadas al Movimiento Campesino del Aguan (MCA) y al Movimiento Unificado Campesino del Aguan (MUCA).

En contraste a los señalamientos, los campesinos argumentan que con apoyo de la cooperación internacional buscan salir adelante a través de proyectos comerciales, cultivo de palma africana, ganadería y la creación de un banco comunal que hace posible su financiamiento y capitalización.

Su plan estratégico proyecta que al término de diez años, las empresas campesinas contaran con una procesadora de carne, que les permitirá obtener mayores ganancias al darle valor agregado a sus productos. “No podemos seguir vendiendo los animales como materia prima, porque necesitamos capitalizar las empresas”, refiere Rodolfo López, uno de los afiliados.

Para ahorrarse tiempo y dinero, la asociación mantiene inversiones en una tienda agropecuaria, que se hizo necesaria al crecer los proyectos. Hoy los campesinos cuentan con facilidades para la compra de medicamentos e insumos y no se ven obligados a viajar a la ciudad. Este negocio, también beneficia a los vecinos de comunidades de Trujillo y Santa Rosa de Aguan.

El administrador del banco comunal, Ovidio Ramírez Reyes, asegura que la fundación de la institución financiera se deriva de una necesidad. Al inicio recibieron dinero de la cooperación internacional para la ejecución de proyectos en el cultivo de sandía y arroz entre otros, que en muchas oportunidades sufrieron pérdidas y el campesinado se quedó sin el producto y sin capital para continuar trabajando.

Evitando el riesgo de iliquidez, decidieron la creación del Banco Comunal Campesino, mediante el cual se canalizan los fondos de la cooperación. Los recursos son otorgados a través de préstamos con una tasa de interés mensual es de 2.5 por ciento.

La institución financiera que hace cinco años inició operaciones, con tres millones de lempiras, a la fecha capitaliza utilidades de más de un millón en concepto de intereses.

Para sacarle provecho a la producción de palma africana el Plan Estratégico también contempla la instalación plantas procesadoras de aceite y de bio-combustibles con fines comerciales. El CREM fue construido por el gobierno de Estados Unidos en la década de los ochenta para fines de entrenamiento contrarrevolucionario.

A finales de los 90´s la mayoría de los campesinos habían perdido sus viviendas con el paso del huracán Mitch y pedían que el gobierno les entregara la antigua base militar con propósitos de reforma agraria.

Tras instalarse en la tierra los campesinos construyeron chozas de palma y sobre una plataforma de cemento que antes fuera utilizada para la enseñanza técnicas de contrainsurgentes, colocaron la improvisada escuela, prohibieron el alcohol y organizaron comisiones de salud, producción de alimentos, seguridad y la educación.

Los campesinos del zona en mención han librado una batalla sin precedentes, pero ahora, según Lobo Sosa, son guerrilleros.

REVISTAZO

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