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jueves, 25 de noviembre de 2010

Anarquía, ingobernabilidad y desarrollo por EDUARDO DAVID ARDON

Hace mucho tiempo, el tema del desarrollo del país desapareció de los análisis de columnistas, politólogos y especialistas debido a la profunda crisis ocasionada por el golpe del 28 de Junio 2009.

Hoy lo que prevalece es lo negativo que se manifiesta en la crisis, anarquía e ingobernabilidad.

Siempre en nuestro patio existió la anarquía, pero, después del golpe, se convirtió en sistema y en práctica diaria, principalmente, en los organismos del Estado que se encargan de impartir justicia y supervisar la misma, lo que confirma la profunda situación de anarquía que significa desorden en que nos encontramos.

En este sentido es oportuna y necesaria la llamada de atención hecha por la Asociación de Notarios de Honduras (ANH), a las instituciones encargadas de supervisar los entes gubernamentales para que cumplan los procedimientos legales para impedir el resquebrajamiento institucional.

Concretamente el llamado enérgico se hizo a la Corte Suprema de Justicia, al Tribunal Superior de Cuentas y a la Fiscalía General de la República, responsables de la buena y correcta administración del Estado.

Desde luego este pronunciamiento es un campanillazo en relación con el desorden existente en el funcionamiento gubernamental y principalmente en el marco de la justicia.

Lo que está en el orden del día, pues, es la seguridad jurídica, la que perdió credibilidad total ante el pueblo, por apartarse de los cánones normales y aliarse con los intereses del capitalismo salvaje.

Esto, dicho al desgaire, no es una aseveración vacía sino la manifestación evidente de todo lo que está sucediendo en el país.

Las masacres ocurridas en una zapatería y campo de fútbol sampedrano en las que murieron treinta y dos personas, más los que fallecieron mucho antes en el incendio del presidio de esta misma ciudad y los masacrados en la granja penal de El Porvenir, Atlántida, no son hechos aislados que sólo basta con la condena colectiva, la demanda de justicia y la exigencia de mayor efectividad de la policía. Es necesario enfocar el problema con más seriedad y en el marco de la ingobernabilidad del estado hondureño.
Estamos metidos en un callejón sin salida. Los órganos policiacos han fracasado en la lucha contra el crimen organizado, aunque se publicitan victorias como la del trasiego de dólares por el aeropuerto, detención de narcos en avionetas cargadas de droga, detención de mareros en los operativos de madrugada, que si bien es cierto, son positivos, la raíz y causas de la narcoactividad no se ha extirpado porque la corrupción y los que la cometen están infiltrados en todo el organismo estatal.

Si a la acción criminal sumamos los reclamos de aumento salarial, salario mínimo, indexación de este estatuto del docente, el empleo temporal, la subida de los precios de la canasta básica familiar, la seguridad alimentaria y el encarecimiento de los servicios públicos como la electricidad, el teléfono y el agua, que traerán como consecuencia las manifestaciones, paros, tomas de puentes y huelgas en general, estaremos en un punto álgido de ingobernabilidad con el consiguiente deterioro de las instituciones y la vida social de Honduras.

La situación política, social y económica del país está en bancarrota, lo que significa una profunda crisis que desde luego no es cíclica, sino múltiple, demostrándonos hasta la saciedad, un estado completo de ingobernabilidad, porque lo contrario, la gobernabilidad la entendemos y debe entenderse como la relación armónica y normal entre los sectores importantes de la sociedad.

Precisamente, esa situación de armonía, no la tenemos y, por eso, se plantean temas como la Reconciliación Nacional que es una estrategia del pasado, pero que es más imperiosa después del golpe del 28 de junio 2009.

La ingobernabilidad se plantea por lo general, en los países atrasados y de débil desarrollo, como en el caso de Honduras, en el que sus autoridades cerraron el paso al desarrollo democrático y al orden institucional al perpetrar el golpe de Estado.

Nadie ignora, la acumulación de una enorme demanda social por la extrema pobreza e indigencia en que vivimos los hondureños, por la violencia galopante de la narcoactividad y la corrupción que penetró en la administración pública y privada, por el colapso de la economía y la producción y por la incapacidad administrativa de frenar el déficit fiscal.

Además, agreguemos a lo anterior, la pérdida de credibilidad de los partidos políticos, sindicatos, gremios y asociaciones y la endeble y poco digna posición de nuestro país en la arena internacional. Como resultado del desorden existente, se impone el rechazo del poder fáctico al desarrollo democrático que es el marco del pluralismo y el equilibrio social.

El gobierno nacionalista que encabeza Pepe Lobo, surgido de unas elecciones atadas por la influencia del golpismo, no puede alzar vuelo, por estas ataduras, y aunque trata de limpiar la vitrina del país, con remodelaciones superficiales, no logrará su objetivo, mientras no se resuelvan las consecuencias del golpe por el camino democrático y con la participación activa de todos los sectores importantes de la sociedad para refundar Honduras, mediante un serio, responsable y consensuado pacto social que eche al traste de la basura a la ingobernabilidad en que vivimos.

Resuelta la crisis, seremos reconocidos totalmente y no a medias, por todos los países del mundo aglutinados en la ONU y la OEA y volveremos a gozar de la solidaridad internacional que en la práctica significa dinero para pagar deudas y mantener con la producción y los salarios a ocho millones de compatriotas.

Paralelamente, podremos hablar del desarrollo y del proyecto del país, porque contaremos con la base, que no será la crisis, para resolver los problemas de la pobreza, inequidad en que nos hemos encontrado enmarañados.

La inversión en la producción que genera empleo permanente, la eliminación del desempleo, reducir el déficit fiscal, la austeridad que termina con el derroche, el aprovechamiento de nuestras riquezas naturales para incrementar el Producto Interno Bruto y la reconciliación de los hondureños, son las verdaderas soluciones al desarrollo y transformación de Honduras y constituye el futuro próximo después del túnel oscuro en que nos encontramos.

e-mail: eduardodavidardon@hotmail.com

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