Nuestra Palabra, Editorial Radio Progreso
A saber a quién o a cuántos se les ocurrió lo de remitir toda la papa caliente hondureña al escenario político electoral. Pero quienes lo impulsaron le entienden muy bien al perverso trámite de utilizar la política electoral para agitar y calentar las mentes de los que andan afanados por alcanzar cuotas de poder. Nada mejor que la política electoral para generar más confusiones y divisiones en tiempos inciertos como el que vivimos en Honduras.
Si ya hay confusión en los sectores de la política bipartidista tradicional, no digamos lo que eso significa para los sectores ubicados en el terreno de la oposición o la resistencia en su sentido más amplio. Las descalificaciones llegan a extremos tan ridículos o irrisorios que los diversos grupos se acusan unos a otros de estar haciéndole el juego a la oligarquía. Y se usan las calamidades de la gente y a las víctimas de la violencia como carne de cañón o como anzuelo para alcanzar posiciones de fuerza para atacar con más precisión, no a la oligarquía, sino al otro sector adversario dentro de la resistencia.
Los Acuerdos de Cartagena de Indias están dando resultados implacables en el seno de los sectores de la resistencia, justamente porque los mismos fueron resultado de unas negociaciones de cúpulas que tomaron muy superficialmente los profundos conflictos hondureños y los mandaron de un solo porrazo a que se dirimieran en el movedizo campo político electoral.
Lo político electoral es un factor muy importante, y en algunos momentos decisivo, para la lucha por acceder a estructuras del Estado desde donde construir poder popular. Sin embargo, la sociedad hondureña actual está damnificada, y la institucionalidad del Estado no solo es precaria sino que está secuestrada por quienes la utilizan para ejercer la arbitraria ley de los fuertes.
Participar en procesos electorales no se discute. Lo que está en cuestión es en qué condiciones se hace y bajo qué lectura política. Participar en un proceso electoral en el contexto actual dejados llevar por un pasajero análisis que hace creer que la euforia de una asamblea de activistas es sinónimo de la efervescencia popular, puede ser fácilmente un espejismo del que solo se puede salir con unos cuantos diputados y más fraccionados una vez que pasen las contiendas electorales.
El camino para participar exitosamente en procesos políticos electorales tendría que pasar primero por hacerle frente a los auténticos desafíos hondureños, a través de la construcción de un pacto popular al interior de los diversos sectores que se autodefinen en la resistencia política hondureña. Porque un pacto popular en torno a las demandas consensuadas, es garantía para negociar con éxito un pacto social que recoja las demandas nacionales por encima de demandas sectoriales. Y en este nuevo contexto es en el cual adquirirá plena dimensión construir, ejercer y defender poder popular en procesos políticos electorales.
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