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miércoles, 15 de junio de 2011

“Sale fácil dar un golpe de estado”, dice Cejil

El retorno de Honduras al seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido la “piedra en el zapato” de su 41 Asamblea General que concluyó en San Salvador el 7 de junio y en la que tuvo como eje principal de discusión el tema de la seguridad pública, que tanto abate especialmente a la región centroamericana, calificada por expertos internacionales, incluso, por militares estadounidenses como una zona más letal, incluso, que Irak y Afganistán.
El tema hondureño atraviesa la vida regional por todos sus ángulos: seguridad, democracia, desarrollo y derechos humanos están íntimamente ligados, tal como se expresó en el magno evento de la OEA.
Honduras, una nación pobre que vive de las exportaciones de banano y de las remesas familiares que sus residentes en Estados Unidos envían mensualmente a sus parientes, fue suspendida de la OEA después de que un grupo de militares le diera un golpe de estado al presidente constitucional Manuel Zelaya en junio de 2009. Zelaya fue sacado en pijama a punta de fusil de la residencia presidencial, puesto en un avión y enviado a Corta Rica, el 28 de junio de 2009.


Tras el golpe se desencadenó la represión que tuvo como resultados principales el asesinato de más de una docena de periodistas y un sinnúmero de líderes populares, así como otras formas de amenazas a la vida y al Estado de Derecho.
Una de las directoras del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), la mexicana Alejandra Nuño, explicó a la actual problemática de Honduras, que fue admitida en la OEA a escasos días de la realización de su 41 Asamblea General.
El retorno de Honduras al seno de la OEA tiene contento a muchos, tal como se demostró en la Asamblea General, cuando habló al pleno el presidente hondureño Porfirio Lobo, quien fue recibido con prolongados aplausos y ovaciones. Pero también ha despertado preocupaciones, dudas y enojos, entre las organizaciones populares y defensoras de los derechos humanos de Honduras y a nivel internacional.
Bajos estándares de la OEA
“Vemos con muchísima preocupación y lamentamos que la Organización de Estados Americanos (OEA) haya tenido un estándar tan bajo para reincorporar a Honduras al seno de la organización”, explicó Nuño de Cejil.
La experta argumenta que actualmente en Honduras no han cambiado mucho las cosas desde el golpe de estado: “Tenemos un sistema judicial con un pleno de la Corte Suprema de Justicia que avaló el golpe de estado. Tenemos un congreso legislativo en el que se le otorgó el cargo de diputado vitalicio a Roberto Micheletti (quien ejerció como presidente de facto), aunque ello no exista en la Constitución, pero con lo que se le otorga la inmunidad”.
Asimismo manifestó que “tenemos un Fiscal General que toleró el golpe de estado y que sigue en funciones; igual que el Comisionado Nacional de Derechos Humanos. Es decir, tenemos una institucionalidad que auspició y toleró el golpe de estado. Pero si ello no fuera suficiente, tenemos al jefe militar que dio el golpe de estado en la empresa nacional de telecomunicaciones de Honduras (Hondutel), el general Romeo Vásquez Velázquez, así como a varios militares asumiendo en el gabinete del presidente Porfirio Lobo.
La preocupación de la comunidad de derechos humanos es tan grande que el pasado 30 de mayo, después de suscrito el llamado Acuerdo de Cartagena, en Colombia, que propició el retorno del derrocado ex presidente Manuel Zelaya a su país, unas 20 organizaciones humanitarias emitieron un documento en el que destacan que ven “con preocupación la omisión de temas mínimos e indispensables cuya ausencia compromete la restitución del Estado de Derecho y la superación de las consecuencias más agudas del golpe de Estado en Honduras, por lo que rechazamos el reingreso incondicional de Honduras a la Organización de los Estados Americanos (OEA) si el mismo se basa únicamente en este Acuerdo (de Cartagena)”.
El Acuerdo de Cartagena, fue firmado el 22 de mayo pasado por el presidente Lobo y por el ex mandatario Zelaya, con los auspicios de Colombia y Venezuela. Lobo, quien asumió en enero de 2010, estaba de “manos atadas” frente a la comunidad internacional debido al golpe de estado contra Zelaya.
“Después del golpe de estado, tenemos a 13 comunicadores sociales o periodistas asesinados; existen decenas de comunicadores sociales protegidos con medidas cautelares emanadas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); tenemos también persecución y asesinatos hacia líderes campesinos e indígenas, por ejemplo, unos 20 asesinados en la zona del Aguam, al norte de Honduras”, detalló Noño.
“Otra cosa gravísima, es el asesinato después del golpe de estado de 34 personas de la comunidad lésbico-gay... Estas personas han sido perseguidas y lesionadas sin que las autoridades hayan procesado ni investigado a sus responsables. Tenemos el caso de una persona que está asilada en otro país, quien de milagros salvó su vida en un atentado en el que sufrió 20 puñaladas”, agregó.
Consecuencias para Latinoamérica
Honduras fue un precedente. Tras el golpe de Estado en esta nación centroamericana se levantaron voces de protesta y acciones para aislar al régimen golpista. Estados Unidos le quitó las visas para viajar a su país a los responsables del cuartelazo; los vecinos de Honduras le cerraron sus fronteras para el comercio y en la OEA se le suspendió la membresía, así como en el Sistema de Integración Centroamericana (Sica).
Tras el golpe en Honduras hubo una intentona en Ecuador; El Salvador mismo denunció amenazas y hasta el propio Porfirio Lobo dijo sentirse amenazado por sus intentos de pacificar Honduras.
La directiva de Cejil apuntó categóricamente: “El mensaje del retorno de Honduras al seno de la comunidad, sin cumplir con las medidas mínimas para restablecer el Estado de Derecho, es este: Das un golpe de Estado y no pasa nada... en pocos meses todo vuelve a la normalidad”.
“En este año se celebra el décimo aniversario de la Carta Democrática Interamericana, en la que se establecían las consecuencias que tenía el quebranto de la institucionalidad democrática en un país. Ahora nos preguntamos: ¿Cuál es la lección aprendida?... Porque el mensaje ha sido este: ¡Sale fácil y es barato dar un golpe de Estado en Latinoamérica”, finalizó Nuño.

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