Honduras: ojo con las conclusiones

Hace poco cierto analista afirmaba sin mayores rubores que la región latinoamericana seguirá dependiendo de los deseos y las políticas estadounidenses.


Lo decía concretamente al hacer su análisis muy particular de la crisis hondureña, marcada por un golpe de estado fascista, la usurpación del poder por los facinerosos, su prolongación al frente del país a viva fuerza y contra la voluntad regional y mundial, y las maniobras para intentar legitimar la asonada, todo bajo la anuente mirada norteamericana.


Y el autor de marras concluía que solo Washington podría hacer cambiar la realidad hondureña, un evidente preámbulo de su exaltación en torno al poder de decisión estadounidense sobre sus inmediatos vecinos hemisféricos.


Y visto el fenómeno de la misma forma tajante en que se dicen estas cosas, uno sencillamente se aboca al inevitable desenlace de que, de ser ciertas y valederas, entonces no vale luchar, no vale soñar con un futuro mejor, no vale trabajar por el cambio…porque nuestro destino como pueblos es esperar por la voluntad absolutista e indiscutible del Norte, el designado, vaya usted a saber por cual divinidad, para decir la última palabra.


Desde luego, nadie esta loco como para ignorar la fuerza y la influencia de la primera potencia imperialista del orbe, por demás geográficamente ubicada en este hemisferio de tan brutales contrastes.


Los Estados Unidos y sus políticas han tenido que ver en gran medida con los giros latinoamericanos. Por ahora se constituyen en barreras y obstáculos para los esfuerzos independentistas y de progreso autónomo de nuestras naciones, pero no por ello se puede hablar de un fatalista carácter determinante.


De hecho, por medio siglo Cuba ha resistido todos los golpes adversos y agresivosque aún vienen desde los círculos norteamericanos de poder, y en naciones como Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador, entre otras, los procesos progresistas marcan pautas crecientes a pesar de los obstáculos y presiones imperiales.


¿Que Washington tiene poder?...sí ¿Que practica la injerencia y hace gala de las amenazas?…sí. ¿Que su derrotero intervensionista hace mella y daño en nuestras naciones?...sí.


Pero de ahí a proclamar que resulta un mal inmortal e inamovible, sería simplemente levantar la mano a favor de la sumisión eterna de las víctimas, y es evidente que la actual espiral de la historia regional no congenia con la pasividad y la obediencia.


Por último un sencillo recordatorio: quien va a la pelea sabe que se trata de una complicada sumatoria de reveses y victorias, y que lo importante y decisivo es no cejar, no importa la terquedad, la violencia y el poder del enemigo.

ARGENPRESS

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