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viernes, 24 de septiembre de 2010

Se necesita una revolución en Honduras por ARGELIA IRIARTE PANCHAME

En Honduras la gente tiende a confundir revolución con terrorismo, pacifismo con pendejismo, cultura con educación y nivel cultural. Con nivel educativo, asimismo se hace fácil desvincular estos factores como si entre ellos no existiera relación alguna…

Y se cree, por ejemplo, que un revolucionario es un vago “sin oficio ni beneficio” cuando en realidad un revolucionario es ante todo un idealista; una persona con principios y convicciones y aunque no necesariamente, puede tener un alto grado de educación aún cuando no haya ido a la escuela o a la universidad y, aunque parezca raro, puede incluso tener un elevado nivel cultural.

Al revolucionario lo mueve la injusticia, y la necesidad de cambio, para transformar esas estructuras políticas, económicas y sociales basadas en la inequidad y en todo tipo de injusticias
.

Precisamente esa necesidad de cambio, inherente al ser humano, es lo que en la vida real ha impulsado los grandes movimientos revolucionarios que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad.

Y esas grandes revoluciones no siempre han sido armadas; también ha habido revoluciones pacíficas.

Posiblemente los movimientos revolucionarios armados se hayan debido a que, además de la circunstancias, también hayan habido, entre los verdaderos revolucionarios, personas motivadas por una mezcla de envidia, codicia, odio, ambición de poder y de notoriedad como la Revolución Bolchevique de Rusia, entre otras.

Asimismo nadie ignora que el revolucionario más grande que ha tenido la humanidad y que no buscó riqueza material alguna, es Jesucristo.

El, no sólo impulsó una revolución pacífica ante un imperio poderoso, inhumano y corrupto, sino que también reivindicó pacíficamente, a toda la humanidad.

Otro gran revolucionario pacifista es Mahatma Ghandi de India.

Lamentablemente, la consigna de muchos “revolucionarios” modernos es: “Juegue con el santo pero no con la limosna”, y para ejemplo está la “revolución” sandinista.

El pueblo muco pagó caro por esa “revolución” y sin embargo, sus condiciones económicas y sociales al sol de hoy, siguen siendo iguales o peores que las vividas con la dictadura somocista.

A pesar de que esta “revolución” proclamaba la igualdad y la justicia social; la eliminación de la burguesía como clase social dominante y la desaparición de las élites económicas, esto no se logró.

Este pueblo no vive en óptimas e igualitarias condiciones de vida; siguen teniendo altos índices de pobreza, y ahora tienen otras poderosas e insensibles élites económicas.

Los cambios y los frutos de esta “revolución” al igual que en otros casos… no beneficiaron a las masas…

Y es que las luchas de los pueblos nada tienen que ver con la izquierda ni con la derecha; la lucha de los pueblos debe estar orientada, entre otras cosas, al bien común, al servicio social, a la solidaridad humana y al progreso económico y social de cada comunidad y de cada país…

A pesar de que Honduras posee prácticamente un estado millonario existen insondables diferencias económicas, las grandes mayorías viven en paupérrimas condiciones, con altos índices de desnutrición e insalubridad, hay bajos índices de empleo con sueldos de hambres, hay malos sistemas de salud y de educación, las instituciones públicas y hasta el ejército y la policía han sido raptadas y puestas al servicio de intereses particulares, campea la injusticia a todo nivel y se ha obligado a la población a vivir en una farsa democrática basada en un terrorismo mediático y en procesos electorales fraudulentos por excelencia.

Los hondureños precisamos de un movimiento revolucionario para lograr, entre otras cosas, justicia social, y equidad económica… al fin de cuentas tenemos un país inmensamente rico y no porque a dos o tres frustrados les incomode el bienestar y la felicidad del pueblo hondureño, se deben seguir ignorando los proyectos de desarrollo social.

Si bien es cierto, los sectores golpistas y sus ejércitos demostraron ser males innecesarios en nuestro país, también es cierto que esa revolución no la vamos a lograr con “revolucionarios” enemigos de la lectura y del estudio; seguidores del Che Guevara y no de nuestro Francisco Morazán, ni con marchas financiadas por la izquierda o por la derecha.

Ya se vio que el pueblo hondureño es en esencia un pueblo pacifista, con una cultura basada en valores y a pesar del pluralismo cultural predominante, posee una fuerte identidad nacional definida por esos valores, unas bien arraigadas tradiciones y costumbres, un rico patrimonio cultural y por la personalidad y carácter de su gente.

¡Igual!, ya se comprobó que una revolución en Honduras se daría únicamente en forma pacífica y obviamente no la llevará a cabo la jauría golpista, ni quintuplicándole décadas a los años que han tenido en el gobierno para que lo hagan.

Esa revolución se va a lograr con el ejército de hondureños que por principios, convicción y amor patrio han acompañado ambas marchas a quienes se sumarán esas masas de hondureños que tienen que permanecer en sus casas y en sus trabajos forjando, en estos difíciles tiempos, el bienestar de sus propias familias para, dentro de la precariedad, multiplicarle progreso al país.

Queda pendiente que cada sector organizado proponga su propio plan de desarrollo social para su comunidad que sea viable y que ellos mismos se encarguen de comprobar que se lleve a cabo en sus comunidades y además es preciso crear condiciones políticas libres de corrupción poniendo los procesos electorales en manos de algún organismo o institución extranjera, sin fines de lucro, para que los administren imparcialmente…

Profesora
El Progreso, Yoro.

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