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martes, 10 de agosto de 2010

¡Golpe de Estado!

El ex presidente constitucional de la República, Manuel Zelaya Rosales, fue derrocado por la vía del golpe de Estado en junio del 2009. Parece increíble que después de un año desde aquella madrugada del 28 de junio aún se siga hablando del golpe y que la ruptura del orden constitucional haya dividido tan profundamente a la ciudadanía hondureña que aún vive un estado de polarización.


Lejos estamos de la reconciliación y la unidad, sin embargo, muy pocas personas se han preguntado la razón por la cual Zelaya Rosales fue derrocado y desterrado del país. Se ha dicho hasta el cansancio que fue por su deseo de reformar la Constitución con el propósito de perpetuarse en el poder y es posible que así haya sido, pero la desconfianza que los conservadores y los grupos poderosos empresariales sentían hacia el gobernante se sentía mucho antes del 28 de junio del 2009. Manuel Zelaya Rosales cometió varios errores políticos que pusieron en peligro la estabilidad de su gobierno… aumentó el salario mínimo, firmó la Alternativa Bolivariana para los países de América (ALBA) y se inclinó, sin ningún disimulo, hacia los gobiernos de izquierda, tales como los de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador y, por lo consiguiente, se acercó a los demás gobiernos de izquierda en Sudamérica. Ese acercamiento puso nerviosos a los conservadores y a los grupos dominantes, como también a la derecha política de Honduras que siempre ha dominado al país. La amistad del entonces presidente Zelaya con el presidente venezolano, Hugo Chávez, personaje detestado por los conservadores hondureños, hizo peligrar más la estabilidad de su gobierno. Lo insólito sucedió cuando el entonces presidente no recibió de inmediato al nuevo embajador de los Estados Unidos ante el pueblo y gobierno de Honduras, señor Hugo Llorens, haciéndolo esperar varios días mientras recibía las cartas credenciales de otros embajadores. Se trató de una humillación para el gobierno de los Estados Unidos y de un gran error por parte de Zelaya. A propósito hizo esperar al embajador Llorens, lo que, con seguridad, alegró al presidente Chávez que lo observaba todo desde Venezuela. Imaginé que Zelaya Rosales estaba cometiendo hara-kiri político y que algo tendría que suceder, tarde o temprano. No tuvimos mucho que esperar… Zelaya fue derrocado y desterrado. Había sucedido lo que imaginamos que sucedería. Lo que no conviene se hace a un lado.


Quisiéramos formular la siguiente pregunta, ¿se hubiera derrocado a Zelaya de haberse inclinado al gobierno de los Estados Unidos y a la derecha política nacional? Creo que no. De haberse solidarizado con Washington y sus aliados, el presidente Zelaya hubiese concluido tranquilamente su mandato constitucional, pero cometió muchas torpezas, seguramente aconsejado por sus asesores. Aquellos que lo rodeaban subestimaron el poder de la derecha política nacional e internacional y de los grupos empresariales. Lo derrocaron y desterraron, quedando al frente del gobierno de facto el señor Roberto Micheletti, a quien se le otorgó el título de héroe nacional. Lo demás es historia. Ya llevamos un año de escuchar lo mismo, sin embargo, debe comprenderse que si Zelaya hubiera sido solidario con Washington, no creo que hubiese sido derrocado. Se lo sacó del poder por su estrecha amistad y relaciones con los gobiernos izquierdistas de Sudamérica, de Cuba en el Caribe y de la vecina Nicaragua, en Centroamérica.


No debemos olvidar que detrás de la mayoría de los golpes de Estado en la América Latina ha estado la intervención, abierta o disimulada, de los Estados Unidos. Sucedió en Guatemala al ser derrocado Jacobo Arbenz, también en Chile al ser depuesto y asesinado el Dr. Salvador Allende Gossens. El golpe que derrocó a Arbenz fue planificado por Eisenhower y su secretario de Estado John Foster Dulles, con el apoyo de la United Fruit Company, cuyas tierras el presidente Arbenz amenazaba con confiscar. Y el presidente Salvador Allende fue defenestrado por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger. Eso es conocido por todos. De manera que es muy posible que el gobierno de Obama haya apoyado el golpe de Estado que derrocó a Zelaya. El presidente hondureño se aproximó demasiado, y sin ningún disimulo, al presidente venezolano Hugo Chávez, un personaje para nada popular en Honduras, así como se acercó a Correa del Ecuador y a Evo Morales, de Bolivia. En Honduras recibimos con bombos y platillos al presidente socialista ecuatoriano al grado que el entonces ministro de Cultura, Rodolfo Pastor, le mostró personalmente el Parque Arqueológico de Copán. También se recibió a Hugo Chávez, quien, desde aquí ofendió a los Estados Unidos. Todo eso fue demasiado para los conservadores criollos y para Washington. No podía tolerarse un gobierno abiertamente izquierdista en Honduras, el presidente Zelaya tenía, obligadamente, que ser derrocado. Y así sucedió. No se tomó bajo consideración el poder de la derecha política. Honduras nunca aceptará el socialismo pues se le tiene exagerado temor. No se hagan más preguntas… Zelaya debía derrocarse, y así sucedió.






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