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martes, 10 de mayo de 2011

Reunión con Chávez

Los presidentes Mauricio Funes, Porfirio Lobo Sosa y Alvaro Colom están pendientes de una entrevista con el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, para abordar la crisis energética que abate a las economías centroamericanas.

Está prevista una visita del presidente Chávez a El Salvador tentativamente para el 19 de este mes, y los presidentes del Triángulo del Norte centroamericano —Guatemala, El Salvador y Honduras— han coincidido en aprovechar la ocasión para intentar, en conjunto, un entendimiento sobre los precios de los carburantes.

La presencia del presidente venezolano en El Salvador se debe a la inauguración de una planta de almacenamiento de combustibles de Alba Petróleos, dentro del convenio de la ALBA. Todos los países centroamericanos, con excepción de Honduras, gozan de la inserción en esta entidad de integración bolivariana.

En el caso de Nicaragua, está en proceso la instalación de una refinería de petróleo, y ahora vemos que en El Salvador se amplía la participación con la ALBA. Guatemala, desde hace varios años comenzó con esta relación, incluyendo la operación de gasolineras en las principales ciudades del país.

Costa Rica, una vez que se ha agudizado el problema del aumento de los precios de los combustibles derivados del petróleo, agilizó sus iniciativas para entrar a formar parte de la ALBA.

El caso de Honduras ha sido muy distinto, quizá porque aquí, como dice la canción, “somos diferentes”. En el gobierno del derrocado presidente Manuel Zelaya Rosales se logró el convenio con la ALBA, con notables beneficios para nuestro país, pero en el gobierno dictatorial de Micheletti fue denunciado este acuerdo, dizque por discrepancias ideológicas.


Es del conocimiento general que, entre los pretextos para consumar el golpe de Estado del 28 de junio/09, estuvo en primera línea el convenio con la ALBA porque colisionaba con los intereses de las transnacionales del petróleo que monopolizan el mercado hondureño.

Las primeras medidas del régimen de facto fue retirar a Honduras de la ALBA e imponer la vieja fórmula leonina de importación de los combustibles y la obligación para las transnacionales de entregar los carburantes a la temperatura de 60° centígrados. Las consecuencias de esto es el impacto brutal de los precios de los combustibles en la economía, más demoledor para los medianos y pequeños empresarios.

Es obvio que la iniciativa del presidente Lobo Sosa de rescatar la relación de Honduras con la ALBA, a través de un acercamiento con el presidente Hugo Chávez, es probablemente la única alternativa existente para darle una salida a la crisis energética, puesto que el 70% de nuestra factura petrolera es para la producción —sucia y sumamente cara— de energía mecánica-termoeléctrica.

Ha trascendido, por otra parte, que los presidentes del Triángulo del Norte buscarán, a través de Venezuela, un trato preferencial de parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para los precios de los combustibles. Ese tipo de iniciativas ante la OPEP han fracasado en ocasiones anteriores, y no creemos que eso varíe en esta oportunidad.

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