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sábado, 16 de octubre de 2010

Unión y libertad por billy Peña

Es fácil comprender lo que significa unión pero difícil descifrar la palabra libertad, cuando nunca la hemos conocido. Para un golpista libertad significa poder atropellar la Constitución justificando que se cometió para defenderla.

Los golpistas no se dieron cuenta que en esa rara y singular defensa desunieron al pueblo hondureño en tres facciones… los oligarcas, los simpatizantes del presidente Manuel Zelaya y los que rechazan el atropello de las leyes. Al violentar las leyes contenidas en la Constitución, se comete delito, es un acto de lesa patria. Siendo así, los golpistas tendrán que considerarse delincuentes… aunque se asfixien de cólera gritando que son demócratas y unionistas.

Lo siento mucho pero los demócratas respetan la ley y consideran sagrada la Constitución de la República. Aquí ignoramos qué es libertad, democracia y unión. Los hondureños son agresivos y no respetan nada de eso… mucho menos la reconciliación. Siguen ofendiéndose, siguen sin aceptar las opiniones, los ideales y preferencias de otros. Si nuestra actitud no fuera tan triste, entonces, sería divertida… motivo de risa, pero sucede lo contrario ya que nuestra falta de flexibilidad es lamentable e irrespetar la Constitución es un delito.

Cuando se derrocó al presidente Zelaya Rosales el año pasado, claramente se interrumpió el sistema constitucional y quienes derrocaron al presidente se convirtieron no sólo en delincuentes sino en golpistas. De inmediato se formó el Frente Nacional de Resistencia Popular, integrado mayormente por los simpatizantes del derrocado presidente. Hubo aquellos que únicamente protestaron por el atropello a la Constitución sin ser, precisamente, simpatizantes del presidente Zelaya Rosales y ahí tenemos las tres facciones clara y llanamente definidas… los golpistas, los “melistas” y los constitucionalistas. Sin embargo, se comete el error de meter a los constitucionalistas en el mismo saco de la Resistencia. Eso no está correcto porque existen muchos que, sin ser simpatizantes del presidente Zelaya Rosales, rechazan el golpe de Estado. Un golpe de Estado es “algo grave” tal como lo dijo el canciller Amorim, de Brasil. Es una acción muy grave, pero los golpistas se consideran héroes del sistema democrático, la paz, la unión y la libertad. Nunca he visto tanto cinismo.

Si hemos de entender la libertad y la democracia sólo recordemos las inmortales palabras del presidente Abraham Lincoln: “La libertad es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Así de sencillo… y así de complejo. En Honduras nunca nos ha interesado el pueblo. Nuestro gobierno no es del pueblo, ni por el pueblo, ni para el pueblo. Entonces, ¿de qué libertad, de qué democracia, hablan los golpistas? Porque únicamente hablan de democracia y libertad, pero si la auténtica libertad y la genuina democracia no existen, entonces tampoco hay cabida para la unión y mucho menos para la reconciliación.

En las páginas editoriales de este diario aparecen publicados, casi diariamente, los artículos del señor Juan Ramón Martínez… y no lo comprendemos. El señor Martínez se empeña en escribir sobre el mismo tema. Primeramente escribió artículo tras artículo contra el presidente Zelaya Rosales. El presidente fue violentamente derrocado, la Constitución fue pisoteada y se cometió el error de enviar a Zelaya Rosales al exterior. Eso fue inconstitucional, pero al demócrata Juan Ramón Martínez no le importó el golpe de Estado ni la expulsión del presidente. Esa actitud lo convierte en golpista. Eso lo sabe cualquiera que lo lee. Pero bien, Juan Ramón Martínez está en su pleno derecho de ser golpista y el derecho a estar obsesionado con los presidentes izquierdistas de América del Sur, estando el presidente venezolano, Hugo Chávez, a la cabeza de la lista de los izquierdistas que obsesionan al señor Martínez. Imagino que le siguen los presidentes constitucionales del Ecuador, Argentina y Paraguay. Es que, quiérase o no, el socialismo llegará proveniente de Sudamérica… aunque los golpistas hondureños salten, brinquen o armen infantiles pataletas. Ahora bien, me sorprende que, tal parece, el señor Juan Ramón Martínez está comparando al presidente Lobo Sosa a Hugo Chávez, dando a entender que el presidente Lobo controla al Poder Legislativo de Honduras (“La medicina que le dieron a beber a Chávez”, TIEMPO, octubre 14, página 21). Juan Ramón Martínez critica a Hugo Chávez por no tomar en cuenta la voluntad y los intereses de los venezolanos. ¿Y en Honduras se han tomado bajo consideración alguna vez los intereses y la voluntad del pueblo? El señor Martínez llama “descarado” y “cínico” al presidente Chávez, un gobernante que nunca nos ha hecho nada que no sean favores. ¿Disfrutará Juan Ramón Martínez ofendiendo a la gente? Lamentablemente, no se da cuenta que todos tenemos derecho a opinar como se nos antoje y no comprendemos cómo un demócrata, amante de la unión, la paz y la libertad sea, a la vez, golpista. Lo peor es que no se cansa de escribir.

Octubre 16, 2010.

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