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viernes, 9 de septiembre de 2011

La crisis educativa y la nueva ley III Parte " Francisco Javier Pineda "

Entramos al mes de septiembre, rico en conmemoraciones cívicas, Día de la Bandera, Aniversario de nuestra independencia de la corona española, llegada de los pliegos de independencia a la ciudad de Comayagua y Tegucigalpa, y porqué no agregar el Día del Niño y el Día del Maestro, nervio, motor y alma del proceso educativo.

El desarrollo de la humanidad siempre ha estado ligado a simbolismos que sirven para representar creencias, conceptos, sucesos y aspiraciones, por eso es que no hay pueblo sobre la faz de la tierra que no tenga sus símbolos que representen sus costumbres y tradiciones, sus luchas y sus triunfos, sus sueños y esperanzas, estos constituyen parte de la identidad de una nación, por consiguiente, un pueblo que no tenga una simbología, es un pueblo sin alma que camina en el vacío, y que se vuelve mas vacío cuando teniéndolos no le rinde veneración por lo que representan y nos hacen recordar. Naturalmente que esa veneración solo puede ser dictada por el patriotismo que nace en la niñez y en la juventud en la formación espiritual de la familia y de la escuela y, como producto de la cultura que tengan los ciudadanos que pertenecen a una nación; de mas está decir el papel que juegan las instituciones educativas en la tarea formativa de desarrollar en los educandos sentimientos de veneración y respeto hacia nuestros símbolos nacionales. Hoy el irrespeto hacia ellos es tal, que en muchos casos las franjas de la Bandera Nacional son utilizadas para escribir en ellas publicidad comercial.

El civismo que en nuestro país inculcaba la vieja escuela desapareció, lo mató la irreverencia, lo apuñaló el apátrida, lo asesinó el falso educador, lo guillotino un sistema educativo en crisis que nadie ha podido enderezar para que de sumo pueda contribuir al desarrollo integral de la nación. Claro, para corregir un sistema educativo tan pando como el nuestro, no basta con crear nuevas leyes, en Honduras esto no funciona, recientemente, días no mas, lo dijo resignado, un designado presidencial del actual gobierno “El problema de Honduras es que las leyes se aprueban pero no se aplican.” Pero, en estos momentos lo principal es parir una ley general de educación, por primera vez con la “participación ciudadana” algo nunca visto en el mundo civilizado, dejemos entonces que las cosas sigan su curso, y que el tiempo con su infinita sabiduría ponga las cosas en su lugar, quedándonos por ahora con el viejo proverbio que dice: “Para verdades, el tiempo, para justicias, Dios”.

Volviendo al tema de los símbolos, el Código de Instrucción Pública, decretado el 29 de marzo de 1923 establecía el culto y juramento a la Bandera Nacional, obligaba al director de todo establecimiento de educación media y universitaria a que tomara la siguiente declaración a todo aquel que iba a recibir la investidura de una profesión, en la siguiente forma: ¿Prometéis, ante esta Bandera que tenéis en vuestras manos, representativa del honor nacional, dedicaros al ejercicio honrado de la profesión, que el Estado os otorga, procurando aumentar cada día el caudal de vuestros conocimientos para crédito de este centro de enseñanza que os educó y en compensación a los esfuerzos empeñados por la nación en vuestra cultura? ¿Prometéis, contribuir con vuestras luces de profesional y con vuestro esfuerzo de ciudadano a defender y a enaltecer en toda ocasión el nombre de vuestra patria? Ante la contestación del investido profesionalmente de ¡Prometo! el director del establecimiento educativo en nombre de la República de Honduras, le confería el titulo.

Como puede observarse en esta promesa donde se pone por testigo a la Bandera Nacional, que según el Doctor Lorenzo Montufar en su obra “Derecho de Gentes” es la insignia que representa a una nación, se destacan cuatro cosas sumamente importantes:
a) El ejercicio honrado de la profesión
b) Aumentar cada día el caudal de conocimientos
c) Honrar el centro de enseñanza que brindó la educación
d) Contribuir a enaltecer el nombre de la patria

Consideramos que la vieja escuela, con todas sus falencias y con toda su pintura de escolasticismo, tenía la virtud de fomentar el espíritu cívico; el respeto por los símbolos nacionales era de obligatorio cumplimiento, por no decir de sagrado cumplimiento.

En el marco de un nuevo aniversario de nuestra independencia, reflexionemos sobre lo que hasta ahora hemos hecho, y lo que nos falta por hacer para construir una patria digna, próspera y respetada. ¿Cuánto cuesta cristalizar esta aspiración? Solo el coste de amar a la patria que es el alma del Estado

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