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sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Y EL SOBERANO QUÉ? O DE LAS PRACTICAS DEL TRADICIONALISMO

Lo que más cuesta a individuos y grupos es despojarse de sus prácticas culturales, por más que se predique a favor de algo, si el seguidor no ve que el predicador hace lo que dice termina por abandonarlo. El Frente Nacional de Resistencia es parte de la hondureñidad, producto de su cultura, porque quienes lo integran son personas de edades muy diferentes a quienes los une, no solamente su rechazo al golpe de Estado perpetrado (que perpetuado) a “Mel”, sino la tradición de la que forman parte. Un ser humano que niega su cultura se niega como tal; porque eso es lo que somos, a final de cuentas, producto histórico dentro de una colectividad que reconocemos como nación. De modo que si han de cambiarse las prácticas tradicionales no basta predicarlas y hacer lo mismo que curas, pastores periodistas, políticos o dirigentes de otra índole que prometen mucho y cumplen poco. Si el Golpe de Estado se dio para evitar una consulta ¿por qué el Frente Nacional de Resistencia ha sido incapaz de hacer una sola consulta masiva en su más de dos años de existencia? No se puede convocar a la población a cada rato a demostraciones masivas como las del cinco de julio, 15 y 21 de septiembre de 2009 o 28 de mayo de 2011. Las diferencias entre la marcha de 15 de septiembre de 2009 y la del 15 de septiembre de 2011 es abismal. Por eso sería recomendable pasar de la prédica al ejemplo. Si El Frente Nacional de Resistencia Popular rechazó con vehemencia el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 es porque reconocía en la Consulta la importancia de la participación ciudadana, sin embargo, no la ha puesto en práctica. ¿A qué se le tiene miedo? ¿Al soberano, igual que la oligarquía? ¿Por qué no se aprovecha la tecnología de la comunicación para hacer consultas, como definir el nombre y la bandera del “brazo político electoral” de la Resistencia? La tradición no se cambia con iguales prácticas, sino con aquellas que, haciéndolas, nos permiten demostrar que ciertas tradiciones estaban arraigadas, pero constituían un error. Así que no se puede hacer democracia participativa con las tradiciones de la democracia representativa es, lo que llama una expresión del Soberano: gastar pólvora en zopilotes. Rectificar es de sabios; persistir en el error, de pendejos.

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