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martes, 30 de noviembre de 2010

Problemas insolubles en el agro hondureño Por: Eduardo David Ardón

Tras la muerte de cinco campesinos, algunos heridos y otros desaparecidos, el gobierno nacionalista encabezado por Don Porfirio Lobo Sosa, envió un contingente del ejército y de la policía nacional a resguardar los bienes y el orden en el Bajo Aguan, zona conflictiva del agro hondureño. Los titulares de los periódicos presentan un solo aspecto de la confrontación agraria: la protección de la propiedad privada del Sr. Miguel Facusse y el mantenimiento del orden publico, haciendo a un lado y minimizando el derecho de los campesinos a esas tierras del Bajo Aguan que están en litigio desde hace mucho tiempo y, a la par, que ningún capitalista terrateniente, tiene los títulos de propiedad, lo que significa que el dueño de esas propiedades es el estado, a través del INA, quien ha declarado que las tierras pueden cederse al MUCA, Movimiento Unificado de Campesinos del Aguan y al MAC, Movimiento de Campesinos del Aguan, que luchan ya desde hace muchos años porque se les entreguen esas tierras, que están en poder de Miguel Facusse.
Después del enfrentamiento armado en el que la peor parte la llevaron los campesinos, el Director del INA, Cesar Ham, y el supuesto dueño de la hacienda El Tumbador, Miguel Facusse, se han enfrascado en acusaciones en comparecencias de televisión, cada quien acusando al otro de ser el culpable del derramamiento de sangre de cinco humildes campesinos que trabajan parte de esas posesiones, que el INA, al no tener documentos de propietario, argumenta que se las darán a los campesinos organizados de esa zona.

Todos estos pleitos de tierras que son reiterativas a través de los años y que no cesaran si no se aplica la ley a los poderosos, ocurren por las razones siguientes:
En Honduras, como no se ha efectuado una reforma o revolución agraria, existe el latifundio y el minifundio improductivo, que son frenos del desarrollo en el campo. Las mejores tierras del país, continúan subutilizadas o están abandonadas o dedicadas a una forma de ganadería extensiva en la que la relación superficie de tierra-cabeza de ganado es de una a dos cabezas por manzana, lo que es totalmente irracional.
Esto es asombroso para un país donde solo el 20% del territorio nacional es apto para la agricultura.
Honduras y sus habitantes pecan de irracionalidad porque depredamos los bosques, despilfarramos las divisas y los fondos nacionales, condenamos a la insalubridad a los trabajadores, las ganancias de las empresas se utilizan en gastos suntuarios, están abandonadas o mal utilizadas grandes cantidades de tierra.
La producción agrícola no se incrementa en la proporción en que crece la población y todos los años somos victimas de la carestía y el desabastecimiento de granos básicos, mismos que se cultivan en tierras marginales o agotadas que son las de los campesinos pobres.
Es posible que los únicos granos cultivados en buenas tierras y con el uso de la técnica moderna son los que se comercializan a las empresas de concentrados o los vendidos en el mercado centroamericano.
Esto que nos ocurre, pues, es la deformación propia de una sociedad atrasada y sumerge al país en la pobreza y en un marco de inflación que vuelve, cada vez más, insuficiente el salario.

Sin querer negar quienes son los culpables, la verdad es que todo análisis sobre el agro culmina culpando al gobierno y reclamando a la Secretaria de Agricultura y Ganadería (SAG).
Otra cuestión es que en nuestro país, la actividad económica fundamental la realiza la empresa privada, pero, en su tesis de libertad de empresa, no aplican la planificación científica, porque consideran que el mercado se autorregula y avanza de manera caótica solventando las carencias sociales y estableciendo equilibrio entre la oferta y la demanda que lleva a la armonía social, según ellos, y a la dicha social.
La empresa privada hondureña no ha prestado, ni presta atención, al problema de la producción de granos básicos, la atraen otros rubros y por ello, la demanda de granos y de los alimentos fundamentales es enfrentada en forma incorrecta por los campesinos que producen en condiciones precarias, dando rendimientos muy reducidos por manzana cultivada.


Se entiende, que producir la tierra es muy riesgoso, pero debe existir alguien que tenga las agallas y la convicción necesaria para enfrentar los riesgos de la agricultura. Cuando observamos las experiencias de los países desarrollados nos enteramos que fueron empresarios valientes los que iniciaron el despegue hacia la solución de la seguridad alimentaria y la actitud correcta de hacer producir la tierra.
Ya es tiempo que la empresa privada comience a crear empresas agropecuarias rentables y eficientes en el agro y, además, que la empresa familiar campesina tenga mayor atención de parte de la sociedad.
Es tiempo de que abandonen, en cierta medida, los negocios de vitrinas, aire acondicionado y alfombras en la esfera de los servicios, que si bien es cierto, son más rentables, no colabora en nada con la estabilidad social que necesita el país.
Otra cuestión que se debe abordar, es la concentración de la riqueza. Uno de los países de América Latina con mayores índices de concentración de la riqueza es el nuestro. Aquí la distancia entre una minoría opulenta y una mayoría desamparada es muy grande, comparada con otras naciones del continente.
El gasto en lujo de unos pocos es ofensivo ante tanta pobreza y exacerban el descontento popular e introducen desequilibrios en la economía nacional.

De ello se desprende que es urgente un proyecto y estrategia de desarrollo que no solo haga hincapié en el crecimiento de la producción, las exportaciones y el déficit fiscal, sino la mejoría de la situación desesperante de ocho millones de compatriotas.
Si no hacemos esto, la extrema pobreza se apoderara de nuestra gente. La situación continuara siendo explosiva.
Los políticos tradicionales y los empresarios no han logrado tener conciencia de esta situación alarmante y mientras existen amenazas a la tranquilidad social, son incapaces de una acción inteligente para enfrentar el problema de la pobreza.
Este es el marco social y económico de Honduras, en el que el empresario Miguel Facusse, en su afán de amasar riquezas, se apodera de las tierras del Bajo Aguan, sin importarle la subsistencia y el futuro de los campesinos de esa zona en la que corre la sangre de hondureños.





e-mail: eduardodavidardon@hotmail.com

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