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lunes, 4 de octubre de 2010

¡Democracia rescatada! por JUAN ANTONIO MARTINEZ H

Sea lo que fuere, intento de golpe de Estado, sublevación o motín, el rescate del presidente ecuatoriano Rafael Correa, secuestrado por la policía , también significa el rescate de la democracia en aquel país sudamericano, cuyo gobierno es constantemente acosado por la furia de los sectores oligárquicos como reacción estúpida a los cambios sociales que realiza a favor del pueblo.

No creemos que lo sucedido en Ecuador haya sido un simple reclamo por las bonificaciones y otras prerrogativas burocráticas canceladas a la policía en virtud de un reciente decreto legislativo. Más bien, el haberse tomado un cuartel y dos importantes aeropuertos antes de la manifiesta insubordinación, es indicativo de la existencia de una estrategia previamente establecida para desestabilizar el gobierno de Correa.

También resulta sospechosa la tardada reacción del ejército para rescatar al presidente Correa, que permaneció más de 12 horas en manos de los sublevados. Esto me recuerda aquella intentona golpista realizada por el tristemente célebre coronel Armando Velázquez Cerrato, quien, contando con el apoyo de la policía nacional, pretendió derrocar al gobierno reformista de Villeda Morales. El ejército había condicionado su apoyo a Velásquez Cerrato; si para el mediodía de aquel 12 de julio de 1959 no había consolidado su gesta golpista, ellos entrarían a la capital en defensa del gobierno liberal, como efectivamente ocurrió.

La historia nos enseña que la democracia en los países latinoamericanos siempre ha estado supeditada al arbitrio de los militares, quienes se consideran predestinados a interrumpir todo proceso de cambio que no esté de acuerdo con sus intereses de clase privilegiada. Ecuador no podía ser la excepción, con la particularidad que aquí, un sector del ejército decidió, a última hora, lavarse de la cara la mancha de otras gestas golpistas en América Latina y rescató a su presidente y con ello, la democracia de su país.

De lo sucedido en Ecuador debemos rescatar lo positivo: el apoyo del pueblo a su gobierno liderado por un presidente que está empeñando todos sus esfuerzos en transformar las caducas estructuras sociales de su país, en ágiles instrumentos de desarrollo para beneficiar las vastas mayorías excluidas y empobrecidas; el apoyo solidario y unánime de Unasur, inclusive el de los países con gobiernos de corte derechista como los de Colombia, Panamá, Perú y Chile. Y más significativo el hecho que estos países del cono sur del Continente, hayan estatuido una Cláusula Democrática que es un Estatuto contra los golpes de Estado, que se creía ya extintos pero que Honduras los reeditó nuevamente.

No sorprende el apoyo y la solidaridad que la comunidad internacional haya brindado al mandatario ecuatoriano en los momentos críticos que pendía de un hilo la institucionalidad democrática de aquella nación. Entre estos, los países que conforman la UE y el mismo EE.UU., al igual que la OEA y la ONU, lo que pone en evidencia que los regímenes que se originan de la fuerza bruta contra la legitimidad de los gobiernos elegidos libremente por el pueblo, no tienen cabida en el ámbito de las sociedades civilizadas.

Lo que sí es censurable en todo este triste episodio de aventuras golpistas, es la irreflexiva conducta del presidente Correa, quien sin meditar consecuencias, se fue a meter al nido de la conspiración poniendo en riesgo su propia vida y la continuidad del proceso revolucionario. Es mas, con este proceder el mandatario de Ecuador, le facilitó las cosas a los conspiradores policiales que manteniéndolo secuestrado por más tiempo, hubiesen ocasionado un inminente vacío de poder, propiciar el caos en todo el país y crear las condiciones para que los enemigos de los cambios sociales, le asestaran una puñalada a la democracia.

Es posible que intereses subalternos hayan insuflado animadversión del cuerpo policial contra el presidente Correa, aprovechando la ocasión para provocar un golpe de Estado sin medir el enorme daño que le ocasionaría al país, tal como lo enfatizó el mandatario, una vez superada la crisis. Lo que no pudieron intuir los fracasados golpistas, es el respaldo popular al presidente y la lealtad con que respondería la oficialidad joven del ejército que, compenetrada de su responsabilidad patriótica para con la democracia, defendería con las armas que el pueblo le ha confiado, la institucionalidad de su nación.

Esta vez, la democracia secuestrada ha sido rescatada. ¡No pudo la oligarquía poner una muesca más es su tenebrosa lista de países alineados con el poder imperial. No pudo la ilegalidad sobreponerse a la legítima voluntad popular. ¡Ni la ambición de los conspiradores por ocupar el palacio de Carondelet pudo doblegar la acerada voluntad de un presidente comprometido con su revolución!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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